Llegada a la docencia sentí un gran compromiso de cumplir mi tarea con responsabilidad y durante 31 años lo hice en la escuela rural.
Debemos ser sinceros en esta actividad vocacional: por nosotros, para marcar el esfuerzo, y por nuestros alumnos que cada mañana reciben lo mejor que podemos darles para recorrer juntos los caminos del aprendizaje.
El mundo rural, pleno de naturaleza, está marcado de incertidumbres y certezas, mientras el tiempo transcurre y deja huellas. Rostros quemados por el calor y el frío y manos curtidas, pero cuánta belleza en el alma. Los sentimientos puros de la familia rural que sueña con un buen maestro para alcanzar los objetivos de la educación.
Ese es el punto inicial de una experiencia educativa que colma al docente de desafíos, que son como estrellitas que él debe hacer crecer en brillo. Lograrlo es la meta, en el medio está el esfuerzo, el compromiso, el respeto y la responsabilidad.
Somos un país pequeño pero muy urbanizado, donde cuesta reconocer que somos un país agropecuario y que el campo “es el motor del país”, con un medio rural diferente que quiere igualdad de oportunidades.
Es imprescindible integrar la escuela rural y la urbana, sin desconocer la particularidad de cada una.
Nuestra misión y metodología
La educación rural debe ser una educación productiva, a través de proyectos de trabajo en el que los niños experimenten la alegría de aprender trabajando e interactuando con la naturaleza. Deben poder observar, experimentar y comprobar.
Contextualizar la educación rural. Utilizar los recursos que el medio brinda, preparar una huerta orgánica donde el niño y el maestro aprendan mutuamente, donde se pueda observar la germinación, el crecimiento de los vegetales, la polinización de los agentes polinizadores, la necesidad de la luz, el aire y la lluvia, la utilidad de algunos animales y las dificultades que ocasiona la presencia de otros y la necesidad de combatirlos sin romper el equilibrio natural.
El medio rural lo brinda todo. Es ahí donde se integran todas las asignaturas: la biología (ciclos naturales de plantas y animales), la matemática (midiendo parcelas, áreas, distancias, fracciones, porcentajes), la lectura (buscar información), la escritura y la redacción (relatar las actividades) etc.
Allí aparecen las subjetividades, las vocaciones y hay que potenciarlas. Aparece el que le gusta la matemática, el que le gusta la lectura, la escritura, la agronomía, etc.
Algo muy importante en la educación rural es el rol de la familia, involucrar a los padres. Para eso es fundamental fijar objetivos de forma conjunta al comenzar el año.
Los padres educadores cumplen un destacadísimo papel: la madre que sabe hacer una torta, o hacer manualidades, o tejer, el padre que sabe podar, herrar, o preparar la tierra para sembrar, el que le gusta cantar y tocar algún instrumento, el que conoce las danzas tradicionales.
Ahí el maestro tiene su gran oportunidad de acercar la familia y la comunidad a la escuela, organizar actividades culturales, actos patrióticos, actividades integradoras de comunidades vecinas.
Una escuela rural abierta donde se valorice el trabajo, la familia, el ambiente campesino, los héroes, los símbolos patrios y la identidad uruguaya.
El niño se sentirá feliz de ver a sus padres en la escuela, enseñando y aprendiendo. La escuela será un escenario de construcción conjunta.
*Maestra directora de escuela rural. Jubilada. Rosario, Colonia.
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