Finalmente, la ciudadanía tendrá la oportunidad de conocer el resultado de una auditoría. El caso de la regasificadora es emblemático, no solo por la ostensible ausencia de respeto por los dineros públicos, sino porque ya desde el inicio resultaba evidente que era un proyecto que carecía de sentido económico alguno. El Uruguay se comprometía a una onerosa inversión y a comprar buques de gas comprimido para ser regasificado y luego exportado a Argentina –el principal productor regional de gas y exportador de gas regasificado al mundo–. Tal era la arrogancia de dos doctores ingenieros que pensaban sabían de todo y tomaron arriesgadas decisiones comprometiendo el patrimonio nacional.
El 1 de octubre de 2013, el Dr. Ing. Casaravilla anunciaba con bombos y platillos el otorgamiento del proyecto de la regasificadora a la empresa GDF Suez. Según el entonces presidente del Directorio de la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas (UTE), constituía el “broche de oro” que cerraría el cambio en la matriz energética, según consta ese mismo día en el comunicado oficial emitido por la Presidencia de la República.
Todo el proceso fue “muy transparente”, explicaba Casaravilla, afirmando que el proceso fue auditado en todo momento por un estudio jurídico independiente que estuvo en todas las negociaciones, como fue Posadas, Posadas & Vecino.
Resulta revelador del doble discurso de los gobiernos progresistas constatar que el Frente Amplio hubiera encargado la responsabilidad de auditar el fallido proyecto al estudio del Dr. Ignacio de Posadas, nada menos que el autodeclarado paladín de la transparencia y garante de la pureza de valores.
Para los que todavía no se han familiarizado con el doble discurso de izquierdas y derechas, podrían asombrarse que, tratándose de un acérrimo enemigo de las empresas públicas, el nombre del principal fabricante de SAFIs haya terminado asociado a uno de los negocios más ruinosos y menos transparentes de todo el período frenteamplista.
Para los que el término SAFI les resulte algo desconocido y lejano, conviene recordar con la dureza con que se despacha en alguno de sus pasajes el informe de Elisa Carrió, refiriéndose al lavado de dinero, “…hay cierta clase de extranjeros, una especie de turistas de las sombras, que también encuentran en Uruguay los atractivos de un verdadero paraíso. Son los traficantes de armas, mafiosos del juego clandestino, sofisticados ladrones de bancos, deseosos de sumergir su dinero en las aguas límpidas que le ofrece la intermediación financiera uruguaya, bajo el rótulo legal de Sociedades Anónimas Financieras de Inversión (SAFI). Los anfitriones del paraíso son famosos estudios jurídicos como el de Ignacio de Posadas…”.
J. Walter Pangallo
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