El arquitecto español Rafael Moneo Vallés (Tudela, Navarra, 1937) recibió el pasado sábado en Venecia, en la XVII Bienal Internacional de Arquitectura, el León de Oro a la trayectoria. Este nuevo galardón se suma a otros muchos obtenidos en una vida dedicada a su profesión en la que destaca su marcada visión innovadora.
Formación y docencia
Poco después de graduarse en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, Rafael Moneo trabajó en Dinamarca con el arquitecto Jorn Utzon, autor del edificio de la Opera de Sídney. Es becado para cursar durante dos años estudios en la Academia Española en Roma y a su regreso a Madrid ejerce su profesión y también la docencia en la misma Escuela de la que egresó.
En 1971 concursa y gana una cátedra de Elementos de Composición en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Su actividad internacional tiene cada vez mayor alcance y es invitado a trabajar en el Instituto de Arquitectura y Estudios Urbanos de Nueva York. Ejerce la docencia en prestigiosos centros educativos americanos y también europeos, como la Escuela Politécnica Federal de Lausana en Suiza, y en el año 1985 es nombrado decano del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Harvard. Parte de su tarea docente se reúne en libros como “La vida de los edificios”, en el que nos habla de la Mezquita de Córdoba y de la Lonja de Sevilla.
Su obra
Sus prolongadas estancias en Dinamarca, Italia y Barcelona le permitieron un contacto directo con las tradiciones nórdica y grecolatina, de las que su obra se nutre sin dejar por ello de recurrir a un racionalismo propio del lenguaje moderno. En razón a ello la expresión arquitectónica de Moneo ha sido nombrada como “racionalismo contextual”, en oposición con las corrientes utilitarias tan en boga en la arquitectura funcional y cortoplacista. Contextual en cuanto tienen en cuenta la historia, el entorno y la geografía, elementos con los que dialoga sin caer en la mimesis ni en una suerte de arquitectura historicista.
En sus obras pueden identificarse elementos de la antigüedad, como la gran escala, el ritmo y armonía entre espacios llenos y vacíos, y la nobleza de los materiales, pero también aflora el lenguaje moderno en la nítida delimitación de los espacios con una total pureza de líneas desprovista de ornamentación.
Conciliar presente y pasado ha sido frecuente en la actividad profesional de Moneo, quien en Madrid ha tenido a su cargo las ampliaciones de la sede de Bankinter y de la estación de Atocha, así como las del Banco de España, el Museo del Prado y la adaptación del Palacio de Villahermosa para que allí funcione el Museo de Thyssen Bornemisza.
Otras de sus obras significativas es el Palacio Kursaal, que impone su silueta en la costa de San Sebastián, con dos grandes cubos de vidrio, a los que Moneo comparó con “dos rocas varadas junto al Cantábrico”, entre los que se extiende una pasarela transitable, y cuya conexión subterránea alberga salas polivalentes, restaurantes y aparcamientos.
Otras de sus más logradas obras en España es el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, edificio en el que destaca una gran nave central con lucernarios y arcos de medio punto. En consonancia con las colecciones que allí se exponen, provenientes de los hallazgos arqueológicos del pasado del lugar, los muros son de ladrillos aplantillados de tipo romano.
La arquitectura religiosa también forma parte de la obra del gran arquitecto navarro, tal como muestra la catedral de la ciudad de Los Ángeles y la iglesia de Iesu, en San Sebastián, ambas distintas en escala, pero con igual éxito en cuanto al logro de un espacio íntimo de recogimiento.
Los premios
Rafael Moneo ha sido el primer arquitecto español en recibir el premio Pritzker, otorgado por la fundación Hyatt. Ha sido nombrado Doctor Honoris Causa en varias importantes universidades del mundo. Obtuvo medallas de oro: de la Arquitectura Española, de la Academia de Arquitectura de Francia, de la Unión Internacional de Arquitectos y del Royal Institute of British Architects. Recibió, entre muchos otros, el Premio Nacional de Arquitectura, el Premio de Arquitectura Contemporánea Mies Van der Rohe, el Praemium Imperiale de Japón y en 2012, el Príncipe de Asturias de las Artes.
El León de Oro, que le fue entregado el pasado sábado en Venecia, fue para él especialmente significativo por estar asociado a la Bienal, lo que hizo revivir sus tiempos de estudiante, porque, según sus palabras, “las Bienales son todavía un lugar obligado de peregrinaje para arquitectos y estudiosos de la arquitectura”.
Esta Bienal, que pensaba celebrarse el año pasado y debió ser pospuesta por la pandemia, se mantendrá abierta hasta el 21 de noviembre y tiene como título “¿Cómo viviremos juntos?”.
El arquitecto Rafael Moneo dijo estar muy emocionado por recibir el premio en una ciudad como Venecia, “que atrae y fascina a los arquitectos” y agregó que “los edificios arquitectónicos no son piezas aisladas y meros objetos; el construir la ciudad ya no es la norma, sino casi el axioma sobre el que se apoya la arquitectura”. Su reflexión sobre los efectos de la pandemia fue “que debería animarnos a construir una ciudad mejor, para que tengamos más contacto con el exterior y valoremos más nuestras casas para que sean algo más que dormitorios”.
*Columnista especial para La Mañana desde Madrid
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