¿Cómo evalúa la propuesta que le realizó Daniel Martínez a la oposición para hacer acuerdos entre partidos?
Es un indicador de la estrategia que él está llevando adelante, que a mi juicio es correcta porque esta elección se define, como la mayoría de las elecciones, en el centro del espectro político, donde está la mayor cantidad de votantes. Ellos están esperando medidas moderadas, sensatas, que busquen el consenso de los distintos actores, y me parece que esa es una movida de Martínez para tratar de enderezar el barco, porque el Frente Amplio (FA) salió maltrecho de las elecciones internas. Además, el FA reiteradas veces llamó a buscar acuerdos, incluso Tabaré Vázquez hizo dos rondas referidas a la seguridad. Para jugar con esta línea de encontrar consensos hay que tener cierta autoridad, y (a Martínez) le salió bastante bien porque estaba ese antecedente. A su vez, el hecho de que le contestaran y le permitieran retrucar, desde la perspectiva de la competencia de la campaña es un buen resultado para el FA.
¿Esa cercanía con la oposición no puede perjudicarlo o ser mal vista por una parte del electorado frentista, la gente más de izquierda?
La gente más de izquierda no tiene muchas alternativas, está Unidad Popular (UP), el PERI, pero no son salidas interesantes al lado de otros actores fuertes que hay dentro del FA como la 1001 o el MPP. Ese es un electorado capturado al cual ya se le dieron muchas señales, sobre todo Graciela Villar, entonces me parece que Martínez desde esa perspectiva se tiene que despreocupar. No es lo mismo el caso de los partidos tradicionales, que al ir tan al centro están perdiendo votos por derecha con Manini.
¿Por qué hacerlo en campaña? ¿No sería más lógico esperar a octubre si hoy están en competencia?
Porque lo sustantivo en este momento es capturar el voto de centro, y detrás de él van todos. El sentarse a una mesa a negociar pasa a un segundo plano a la hora de fijar los objetivos, entonces ahí hay una instrumentalización de las propuestas. Es decir, se plantea llegar a políticas de Estado y acuerdos, y el fin instrumental es que los votantes de centro aprecien esa iniciativa y lo premien con el voto, funciona de ese modo.
“Martínez está tratando de enderezar el barco porque el FA salió maltrecho de las elecciones internas”
¿A quién beneficiaría que se lograra algún acuerdo?
Yo creo que antes de la elección no va a haber acuerdos porque van a estar compitiendo, va a ser muy dura esta campaña, pero el hecho de que se haya expresado públicamente el deseo de negociar genera un antecedente inmediato para luego de que termine la competencia. Acá hay una diferencia bastante importante, porque mientras Martínez llama a los tres partidos con representación en el Senado, el Partido Independiente (PI), el Partido Nacional (PN) y el Partido Colorado (PC), Lacalle Pou y Talvi tienen otras estrategias, están pensando en sentarse a conversar después de la elección con los que podrían ser sus posibles socios de la coalición. Lacalle Pou está más abierto y habla de integrar también al Partido de la Gente (PG) y al partido de Manini, Cabildo Abierto (CA), pero Talvi no, él quiere ver los resultados primero, por tanto, son todas estrategias diferentes. Si gana el FA, va a estar en minoría y va a necesitar acuerdos puntuales, y para eso Martínez necesita abrir una negociación lo más amplia posible.
Ninguno de sus contrincantes rechazó de plano la propuesta, pero sí la matizaron: Lacalle lo invitó a debatir, Talvi a definir las prioridades del país antes de llegar a un acuerdo, y Mieres dijo que solo acordaría en educación.
¿Qué opina sobre eso?
Son respuestas generales. La más comprometida es la del PI, que dijo que le interesa negociar sobre las políticas educativas. Mieres está dejando entrever la idea que tienen todos de que la educación necesita un gran pacto y luego un respaldo político muy fuerte a las autoridades que tengan por objetivo llevar adelante una reforma. Talvi y Lacalle Pou dieron respuestas más elípticas, pero desde la perspectiva de Martínez, lo importante es que le respondieron; se generó un hecho político, el FA apareció teniendo iniciativa política, que es algo que en los últimos años le ha costado tener, y eso es un logro de campaña.
¿El FA sale beneficiado de esto?
