Prácticamente ha transcurrido un mes desde las últimas medidas económicas que involucraron al sector de los pequeños y medianos comerciantes. Hoy Cambadu está conforme con los pasos dados en la materia, pero surgen preocupaciones vinculadas al desempleo y el descenso del poder adquisitivo, hecho que afecta directamente a las ventas, principalmente en la periferia.
Se cumplirá casi un mes de las últimas medidas dispuestas por el gobierno en materia económica para los rubros más afectados por la pandemia. Fue el martes 20 de abril de 2021 que la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, se presentó con cuatro ministros de ese entonces (Pablo Bartol, Germán Cardoso, Pablo Mieres y Omar Paganini) para anunciar una serie de políticas temporales que significaron un respiro para muchos del sector comercial.
En esa línea es que La Mañana dialogó con Antonio Ameijenda, presidente del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu), quien fue consultado acerca de las implicancias de estas medidas, al tiempo que se realizó una puesta a punto de cómo se encuentra el sector al que representa.
El entrevistado aseguró que las últimas medidas tomadas fueron un complemento de todo lo que se había solicitado en agosto de 2020 por parte de Cambadu. Lo que se requería en ese entonces fue presentado en un anteproyecto de ley donde se establecían varios ítems, algunos de los cuales fueron aprobados y se referían mayormente a brindar algunas salvedades para los pequeños comercios en materia de facturación.
Hace cerca de un mes se oficializaron complementos importantes a las medidas ya establecidas, a través de la aprobación de una legislación. Se contemplaron financiaciones de adeudos, no se adelantó el IRAE y otras excepciones para las pymes vinculadas a los sectores más golpeados por la pandemia, como el turístico o la gastronomía.
Ameijenda sostuvo que para formular las últimas medidas fue una gran ayuda el documento que la organización había presentado en agosto. “Pero lógicamente se tratan de medidas paliativas y temporales para el sector, para poder seguir adelante y tener ese aire que tanto se necesita”, aclaró.
Remarcó que el reacondicionamiento de los cargos fijos fue muy importante, ya que considera que no estaba bien hecho anteriormente. “Ahora sí tiene una implicancia importante para el sector afectado por la pandemia y, especialmente, el sector gastronómico”.
Cuentas altas, facturación baja
De todos modos, opinó Ameijenda, no hay facturación en los negocios y todo lo que se puede hacer “nunca es suficiente” porque las deudas siempre van a ser más grandes de lo que se puede pagar con una facturación casi nula. “Igualmente, las medidas permiten que algunos comerciantes no caigan en mora o en el clearing y, además, se puedan quedar dentro de la formalidad, de manera que consigan volver a tener un negocio establecido. Esto es muy importante para las propias personas y el país”, explicó.
Según datos de Cambadu, el 2020 no cerró tan mal el comercio de alimentos en lugares como almacenes, autoservicios y supermercados de cercanía. Ameijenda señaló que las ventas estuvieron estabilizadas en los almacenes mayormente, más allá de que a veces estos comerciantes no tienen las herramientas para ofrecerle al cliente lo que necesita, como formatos a domicilio.
Ahora, en 2021, las zonas periféricas -que son muchas– “es donde están la mayoría de los pequeños comercios y donde el porcentaje de desocupación es muy alto, por lo tanto, se está resintiendo bastante el poder adquisitivo de las personas, afectando directamente el nivel de ventas en esas áreas”, puntualizó el entrevistado.
Sin embargo, el presidente del Centro citó la frase “hasta en la propia guerra se están abriendo negocios”, señalando que se han abierto nuevos locales comerciales en este tiempo. “Los comerciantes tienen fuerza, el problema es que la pandemia se está haciendo larga. De haber sido un periodo más corto más personas tendrían la valentía de salir adelante frente al problema”, expresó.
Rememoró que antes de diciembre los negociantes estaban esperanzados con que Uruguay fuera mejorando y, tal vez, hasta recibiera turismo. Entonces en ese período aprovecharon a mejorar sus negocios. “Obviamente que no es comparativa las aperturas con los cierres, pero sí hubo un cambio en la presentación del negocio que era necesarios desde antes de la pandemia”, agregó.
En ese sentido dijo que los comercios ya venían con problemas en la parte gastronómica, porque los públicos cada vez se renuevan y se tornan más exigentes e incluso se diversifican. “Era necesario adaptarse y la pandemia aceleró los procesos; es necesario ir preparándose. Tenemos la esperanza que a comienzos de la primavera podamos hacer una gran apertura debido a la cantidad de personas inmunizadas. Allí es donde vemos una luz en este camino tan escabroso que ha sufrido el sector gastronómico”, puntualizó.
Un día a la vez
Por otra parte, indicó que actualmente la organización va trabajando día a día según las necesidades. “La realidad de agosto era una, teníamos una apertura en aquel momento que daba esperanzas para la temporada turística del verano, pero en diciembre pasó todo lo contrario, se comenzó con las restricciones de horario y menos clientes llegaban a los locales, al tiempo que crecieron los casos de covid-19”, recordó el presidente.
Se planteó la posibilidad de cerrar los locales en cierto horario de la noche para controlar la llegada de público a los negocios. “Simplemente era una forma de no cerrarlos. Nosotros le comentamos a Álvaro Delgado, subsecretario de Presidencia, que si cerraban del todo, muchos negocios ya no iban a volver a abrir porque se estaban endeudando y el cierre significaría un ultimátum. Además, se pasaría a generar un problema mayor debido a que quedarían más personas desocupadas y todo lo que ello conlleva”, opinó Ameijenda.
Remarcó que nunca es suficiente un sueldo en el seguro de paro, sea el porcentaje que sea, “porque al trabajador además le empieza a hacer falta la propina, que tiene un peso muy grande, y la comida que se le da al trabajador durante su jornada”, añadió.
Servicio de delivery: una solución que no es para todos
El entrevistado fue consultado acerca de cuán redituable, tanto sanitaria como económicamente, es el sistema de delivery para los pequeños y medianos comercios. Explicó que la demanda ya estaba cubierta antes de la pandemia y que, además, hay muchos tipos de gastronomía que no les es posible operar a través del envío a domicilio de todos sus productos.
“A su vez, el delivery tiene un alto costo de envío. Esto se reafirmó recientemente cuando se conocieron datos de uno de los principales agentes de envíos del país, y reconocieron el porcentaje de facturación. Para nosotros es excesivo, prácticamente la cuarta parte del producto que paga el consumidor final”, señaló Ameijenda.
En ese sentido, fundamentó que cuando un comerciante tiene un porcentaje que pagar por el servicio de delivery y un porcentaje facturación en el local, puede sobrevivir. “Pero con el 100% delivery, no, y más tomando en cuenta que hay cosas que no se pueden vender. Además, que no hay suficiente demanda para ese tipo de formato porque ya está cubierto”.
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