La inesperada muerte de Jorge Larrañaga generó conmoción y duelo en la sociedad uruguaya. Su partida valorizó la gestión y el cambio de actitud con un mayor respaldo a la policía respecto a la lucha contra el crimen. La confianza del presidente Lacalle Pou ahora está depositada en Luis Alberto Heber, otro histórico del Partido Nacional, quien asegura seguirá un rumbo de continuidad.
Era un viernes nublado, fresco y algo ventoso en Santa Clara del Olimar, departamento de Treinta y Tres. Allí, el entonces ministro del Interior, Jorge Larrañaga, dio el que sería su último discurso en el marco de la inauguración del destacamento de Bomberos. “El presidente nos pidió el primero de marzo de 2020 tres cosas: que diéramos la cara, que estuviéramos en todo el territorio nacional y que mostráramos resultados, que es lo que se está reclamando”, destacó. Fueron cuatro minutos de oratoria, en que se lo vio con su habitual firmeza al hablar al mismo tiempo que matizaba con alguna sonrisa. Nada hacía esperar la desgraciada noticia de su muerte súbita al día siguiente.
En sus últimas apariciones públicas, Larrañaga había insistido en esa idea de dar la cara. Frente a un reclamo la noche del jueves de vecinos de la zona de Paso de la Arena que reclamaban mayor seguridad ante una ola de delitos, allí estuvieron las autoridades y los propios vecinos lo reconocieron. “Tuvimos respuesta, estamos contentos por eso. Somos gente de trabajo que estamos tratando de buscar una solución”, dijeron a Telemundo. En el lugar se hizo presente, entre otros, el director de Convivencia y Seguridad Ciudadana, Santiago González, que en rueda de prensa dijo que la directiva de Larrañaga era “salir a hablar y escuchar los reclamos”. “Vamos a intervenir en el barrio, tener presencia policial, para que los que llevan adelante los delitos sean presentados ante la Justicia y los vecinos puedan vivir en paz”, afirmó González.
Ese mismo jueves Larrañaga se encontraba en el departamento de Rivera donde consultado por la prensa dijo que le preocupaban las ocupaciones de terrenos y consideró que “del delito no pueden emerger derechos”. Sus expresiones coincidieron con la situación de la usurpación de tierras en varios puntos de la capital y del este del país, y de la polémica suscitada por los fallos judiciales que obligan al Ministerio de Vivienda a brindar una solución habitacional a algunas familias del asentamiento Nuevo Comienzo que presentaron recurso de amparo.
La noticia de la muerte de Larrañaga el sábado 22 de mayo generó una verdadera conmoción en la sociedad y en el sistema político uruguayo. Uno de los episodios más emotivos y significativos sin lugar a dudas fue el homenaje que le brindaron los policías que hicieron sonar las sirenas de una larga hilera de patrulleros, imágenes que fueron captadas por un video compartido masivamente por las redes sociales.
Haber comprendido la necesidad de respaldo que tenía la policía y apoyarse en ese cambio de actitud fue una de las virtudes más destacadas por parte de distintos políticos hacia la figura del ministro Larrañaga. Fue el propio Larrañaga el que más insistió, junto al senador Manini Ríos, en apurar el proceso de discusión de la Ley de Urgente Consideración en el Parlamento, en el momento en que la pandemia había paralizado al país y algunos sugerían posponer el trámite de dicha ley. Uno de los motivos fundamentales que movió a ambos dirigentes fue brindarle con la LUC nuevas herramientas a la policía para poder combatir el delito. En esto, Larrañaga y Manini Ríos coincidieron plenamente, aun cuando el líder de Cabildo Abierto no había apoyado el plebiscito “Vivir Sin Miedo” del año 2019 promovido por el dirigente blanco.
Larrañaga junto a Daniel Salinas eran los dos ministros mejor valorados por los uruguayos. El presidente Lacalle Pou lo reconoció en la despedida de su correligionario cuando dijo que “estaba en su mejor momento”. El mandatario le había confiado una de las mayores responsabilidades y lugares de mayor confianza como es el Ministerio del Interior. “La tumba de los cracks”, acotó Mujica.