Yo diría que sí, sobre todo Martínez como candidato. Ahora, hay que ver qué impacto tiene eso en la opinión pública, que funciona como círculos concéntricos: hay un círculo inicial, pequeño, que es el núcleo duro del sistema político; luego viene el público más informado, que lee la prensa y se informa por radio y televisión; después viene un público mucho más distante pero que no es indiferente; por último hay un público final al que no le interesa la política y que solamente se percata de que hay elecciones cuando estamos muy cerca y cuando los partidos se aproximan a pedirle el voto. Muchas de las noticias que generan los candidatos son consumidas por el núcleo duro y a veces hay algunas que avanzan y son consumidas por los otros círculos. Hay que ver cuán expansiva es esa iniciativa, que no ha tenido tanta trascendencia y que es una señal para aquellos que están más informados.
“Lo sustantivo en este momento es capturar el voto de centro; el sentarse a una mesa a negociar pasa a un segundo plano”
¿Qué le parecen los temas elegidos para los acuerdos, que son seguridad, empleo y educación?
Son los temas que definió el FA, por lo menos a mí me informaron fuentes que son los tres ejes de campaña de Martínez. En realidad, según las encuestas son los asuntos más importantes.
¿Quisieron apuntar a las preocupaciones de la gente?
Claro, estos son los tres temas que señala la población, y por otra parte le han funcionado bien a la interna. Por ejemplo, Manini habló mucho sobre el orden, la seguridad, y probablemente el público que lo votó tenga una marcada preocupación por ese tema. Sartori hizo campaña con los 100.000 puestos de trabajo, no explicó cómo crearlos pero se aburrió de prometerlos y eso funcionó. La educación creo que es de menor relevancia, como indican las encuestas, pero es cierto que tiene un componente estratégico muy fuerte. Después hay otros temas que van a ser centrales en cualquier gobierno, como el déficit fiscal, la reforma de la seguridad social, la inserción internacional; van a ser importantes en la campaña pero en la opinión pública no son los que pueden llegar a decidir el voto.
La volatilidad del electorado
La semana pasada fue presentada la nueva encuesta de intención de voto elaborada por Opción Consultores, donde el FA obtuvo un 27%, el PN un 23%, el PC un 19%, CA un 10%, el PG un 2%, tanto el PI como UP y el PERI alcanzaron un 1% cada uno, mientras que un 6% votaría en blanco o anulado, y un 10% no sabe o no contesta.
Consultado por La Mañana acerca del significado de estos números y la comparación con la intención de voto previa a las elecciones internas, donde el FA había conseguido el 25%, el PN el 30%, el PC el 13% y CA el 6%, el director de Opinión Pública y Estudios Sociales de la consultora, Rafael Porzecanski, explicó que existen tres niveles de volatilidad en el electorado.
El primero es el nivel de las internas, donde se cambia con bastante facilidad de un candidato hacia el otro. “Eso es lo que te obliga a tener mucha cautela cuando faltan cuatro o cinco meses y ves diferencias de 30 o 40 puntos entre los candidatos. Hay gente que se apresura y dice que las internas están cerradas, pero todavía no lo están porque hay mucha más volatilidad”, indicó.
El segundo nivel de volatilidad es lo que está sucediendo ahora, es decir, la que existe dentro de los partidos de la oposición, cuyo electorado “va circulando bastante” dentro de la misma, según el contexto, el posicionamiento de los candidatos y de los partidos, y ha tenido muchas variaciones. “CA y el PC ejemplifican esto. CA es una fuerza joven que tiene poquitos meses y marca un 10%; muestra esta fluidez del voto, es decir, cada vez pesa menos la identidad partidaria blanca o colorada, y cada vez pesa más la identidad opositora opuesta al FA. Esto sigue pasando y no sabemos cómo va a evolucionar, porque también va a depender de la campaña, de cuánto se fortalezcan los candidatos, de los aciertos y los errores estratégicos de cada uno”, afirmó.
El tercer nivel es la dicotomía oficialismo-oposición, y lo que se ve allí son cambios de mediano y largo plazo. “Es altamente improbable que el FA vote igual o mejor que en 2014. La duda es cuánta votación perderá”, comentó. Agregó que si vota 45% en primera vuelta tendría altas posibilidades de ganar el gobierno; si vota 40% es un panorama incierto y quizá algo desventajoso; si vota por debajo del 40% le será muy difícil alcanzar el gobierno. Por tanto, dijo que la perspectiva es que haya cambios en este tercer nivel de análisis después de 15 años de predominante estabilidad con el bloque frentista liderando sobre el opositor.