La Corporación Nacional Financiera Administradora de Fondos de Inversión SA (Conafin-Afisa), si bien no define políticas, tiene la misión de instrumentar soluciones y ayudar a diseñarlas, según explicó el jerarca en diálogo con La Mañana. Es por ello que ha cumplido un rol importante en la mejora de la crisis actual. En ese contexto, Pieroni destacó la implementación del SIGA Emergencia que logró la institución en tiempo récord.
¿Cómo ha sido el trabajo de Conafin-Afisa en su primer año de gestión?
Estoy muy contento con el equipo de trabajo y la respuesta que tuvo el año pasado en situaciones bien estresantes como la implementación en tiempo récord del SIGA Emergencia. A la fecha, este se multiplicó por 30 en su operativa trabajando en forma coordinada con el Ministerio de Economía y la Agencia Nacional de Desarrollo en la adecuación permanente, para atender las necesidades de la emergencia.
El fondo de garantías del SIGA es gestionado por Conafin-Afisa. ¿Qué importancia ha tenido esa herramienta para mantener la actividad económica y el empleo en el marco de la emergencia sanitaria?
Entiendo que el SIGA ha sido una muy buena herramienta para la economía que, sumada a las medidas que tomó el Banco Central (BCU) en cuanto a las prórrogas en vencimientos, entre otras, ha funcionado muy bien como un puente de liquidez hacia el sistema y evitando la destrucción de valor por “ahorcamiento” financiero. Esto, además de las prórrogas de los seguros de paro, ha posibilitado evitar la destrucción definitiva de empleo.
Esos instrumentos facilitan que las empresas logren llegar al “otro lado”. El problema es que en marzo de 2020 nunca nos imaginamos que en mayo de 2021 seguiríamos con tantas incertidumbres. Igualmente, hoy existen señales alentadoras desde el agro y las exportaciones.
En cuanto al SIGA Emergencia, los números son importantes no solo en montos sino también en cantidades de empresas a las cuales se llegó.
¿Cuáles son esas cifras?
Hubo US$ 726 mil millones de créditos otorgados por los bancos utilizando el SIGA como garantía, llegando a 20.350 empresas (56% micro, 31% pequeñas y 13% medianas) con una muy buena distribución territorial (62% son del interior), siendo un 74% de estos para capital de trabajo.
Se suman a esto US$ 75 mil millones del SIGA PLUS y US$ 10 mil millones del SIGA Turismo, que se está ahora en pleno avance para poder atender mejor a este sector tan castigado.
¿Qué desafíos principales tiene la empresa en este contexto económico y social?
Una aclaración: nosotros no definimos políticas, simplemente instrumentamos soluciones y ayudamos a diseñarlas. Dicho esto, sin duda que una vez pasada esta etapa, un gran desafío será mantener el SIGA como un instrumento de facilitación del crédito a las empresas y los bancos.
También creo que tenemos la vocación de ser una herramienta para los distintos ministerios e intendencias, para que puedan crear estructuras financieras que sirvan como un eslabón más en el armado de la salida de esta crisis sanitaria y económica.
¿Cuál es el rol de Conafin-Afisa en las obras de infraestructura que tiene el Estado, sobre todo en la parte vial?
Conafin-Afisa es parte del grupo CND (Corporación Nacional para el Desarrollo) y en estos temas tenemos diversas líneas de negocios.
En primer lugar, tenemos como misión ser un facilitador integral en el desarrollo de infraestructura de interés público y sus servicios asociados. Planificamos, dirigimos y gerenciamos obras y proyectos de infraestructura, desarrollando actividades de estructuración, diseño, ingeniería y construcción.
Segundo, nos encargamos de la administración operativa, contable y financiera de fondos de terceros, por cuenta y orden de los clientes, para facilitar el cumplimiento y concreción de proyectos específicos.
A su vez, brindamos soporte en el asesoramiento, estructuración y administración de fideicomisos y fondos que operan como instrumento para la financiación de obras de interés público.
En general, en el tema de las obras asesoramos en el armado de pliegos, llamados, adjudicación y control de pago de contratos.
¿Qué tareas se llevan a cabo en esa materia?
Llevamos adelante los llamados para la realización de obras a empresas constructoras. Estas deberán declarar que están dispuestas a llevar el proyecto por un determinado monto, pudiéndose establecer un máximo. Se realiza el estudio de las ofertas y la constructora que presente la oferta ganadora por precio que cumpla con el pliego será la adjudicataria de la obra.
También se pueden elaborar los llamados a presentaciones de proyectos e incluso realizar el proyecto ejecutivo. En CND se pueden elaborar además otros estudios, como el de prefactibilidad técnica, prefactibilidad ambiental, prefactibilidad jurídico-institucional, análisis de riesgos, evaluación económica y presentación a la comunidad.
Por último, se puede realizar la supervisión de obra, que implica hacer el seguimiento y control de lo actuado por la empresa constructora y dirección de obra, asegurando que la ejecución se hace de acuerdo a lo establecido en el contrato perfeccionado.
Usted fue director del BCU del 2002 al 2005, período en el cual el país transitó la salida de la crisis. ¿Cómo recuerda su experiencia en esa etapa?
Ya pasó mucho tiempo, el cual lo mido con mis hijos: el más chico tenía dos meses cuando asumimos en julio del 2002 y hoy ya hace un año que maneja. Fueron momentos muy duros y mi recuerdo más allá de los malos momentos que vivió la población en general es el de “tarea cumplida”. Con el diario del lunes se podrían haber hecho algunas cosas de forma diferente, pero creo que serían matices no más. Era un Uruguay muy distinto.
¿Qué lecciones cree que dejó la salida de la crisis, que se puedan tomar en situaciones similares?
Lo de situaciones similares supongo que es por lo de crisis y la situación fiscal comprometida, ya que esta crisis tiene aspectos bien diferentes a aquella. En el 2002 el corte del sistema de pagos por la crisis bancaria fue el detonante a una economía que venía de años muy malos, lo que sería un paro del sistema circulatorio a un cuerpo deteriorado.
Hoy, por suerte, esa situación está lejos de ser similar y no ha habido tal destrucción de valor en las empresas y el empleo como en esa oportunidad, habiendo sido esto una de las mayores preocupaciones en las diversas medidas tomadas por el gobierno.
Aproximadamente dos años después de aquella crisis, en el 2004, la marcha de la economía mundial y luego de haber realizado el canje de deuda, nos empezó a traccionar para una salida y posterior crecimiento.
¿Hoy se vislumbra una salida?
Esta crisis es global y no se vislumbra aún una salida clara. Tal vez a nivel nacional veamos en breve la salida (espero) desde el punto de vista sanitario, pero luego, en los otros aspectos y con las perspectivas de los vecinos y de la economía global, no está tan claro, lamentablemente. Hay datos auspiciosos por el lado del agro y las exportaciones similares a aquellos años, pero todavía no me queda tan claro qué sucederá en lo que respecta al empleo.
La restricción de caja dada por el actual déficit fiscal y la necesidad de cuidar el investment grade, que es un activo a cuidar que no se pone en tela de juicio por las principales fuerzas políticas (a diferencia del 2002, que se discutía si caer en default o no), ponen a Uruguay en la obligación de tener que agudizar al máximo el ingenio en la instrumentación de soluciones para retomar la senda del crecimiento.
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