Protagonista en todas las instancias políticas desde que se recuperó la democracia a la fecha, Jorge Larrañaga dejó tras de sí una trayectoria llena de difíciles instancias.
En la tarde del frío y lluvioso sábado 22 de mayo la noticia del fallecimiento recorrió todo el territorio nacional sembrando duda y descreimiento sobre su veracidad. En tiempos de tantas noticias falsas todos querían saber cuan cierto era aquello que se replicaba e impactaba, y hasta que el presidente Luis Lacalle no lo confirmó en su cuenta de Twitter parecía no ser cierto.
“Falleció Jorge Larrañaga. Muy duro! Lo aprendí a querer y a respetar. Fue cariñoso aún en la dureza de la batalla. Competimos, cooperamos, nos respetamos. Estaba en su mejor momento. QEPD”, escribió el mandatario a la vez que cambió la foto de perfil colocando una en la que se lo ve junto al exministro del Interior.
Similar es el sentimiento del senador Guido Manini que resaltó, “creo que el sistema político ha perdido una gran persona, un baluarte, una persona muy necesaria en este momento en el Uruguay que asumió una función por demás difícil en un escenario sumamente complicado” dijo Manini Ríos en el programa Santo y Seña.
El expresidente Julio Sanguinetti: “más ‘guapo’ que nunca, cayó un gladiador de la República. Ejemplo de compromiso, honestidad y coraje. Nuestra emoción para con él y los suyos”.
Desde el Frente Amplio dijo que Larrañaga fue un “destacado dirigente político de nuestro país” e hizo llegar “su más sentido pésame y solidaridad” a sus “familiares, amigos y compañeros del Partido Nacional”.
El intendente de Maldonado, Enrique Antía, se despidió con un mensaje en Twitter: “Siempre luchando intensamente para servir y ahora en un gran momento de su gestión pública muere ‘Guapeando’ contra el delito”.
Más reverses electorales que éxitos
De caminar cansino mal lo juzgaría quien creyese que su andar definía su personalidad. Muy por el contrario, supo hacer de la firmeza una de sus características desde el lejano 1990 cuando asumió la Intendencia de Paysandú con 33 años.
Su carrera política comenzó desde muy joven ocupando cargos departamentales en el Partido Nacional cuando tenía 25 años, además de desempeñarse como edil entre los años 1985 y 1990, en el período previo a convertirse en intendente.
A partir de la Intendencia, donde estuvo durante dos períodos (1990 a 2000) su figura pasó a la consideración nacional y comenzó a ser punto de referencia a través de una nueva agrupación política que finalizó con la conformación de Alianza Nacional, del que se convirtió en líder natural, identificado con el ala wilsonista del Partido. “Soy orgullosamente blanco y wilsonista”, había escrito en su Facebook poco antes de las elecciones nacionales de 2019.
En el año 2000 asumió por primera vez en el Senado de la República donde fue reelecto en los siguientes períodos, asumiendo siempre su banca, excepto en 2020 que renunció para aceptar el cargo de ministro del Interior.
Su wilsonismo fue, además de una posición política, una opción frente al herrerismo encarnado por el expresidente Luis Lacalle de Herrera, de quien comenzó a marcar distancia y cuyo liderazgo desafió en las internas de 2004, que ganó, pero luego fue derrotado en las elecciones nacionales por Tabaré Vázquez (Frente Amplio).
“Los uruguayos debemos reconocer su tremendo compromiso y esfuerzo para cambiar una realidad que nos afecta a todos”, se despidió con un mensaje en Twitter Guido Manini Ríos
Tiempo después Larrañaga dijo que le tocó enfrentar al Frente Amplio más fuerte de su historia, y aunque perdió logró el mayor apoyo para el Partido Nacional luego de la dictadura militar, obteniendo el 35% de los votos.
En los años siguientes se destacó por su rol opositor, se fortaleció como representante del wilsonismo a la vez que supo mantener una estratégica distancia con el Partido Colorado. Sus correligionarios comenzaron a verlo como el único capaz de disputar el Gobierno al Frente Amplio, sin embargo, a nivel electoral le esperaban más reverses que éxitos.
En 2009 volvió a presentarse a las elecciones, pero esta vez no logró superar a su rival interno, Lacalle de Herrera, con quien lo separaban importantes distancias políticas a pesar de las cuales conformó con éste la fórmula presidencial en señal de unidad y fortaleza partidaria. Las elecciones fueron ganadas por José Mujica y Larrañaga volvió al Senado.
Las elecciones de 2014 parecían propicias para el líder wilsonista. El Frente Amplio comenzaba a dar señales de desgaste y el Partido Colorado continuaba sin encontrar un líder fuerte capaz de recuperar los cientos de miles de votos perdidos. Pero surgió, emergente, la figura del Luis Lacalle Pou que lo dejó otra vez en segundo lugar. Fue una derrota para la cual los wilsonistas no estaban preparados.
Por unos días Larrañaga se retiró a su campo en Paysandú, “a pensar”, dijo, y desapareció de todos los medios de comunicación. Ni siquiera sus más allegados se atrevían a dar información sobre su futuro político, lo que expuso la magnitud del revés sufrido.
Días después confirmó que acompañaría a Lacalle Pou en la fórmula presidencial y a partir de entonces ambos líderes estrecharon sus lazos lo que fue de utilidad para mantener la unidad partidaria hacia el futuro que se venía.
Su última campaña electoral fue de la de 2019, en la cual también fue superado, pero esta vez sin la sorpresa ni el dolor por la rota, y con la convicción de que la unidad hace a la fortaleza de los partidos. En ese sentido, y sin ser el compañero de fórmula de Lacalle Pou, recorrió el país como si lo fuera.
En las elecciones nacionales Lacalle resultó ganador y Larrañaga asumió el Ministerio del Interior, uno de los lugares más difíciles por la naturaleza del trabajo, pero además por el deterioro que el país había sufrido en materia de seguridad.
Desde esa Secretaría de Estado mantuvo un discurso firme, un accionar directo en el combate a la delincuencia y un acercamiento con la Policía y los policías como nunca se había visto desde el retorno de la democracia.