Con 14 meses y 20 días de gestión, el Guapo había logrado una baja en los principales delitos del país, fortaleció la lucha contra el narcotráfico y multiplicó la presencia de la policía en las calles. Su gestión no estuvo libre de obstáculos, como el recordado cruce con la Institución Nacional de Derechos Humanos a la que calificó de “club político” con un “alto contenido ideológico politizado”. Para Larrañaga la institución se había “salido del cauce” y su integración había “desnaturalizado su funcionamiento”, llegando incluso a afirmar que su ministerio no iba a seguir sus recomendaciones y analizaba la posibilidad de pedir la declaración de inconstitucionalidad de le ley 18.466 que creó la INDDHH. “Nunca los vi preocuparse por los derechos humanos violados a policías, por ejemplo”, lanzó Larrañaga en una entrevista del programa En Perspectiva en setiembre de 2020.
Orden de no aflojar
La frase se atribuye al caudillo Aparicio Saravia, pero fue acuñada por Larrañaga ya en el año 2009. Ese espíritu indudablemente caracterizó su carrera política, en la que se levantó una y otra vez de sucesivas derrotas electorales y mostró su enorme vocación por el servicio público. Era imposible imaginar en él un retiro de la política o que algún día descubriera que no era lo suyo.
Esa misma tenacidad la imprimió desde el inicio en el Ministerio del Interior y en la policía. Una policía que fue nutrida de recursos económicos y de equipamiento como nunca antes durante la gestión anterior, pero que carecía del apoyo necesario para proceder con firmeza ante delincuentes cada vez más violentos y el avance del crimen organizado. A eso se sumó una ola de asesinatos de policías y de robo de armas, que naturalmente golpeaban en la moral de la fuerza. Larrañaga se mostró también inflexible contra la corrupción y no dudó en desplazar a los funcionarios e incluso jefes de policía que caían en la telaraña del delito.
No era fácil para Lacalle Pou sustituir al ministro Larrañaga. Aun en medio del duelo, el presidente no podía eludir esa decisión tratándose de un ministerio tan importante. Así fue que el lunes a las 6 de la tarde anunció que confiaba la tarea a otro histórico del Partido Nacional como Luis Alberto Heber y marcó claramente el rumbo de continuidad. “Continuará un proceso de cambios, defensa de los uruguayos, respeto y respaldo a la policía”, señaló Lacalle Pou. Al día siguiente el ministro Heber se presentó en conferencia de prensa junto al director de la Policía Nacional, y sostuvo que “hay un elemento de continuidad en las políticas que venía realizando el gobierno y su gran ejecutor como fue Jorge Larrañaga” y agregó que “no puede librarse una batalla con éxito si quien comanda esa fuerza no está debidamente respaldando el accionar, por supuesto dentro de la Ley y la Constitución”.
El 28 de mayo la Guardia Republicana realizó la llamada “Operación Guapo” en Maldonado, incautando armas, municiones, drogas y altas sumas de dinero. El mismo día cayó una organización narco que operaba en Florida y Trinidad. Al mismo tiempo, se hacía viral una foto de la sede de la Jefatura de la Zona Operacional 5 de la Jefatura de Montevideo donde se inscribió la frase “Hay orden de no aflojar. JWLF”.
Ese día el titular del Interior participó de una reunión de ministros de Seguridad y del Interior del Mercosur, realizada en forma virtual. Según el portal de Presidencia, Heber “mostró su preocupación por la corriente migratoria actual, destacó la reducción en las cifras de delitos en Uruguay y expuso las principales líneas de acción del Gobierno en el combate al narcotráfico”.
Previamente, el ministro Heber había realizado una conferencia de prensa para elogiar el trabajo de cooperación internacional que permitió la captura del mafioso Rocco Morabito en Brasil. La fuga “caminando” de Morabito de Cárcel Central en 2019 fue para Heber una “vergüenza internacional” y recordó que la situación aún sigue bajo investigación.
Esta semana, Heber está culminando además una ronda de reuniones con los líderes de la coalición, de los que recibió absoluto respaldo. Así pasaron diez días desde la inesperada muerte de Larrañaga, la asunción de Heber, la captura de Morabito y la polémica por la frase que estampó la policía en una de sus sedes. El legado del Guapo traspasa lo político partidario y se vuelve motor de un cambio de actitud imprescindible para el combate a la delincuencia.
Compromiso absoluto
El 31 de mayo se cumplió un año del brutal crimen de tres infantes de marina en el Cerro, realizado con el móvil del robo de armamento militar para su venta y la compra de drogas. La fatídica fecha lo encontró al ministro Larrañaga llamando a la madrugada al Fiscal de Corte para trabajar desde el primer minuto en la investigación y captura de los responsables, que sucedió pocos días después. Fue ese compromiso titánico con la función, que lo obligó a descuidar su propia salud, pero que le valió a Larrañaga el respeto y el reconocimiento de los uruguayos.
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