Los desafíos de la avicultura siguen siendo incrementar el consumo interno a 30 kilos e impulsar las exportaciones, coincidieron el empresario Denis Villalba, y el productor fasonero Gustavo Clavijo.
Denis Villalba, propietario de Avícola Valle Alegre, destacó que a nivel local la avicultura “ha evolucionado, se ha tecnificado y todas las empresas han tenido tendencia a reconvertir sus estructuras y mejorar el producto”, pero “aun así hay un camino para recorrer y ofrecer una mejor diversidad al cliente”.
Destacó que el consumo interno es de 22 kilos por persona al año, pero no es suficiente y “el sector busca tener un crecimiento en los próximos tres años”, pasando “a los 30 kilos, para lo cual “estamos trabajando en conjunto con el Instituto Nacional de Carnes (INAC), y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca “sobre el mecanismo de promoción del producto y su mejora”.
Aumentar el consumo en 8 kilos en un plazo de 3 años es un “objetivo alcanzable” porque “el consumidor está” y porque “es una carne sana”, además de ser de producción competitiva “frene otras especies animales y eso ayuda a la posibilidad de crecimiento”, explicó, y evaluó que el sector avícola “se está moviendo con otra dinámica, se están haciendo más cosas que en años anteriores, pero hay que seguir porque no es suficiente”.
A su vez anunció que de forma “paralela se están haciendo proyecciones para ir remodelando todas las plantas” con la mira en “la posibilidad de exportar”.
La industria tiene capacidad ociosa
Villalba dijo que ha habido un aumento del consumo que se dio “solo” y eso tiene “una explicación simple que es económica: la carne de pollo está más barata” lo que impacta sobre el bolsillo de las personas, pero tenemos que hacer que el consumidor opte por el pollo no solo por economía sino también porque es saludable. Y que opte convencido porque es carne de calidad, sana y barata”, subrayó.
En otro orden expresó que “todas las avícolas” tienen “infraestructura ociosa del 40% por lo menos”, a su vez todas queremos ser más eficientes y producir más, “entonces nos pasa lo que ahora, que al producir un poco más se tiende a que haya más oferta y el precio baje”.
Es por eso que hay que “intentar aumentar el consumo para que esa capacidad ociosa pueda utilizarse y bajar costos. Así ganan todas partes: las empresas bajarán costos y el mercado tendrá un buen producto y en condiciones económicas favorables”.
Gustavo Clavijo: Uruguay cayó de 500 a 200 fasoneros
Gustavo Clavijo es productor fasonero, su establecimiento Granja La Lucha se encuentra sobre la ruta 6 en Santa Rosa, y trabaja con 40.000 aves, lo que lo posiciona en la franja media.
“En 2014 éramos 500 fasoneros, hoy somos unos 200”, comentó. Explicó que el fasonero es el productor que “presta un servicio a la industria avícola, no somos dueños de los animales pero sí de la infraestructura. Las empresas nos brindan el pollo y los suministros y cuando están prontos para faena esas empresas deciden cuándo los retiran para comercializarlos. Nos encargamos de las instalaciones, el galpón, los comederos, los bebederos y el manejo. Nuestra tarea es ocupamos del alojamiento del animal brindándole el confort necesario”.
Cada pollo tiene un ciclo de 42 días y un máximo 50. “La genética ha logrado bajar la edad del pollo y se calcula que baja un día por año”, precisó.
Sobre la disminución de fasoneros, dijo que cayó el número de productores, “pero no de metros”, y que cuando un productor deja el sector “aparece otro con más logística o metros y eso cubre lo que deja el que se va”; éste último “por lo general es pequeño”, y el que cubre ese vacío “siempre es de mayor volumen”.
Se considera “pequeño el que tiene de 10.000 a 20.000 aves, que ya casi no quedan, y un productor grande es de 80.000 o 100.000 aves de los que también hay pocos; hoy la media es de 40.000 o 50.000 aves”, precisó. Respecto al áreas, dijo que “son 10 pollos por cada metro cuadrado”.
Clavijo explicó que uno de los problemas de los productores fasoneros es que “hay más metros de lo que el mercado necesita”, y la industria trabajan con aquellos que están más cerca de la planta porque la cercanía “abarata costos”.
Otra variante puede ser la construcción de galpones nuevos, “Si bien se ha invertido mucho en mejorar la tecnología, el galpón nuevo tiene un plus que no tiene el de varios años”.
Por otra parte coincidió con Villalba en que la pequeñez de nuestro mercado es una dificultad a solucionar. “En Argentina y Brasil se consumen 40 o 45 kilos por persona al año, en Uruguay poco más de 20 kilos”, además de que “no hay exportaciones”.
“La producción nacional es de 30 millones de animales por año y había una logística que se ha ido perdiendo, pero cuando se producía para Venezuela estábamos en casi 50 millones de infraestructura para alojamiento” de las aves. “Cuando cayó Venezuela no hubo otros mercados y eso generó que sobraran alojamientos para casi 20 millones de animales por año, lo que hizo que las empresas tuvieran que elegir a los productores que estaban más cerca y a los de mayor capacidad, los otros quedaron por el camino”.
Igualmente seguimos con “un mercado deprimido” al que también “ingresa mercadería importada de Chile, Brasil, Estados Unidos, Argentina, ellos compiten con los productos nacionales y eso lleva a que se alojen menos pollos por metro cuadrado, hay menos crianza por año y si realmente se fuera a ajustar a 10 pollos por metro cuadrado seguramente habría menos de 200 productores en actividad”.
“Hace tiempo que se habla de exportar”
La exportación es una vieja aspiración del sector. “Hace tiempo que se habla de exportación”, recordó, “pero todavía no se ha logrado”.
China puede ser un destino, “pero el objetivo de la industria es ir a varios países y mercados porque el pollo no se coloca entero sino trozado: unos países compran la pechuga, otros el muslo, otros la pata, otros el corazón. Hay que tener una gama de mercados para colocar los distintos productos para que en el país no te queden excedentes de un corte” que tus clientes no quieren comprar.
El volumen que podría exportar Uruguay es otro tema. “Grandes cantidades para nosotros son pequeñas para destinos como China, por eso deberíamos atender algún nicho con alguna diferenciación en el producto”.
Cualquiera sea el destino y el tipo de carne que se exporte implicaría “desarrollar la producción desde la incubadora, pasando por el alojamiento de los animales y la planta de faena. Todo es una cadena que se desarrollará de acuerdo a la estabilidad del negocio. No puede pasarnos como con Venezuela, donde muchos productores se la jugaron y después cayó el mercado, eso es lo peor que le puede suceder a un país”, afirmó.
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