Los altos precios a los que llegó la soja en Chicago no representan los que el productor recibe por su producción, ya que éste comienza a formar el precio desde antes y no ahora no tiene kilos para vender. “La realidad es que el productor la vendió a un promedio de US$ 441, que libre de impuesto y de flete recibe US$ 390”, dijo Federico Holzmann.
El sábado 12, en el programa La voz de La Mañana que se transmite por radio Oriental, el productor sanducero Federico Holzmann dijo que cuando la soja llega en Chicago a valores destacados, suele creerse que el productor recibe esa cantidad por su producción, pero eso en realidad no es así.
“Hace 4 o 5 años hubo, como ahora, cotizaciones mayores a los US$ 550 para el precio de la soja en Chicago” y a nivel general “suelen tomarse esas referencias de valor como lo que el productor recibe”, pero la realidad es otra, expresó.
Este año el buen precio para la soja llegó al final de la cosecha, cuando la mayoría de la oleaginosa ya fue vendida.
Holzmann explicó que cuando comienza la siembra y hay precios que pueden ser atractivos, el productor vende en función de la evolución de su cultivo, o sea que “siembra, ve que nació bien, y puede llegar a vender un porcentaje del rendimiento que estima va a sacar”.
De esa forma, si cree que va a tener un buen rendimiento “se anima a vender 1.000 o 1.200 kilos por hectárea, pero normalmente lo que ocurre es que no vende más que eso” porque debe prever que podrá suceder “al momento de la cosecha”.
Recordó que “en 2017 a 2018 se perdió mucha cosecha por las intensas lluvias” registradas; y “nos pasó en 2018 a 2019 que tuvimos una seca brutal con rendimientos que fueron bastante magros”.
Concretar la venta a futuro está condicionada por los rendimientos que se obtengan, que se estiman al momento de la siembra y por cómo empieza a evolucionar el cultivo, pero en realidad no se sabe cómo resultara y genera el “riesgo de la venta física de la cosecha a futuro”, dijo.
Es por eso que los productores son prudentes a la hora de cerrar sus contratos.
“Por ejemplo hoy hay productores que están vendiendo 500 o 600 kilos de la zafra futura, es decir de la soja que no está sembrada, a US$ 490, y de esa forma empieza a construir su precio siempre y cuando tenga la opción de tener los kilos para vender”. Si al momento de cosechar esa soja vendida hoy a futuro no llega a los kilos porque los rendimientos finales no le dan, se expone a penalizaciones.
Entonces “en esta zafra el productor comenzó vendiendo sus ventas anticipadas en el entorno de los US$ 380 y el que vendió un poco más lo hizo a US$ 420, y a partir de ahí construyó su precio con la evolución de esa cotización de soja que iba subiendo hacia la cosecha”.
Por tanto, “la soja llegó a US$ 550 o US$ 560, pero la realidad es que el productor la vendió a un promedio de US$ 441, que libre de impuesto y de flete recibe US$ 390. Pero solo el 6% de las toneladas producidas logró acceder a ese precio” de más de US$ 550 porque ya no quedaba más soja para vender.
Asimismo, al sur del río Negro hubo chacras que no se cosecharon porque la soja se secó. Esa gente quedó con una deuda aproximada, por hectárea, superior a los US$ 500 en caso de ser arrendatario y de US$ 420 en el caso de los productores propietarios.
Debido a las circunstancias climáticas que se han dado en zafras anteriores “el productor no tiene cintura financiera aunque hay excepciones, porque en Uruguay también hay pools de siembra que son extranjeros y que pueden especular, esperar, embolsar, y sí podrían llegar a un buen precio, pero la realidad es que son los menos”, consideró.
El productor no tiene defensa
Consultado sobre el washout, Holzmann dijo que cuando el productor se compromete a vender determinado volumen de soja a futuro puede suceder que por un evento climático no logre la cosecha esperada y eso le impida cumplir con los comprometido, y es ahí cuando del productor debe pagar por su incumplimiento. A eso se le llama washout.
Advirtió que con las empresas nacionales puede haber cierta flexibilización por parte de los exportadores al momento de cobrar, pero que las multinacionales son más estrictas. “Si uno va a ver el contrato directamente no siembra soja porque son sumamente leoninos, uno se sienta frente a las multinacionales a ver los contrato y sus cláusulas y ante un problema que hay que ir a un tribunal de Estados Unidos o Bruselas, ves eso y dejás de plantar soja, cebada o trigo”.
Pero “con las empresas nacionales se puede hablar y solucionar con la zafra siguiente, pero el productor prácticamente no tiene defensa de nada”, concluyó.
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