La Unión Europea alcanzará los niveles de producción anteriores a la pandemia más tarde que EE.UU., lo que plantea interrogantes sobre el tamaño y la composición del apoyo fiscal. Nosotros aconsejamos a la UE que no elimine el impulso fiscal demasiado rápido. Por el contrario, creemos justificado un impulso fiscal adicional a corto plazo para poder retornar al nivel de producción de finales de 2019 antes de lo previsto. Si el crecimiento de la productividad es mayor en los próximos años gracias a la reorganización de los procesos empresariales, un mayor estímulo fiscal ahora no debería crear presiones inflacionistas a mediano plazo, ni debería plantear problemas de sostenibilidad de la deuda. Para impulsar la demanda agregada, y dados los importantes efectos distributivos de la crisis de covid-19 y la pérdida de ingresos en algunas categorías de la población, el apoyo fiscal podría adoptar en parte la forma de apoyos selectivos a los hogares de bajos ingresos.
Al mismo tiempo, los gobiernos deberán ir abandonando gradualmente los apoyos generalizados a las empresas, sustituyéndolos por estímulos a la demanda. No solo las insolvencias de las empresas están en niveles históricamente bajos, sino que la economía en estado de equilibrio podría llegar a ser muy diferente a la actual. Para permitir la reasignación de recursos entre sectores y la reorganización dentro de los sectores, no es posible mantener vivas todas las empresas con apoyos estatales. Para ello es recomendable apoyar la reasignación de los factores productivos incentivando la inversión de las empresas y apoyando el reentrenamiento y la readaptación de los trabajadores.
G. Claeys, Z. Darvas, M. Demertzis y G. Wolff en “La gran divergencia del covid-19: administrando una recuperación sostenible y justa en la Unión Europea”, Bruegel Policy Contribution, mayo de 2021
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