Los que no viven en vano…
Eso rezan las palabras del que fue el primer comandante del 5º Batallón de Ingenieros de Construcciones del Ejército de Brasil, perteneciente al 2º Comando de Ingeniería de la Amazonia en Manaos, al momento de su despliegue y el comienzo de tareas.
Siendo oficial del Ejército, como alférez recién recibido, tuve la oportunidad durante 6 meses de realizar una pasantía de Técnicas de Construcción de Carreteras, en esa unidad militar de Construcciones, con base en la ciudad de Porto Velho, capital del Estado de Rondonia, en el año 1978.
Participé en las obras de la carretera transamazónica, en la BR 364 en la frontera con Paraguay, Bolivia y Perú –bajo la modalidad de coparticipación de los Ingenieros del Ejército con la Dirección Nacional de Carreteras del Brasil–, que sería una vía de comunicación como forma de forma de integrar, dar presencia estatal, seguridad y de consolidar la soberanía en esa alejada y muy compleja zona de la Amazonia.
Para mi primera experiencia, la zona de trabajo era de más de 1000 km de extensión y el despliegue era mediante campamentos espaciados según fuese posible y necesario, comandados en áreas de responsabilidad de nivel Compañía de Construcciones de Carreteras, en los Estados de Mato Groso del Norte, Rondonia y Acre.
La instalación, el despliegue y la actuación del batallón no solo le daba presencia política y administrativa al Estado brasileño, sino también social y económica, en esa zona fronteriza naturalmente compleja y de difícil acceso.
Hasta ese entonces, las comunicaciones de más peso, volumen y rapidez eran mayormente fluviales y aéreas.
La construcción se apoyaba en antiguas rutas terrestres muy precarias y las condiciones agrestes de la naturaleza selvática, sumado a las condiciones sanitarias, como la malaria y otras enfermedades tropicales, dificultaban mucho el trabajo.
Luego de una breve inducción técnica y logística, fuimos distribuidos entre los diferentes campamentos y áreas de trabajo práctico. Para mi asombro, el 5º Batallón de Ingeniería de Construcciones tenía en su totalidad más de 2.000 efectivos.
En mi destino solo 200 de los integrantes eran militares activos. El resto, eran civiles temporalmente contratados, como ser ingenieros viales y mecánicos, operadores de maquinaria vial, especialistas en laboratorios de suelos, obreros de construcción y mantenimiento edilicio, abastecimiento de agua y energía, choferes de vehículos livianos y pesados, cocineros, médicos, odontólogos y bioquímicos, enfermeros y en su mayor porcentaje mucho personal de servicios generales, sin capacitación o experiencia especializada previa, pero con mucha voluntad, necesidad y posibilidades de aprender oficios de construcción de todo tipo.
Algunos provenían de las distintas zonas de despliegue y trabajo, y muchos otros de lugares del Brasil donde faltaban posibilidades de empleo y de subsistencia, y esto les daba una oportunidad de aprender y practicar a la vez, colaborando en una obra de desarrollo nacional.
Unidos bajo una misma bandera
Más allá de lo vivido y del aprendizaje práctico, se palpaba la motivación de esa gente por participar en una obra que buscaba “traer e incorporar para el país” una parte olvidada y a la vez muy rica, para el mejor y mayor crecimiento y desarrollo de toda la población en general.
Todos los días, civiles, militares y lugareños amanecían juntos cantando el himno, izando el pabellón nacional y luego cada uno dedicándose a lo que le correspondía.
En las conversaciones e intercambios espontáneos en los lugares de trabajo, en los traslados y aun en el contacto con los locales, se podía ver cómo une y fortalece el trabajo y la construcción de algo que ayuda a los que viven en el lugar y los que se desplazan por la carretera, para mejor extraer, producir, transportar y trasladar personas, bienes y servicios.
También se brindaban muchas posibilidades de capacitación para ese tipo de tareas constructivas, en un marco seguro y ordenado de gestión y administración, funcionamiento laboral y de convivencia diaria.
Fueron haciéndose posibles muchas plantaciones y cosecha de insumos alimenticios así como explotaciones ganaderas y mineras, y se podía coordinar de mejor manera el transporte multimodal para su traslado.
De la misma forma la población creció exponencialmente, por inmigración interna desde otros estados y regiones del Brasil, así como de países vecinos.
Concluyo que aprender haciendo es una gran oportunidad y cuando esto se da conviviendo todo el día y todos los días en algo que ayuda a muchos, es muy gratificante.
En estas épocas difíciles que nos toca vivir, por un lado se necesitan obras de infraestructura que apoyen al desarrollo económico y humano, como también para integrar zonas y población deprimida y necesitada.
Por otro, existe mucha población desempleada, ya sea por falta de oferta temporal laboral privada o de capacitación y entrenamiento práctico imprescindible, para obtener empleos y medios dignos de subsistencia.
Ante estas realidades, este tipo de peculiares emprendimientos que tuve la suerte de participar y observar serían útiles, posibles y hasta necesarios.
Ya de regreso al país, se me encomendó la planificación y ejecución de un Curso de Técnicas de Construcción de Carreteras, para nuevos oficiales del Arma de Ingenieros.
Después ese curso, se fueron sumando otros también especializados y similares, en otras áreas constructivas, y se fue transformado en los que hoy se imparten en el actual Centro de Instrucción de Ingenieros del Arma respectiva del Ejercito, donde no solo se capacita personal militar sino también civiles de varios orígenes.
Posteriormente, ya sea en destinos y cargos en el país, así como en misiones de Mantenimiento de Paz que pude participar, me sirvió mucho y fue útil emplear lo aprendido en la Amazonia, no solo en obras de ingeniería de finalidad y uso militar, sino también para la actividad pública, privada y para la población civil local, nacional o de los países o zonas de actuación.
Rescato y así es dable proponer, la posibilidad de incorporar temporalmente civiles en forma individual o grupal, a las actividades de las Fuerzas Armadas, sobretodo dada la nueva realidad mundial y nacional, donde el Estado debe asistir ante emergencias o permanentes necesidades que por distintas razones, ni el mismo Estado ni el sector privado, ni la sociedad organizada como sea, puede atender en forma rápida y eficiente.
También se cubren otros propósitos, brindando actitudes y aptitudes a quienes necesitan educación y capacitación para empleo futuro, así como alojamiento, alimentación, atención sanitaria, vestimenta y contención social, que por diversas razones a otros les resulta más complicado.
Y todo, por y con, la gran posibilidad y oportunidad para muchos Orientales de NO VIVIR EN VANO…
Cnel. (r) Gustavo Formento,
exjefe de Estado Mayor Brigada de Ingenieros
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