En estos tiempos que corren, se están viviendo muchos cambios a nivel social, que para los nacidos antes de 1960 les eran inimaginables.
Toda la agenda de derechos que hoy son banderas, para muchos políticos oportunistas y de los otros que también son oportunistas, aunque más tibios, les viene al dedillo para hacerse pasar por gente de “mente abierta”, cuando en realidad la tienen más cerrada que “Casa Soler”.
Hay un sin número de ejemplos. La sociedad de aquel entonces veía con muy malos ojos cualquier desviación hacía la feminización estética del hombre, recuerdo un futbolista de enorme talla y legendario, ya fallecido, que declaró: “Yo dejé el fútbol cuando ingresaron los secadores de pelo al vestuario”. Todo un ejemplo de la sociedad machista de la época. Hoy, el secador de cabello es un implemento más que útil, necesario.
Hoy las organizaciones que defienden derechos de todo tipo, hacen reclamos, marchas y hasta te condenan públicamente, sin juicio mediante. Todo bajo la bendición del partido de gobierno y en particular del Frente Amplio, aunque los partidos tradicionales acompañan con un disimulado fervor.
Un ejemplo claro del linchamiento público y del poder de las distintas organizaciones fue el caso al que fue sometido un ciudadano, aunque la justicia archivara el sumario por falta de mérito dado que la única demandante del supuesto incidente retiró la denuncia. El ciudadano acusado, sin pruebas, quien tenía legítimas aspiraciones de marcar votos y presencia en una lista, fue expuesto a la picota pública y recibió una andanada de insultos y fue sometido al escarnio público y de paso “la orga” dejó en ridículo al aspirante a la presidencia Daniel Martínez, aunque no fuese esa su intención.
Años antes, el propio intendente y su séquito, se sacaban fotos abrazados al ahora “ilegalizado” ciudadano, cuando participaba con la campaña del “no a la baja”, que según él “fue muy bien remunerado” por quien ahora fue la responsable de su estrepitosa caída
Reunidos alrededor de una mesa del bar “El Titito” estaban Eulalio el mecánico, Don Armando jubilado de la vieja compañía de gas y Arturo el herrero, quienes estaban rememorando antiguas situaciones vinculadas a la política.
Hablaban de moral, algo que según venía la charla, estaba en extinción, pues no había nadie en la actualidad que calzara los puntos de los políticos de antaño. Recordaban viejos debates parlamentarios, la altura, la educación, la verborragia de los contendientes, unos hablaban de Zelmar, otro de Wilson y hasta Batlle Berres entró en escena.
Vuelta va, vuelta viene, se sucedían los recuerdos, las interpelaciones que hicieron caer ministros, rememoraban la ley de duelos, donde los ofendidos debían lavar el honor con sangre.
No faltaron a la cita los valores morales de Aparicio cuando le decía a su propio hermano Basilicio en una carta épica, que “prefería a sus hijos pobres pero con patria y no ricos y sin ella”.
Infaltable la referencia de el “Hasta sucumbir” de Leandro Gómez en Paysandú.
Radio “Clarín” sonaba fuerte y clara y flotaban las notas de Pascual Contursi y su orquesta en el ambiente cuando ingresó al bar un joven con gorra, de visera hacia atrás y vestía una raída remera con un logo de hoja de marihuana en ella y los pantalones estaban a la altura donde la espalda cambia de nombre.
Se dirigió hacia el mostrador y preguntó con modo muy amable y delicado:
- ¿Conocen en la zona alguna farmacia que venda marihuana legal? Porque no quiero comprarme un “chasqui” en “la boca”.
Horrorizados los parroquianos lo ignoraron y se miraron con asombro y continuaron con su charla de viejos ejemplos de moral y vergüenza. - Ahora todo está bien, legalizan cualquier cosa, no les importa nada -dijo Armando.
- No, todo no -dijo Eulalio- El “Gucci” fue prohibido y ahora es hasta una figura nociva para los votantes de Martínez. ¿Se imaginan un debate Gucci–Sanguinetti, Gucci -Arbeleche o Gucci-Manini?
En ese mismo momento los tres veteranos a la vez y con una sonrisa irónica gritaron juntos: - ¡LEGALICEN AL GUCCI!