Este jueves 20 de mayo por segundo año consecutivo el Parlamento homenajeó en el Salón de los Pasos Perdidos a Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini al cumplirse un nuevo aniversario de los asesinatos perpetrados en Buenos Aires en el año 1976. Se expusieron sus retratos y se escuchó la oratoria de la vicepresidenta Beatriz Argimón, del presidente de la Cámara de Diputados Alfredo Fratti y del periodista Alfonso Lessa.
Se hicieron presentes los legisladores de todos los partidos políticos, un signo que marca a las claras que en este asunto no hay dos visiones sobre el tema y que el repudio de aquellos episodios es unánime y total.
Este es el primer punto que debe ponerse de relevancia. Antes de entrar en cualquier análisis, es imposible soslayar esto porque implicaría torcer los hechos y no darle valor a lo que realmente tiene. El que omite mencionar esto ya parte de una base de mala fe, buscando divisiones donde no las hay.
Es hasta cierto punto comprensible que la atención mediática estuviera concentrada en la actitud de Cabildo Abierto. Primero por ser, todavía, el partido nuevo. Segundo porque su líder es el ex comandante del Ejército. Por segundo año consecutivo, el senador Guido Manini estuvo allí en primera fila acompañando el homenaje en actitud de total respeto, al igual que los otros legisladores. Y tampoco es algo que debería sorprendernos.
Podría haber acudido el senador Guillermo Domenech como presidente del partido o incluso otro representante de Cabildo Abierto, pero no. El propio Manini decidió asistir en persona y esa es también una señal importante. El que lo quiere ver lo ve, el que no, no.
El senador Manini incluso hizo declaraciones que solo fueron difundidas por la radio Universal. “Es una jornada de reflexión, para pensar bien sobre qué pasos jamás deberá volver nuestra sociedad. Creemos que hay que aprender de ese pasado para que nunca más ocurran cosas como las que hoy se recuerdan”, dijo tajantemente Manini. “Todos tenemos que pensar que nunca más se deben vivir aquellos capítulos”, enfatizó.
¿Por qué si hay tanto interés mediático no se difundieron estas expresiones tan significativas? ¿Acaso importa conocer la situación o algunos solo quieren probar forzadamente su punto de vista de que hay un conflicto donde no lo hay?
En la medida que la política se ha mezclado con las redes sociales se ha producido un nuevo fenómeno que es el de la política de consignas o hashtags. Pareciera que si en una determinada fecha, efeméride o frente a algún acontecimiento determinado alguien no publica una consigna está en contra de ella, algo ridículo.
Según la RAE, una consigna es una “orden que se da a los subordinados o que se transmite de unas personas a otras en una misión”. Las consignas son una expresión legítima y para muchos grupos refuerza un sentido de pertenencia. Esto es válido por supuesto. Lo que no es sano para una sociedad es caer en esa suerte de examen o vigilancia colectiva, invasiva y hasta agresiva. ¿Quiénes tienen la legitimación de ser los censores u objetores de conciencia de la población? Semejante gesto de soberbia implica auto atribuirse tal condición, ¿son conscientes de eso?
Vimos incluso la difusión de un afiche donde aparecían los escudos de los clubes de fútbol profesional y se marcaban los que publicaron consignas en sus redes por el 20 de mayo y los que no lo hicieron. Lo mismo les pasa a los periodistas, figuras públicas, etc., el que no sigue una determinada conducta es condenado por esa masa inquisidora, sin posibilidad de defensa.
Convivimos en una sociedad diversa, donde existe el disenso, en que la gente tiene sus propias sensibilidades, formas de expresarse. La sociedad uruguaya no quiere autoritarismos de ningún tipo y no se merece estar sometida a la crispación. Una cosa es respetar el luto, algo que se comprueba año a año, y otra cosa es tener que presumir necesariamente una actitud determinada, ya sea de indignación, de tristeza o lo que sea.
Resulta contradictorio además que quienes más pregonan desde una concepción posmoderna un individualismo contra todas las estructuras de dominación sean precisamente los que más promueven la actitud de rebaño y subordinación. Bajo la amenaza del escarnio y la exposición pública. No suena muy libertario ni progresista.
Terminamos una semana que comenzó con un mensaje muy fuerte a todos los uruguayos. Más de 200.000 compatriotas de todas las edades se inscribieron para poder cubrir las 15.000 vacantes de los jornales solidarios. Es un llamado casi desesperado. Muestra que, si bien la cultura del trabajo se vio golpeada por una concepción demasiado asistencialista que predominó en los últimos años, el uruguayo quiere trabajar y salir adelante con su esfuerzo.
Frente a esta realidad no hay derecho a fomentar grietas ni resentimientos. Si de verdad nos importa tener una sociedad con justicia, hagamos nuestra contribución a esa paz social y analicemos los acontecimientos con serenidad y mesura, viendo el panorama completo.