Sr. Director:
En el número anterior de La Mañana correspondiente al miércoles 12 de los corrientes se publicaron tres enjundiosos artículos en las páginas 2, 3 y 27 que de una u otra manera se enlazan con el título de tapa sobre la desestabilización en nuestro país. Y a los que hay que agregar los claros conceptos vertidos en la página 5 por el senador de Cabildo Abierto Guido Manini Ríos. No voy a hacer un imposible resumen de todo ese excelente material pero sí quiero hacer notar que el mismo se adecua totalmente a nuestra realidad nacional actual.
Me voy a detener sí en la palabra desestabilización que con grandes letras rojas aparece en la portada. Y como a veces la memoria de los hombres es un tanto frágil o la mente está ocupada en otros menesteres, es oportuno recordar a los lectores que ya antes de asumir el actual gobierno, el 1° de marzo del año pasado, se había decidido por algún grupo de presión (no me gusta bastardear a la palabra sindicato) un paro para el día 2 de marzo, es decir, al día siguiente (!). Un hecho que no recuerdo del que haya un caso similar en el pasado. Finalmente dicho paro no se concretó, por lo absurdo y ridículo o vaya a saber qué otro motivo misterioso y muy pocos días después arribó a nuestro país la pandemia que nos sigue azotando, aquí y en el mundo. Y vino con poco aviso, con cuatro casos importados de Europa, aunque dicen las malas lenguas que ya algo se sabía por parte de la administración anterior. ¿Cierto o no? No se sabe, pero cuando el río suena agua trae, dice el refrán…
Lo que sí se puede decir con seguridad, porque aconteció, es que la oposición política y su brazo “sindical” sin personería no pararon desde entonces hasta el presente en sus intentos desestabilizadores. La marcha de la “diversidad”, actos o concentraciones “sindicales”, la conmemoración del Partido Comunista, los rumores de todo tipo sobre la no llegada de vacunas, así como la ineficacia de algunas de ellas, el acto del 8 de marzo, el supuesto colapso de los CTI, etc., etc., y todas las demostraciones públicas, por supuesto, sin guardar distancia social y con poco o mal uso de los barbijos.
O sea que la desestabilización fue y es una constante. El tema es que no para, no se detiene. Y va mutando, cual virus político maligno que es. Y ahora la Justicia no penal (de la penal no vale la pena perder el tiempo) se permite condicionar la política de vivienda del Poder Ejecutivo. ¡Pobre Montesquieu, qué diría! Mientras un juzgado formalizó (sí, ya sé, no hay condena aún), otros ampararon. Y para cumplir dicho amparo el Poder Ejecutivo tuvo que desamparar a otra familia, y esto no es un juego de palabras. Es un disparate tan monstruoso que ni vale la pena intentar analizarlo desde el punto de vista jurídico, ya que alguna vez se ha dicho que el Derecho no es otra cosa que el sentido común legislado.
¿Y qué hace el Gobierno? Mira, mira demasiado tiempo desde la tribuna, no quiere alborotar el avispero. ¡Pero si el avispero ya está alborotado! Sería bueno que actuara más rápido que lentamente, porque quiera o no, en algún momento va a tener que bajar a la cancha. Y en la cancha hay que moverse con mucha habilidad y mucho coraje. Hace algún tiempo ya lejano, lo hizo un presidente y no le fue nada mal…
Muy atentamente:
Dr. César Eduardo Fontana
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