Un millón de toneladas al año. Esta es la cifra de alimentos desperdiciados en Uruguay que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que se registró en el periodo comprendido entre los años 2011 y 2016, según figura en el informe “Estimación de pérdidas y Desperdicios de Alimentos en el Uruguay: Alcance y causas”, gestionado por la Fundación Ricaldoni y realizado por investigadores Universidad de la República (UDELAR) y la empresa Equipos Consultores.
Los datos registrados, que indican tendencias respecto a nuestro país, forman parte de un estudio preliminar y fueron conocidos hace un año atrás. En concreto, señalan la pérdida del 11% de la oferta de alimentos disponibles para el consumo humano, lo que significa, a la vez, U$S 600 millones en base a materia prima.
“La trayectoria de dos años y los más de 50 mil kilos de alimentos rescatados son prueba de que funcionamos bien, y esto es resultado a su transparencia y responsabilidad”.
El 66% de los desperdicios se registra en las etapas de producción y poscosecha, mientras que el 11% ocurre en los hogares. En cuanto a las cifras en volumen por cadena, el 25% lo ocupan los cereales, el 20% los lácteos, el 19% la caña de azúcar, el 15% los oleaginosos, el 12% las frutas y hortalizas y el 8% la carne. Pero, si estos números se observan monetariamente, las carnes representan el 43%, las frutas y hortalizas el 23%, los lácteos el 10%, los cereales el 8%, el pescado el 4% y la caña de azúcar el 2%. A la vez, se estima que la pérdida de alimentos a nivel de hogares es de 5,1 kilos per cápita, lo que significa, en términos de materia prima, 9,18 kilos por persona por año.
Días atrás, la Representante Regional Adjunta de FAO para América Latina y el Caribe, Eve Crowley, señaló en entrevista en GPS Internacional del portal de noticias Sputnik que en el mundo se desperdicia un tercio de los alimentos producidos e indicó que los números son “muy altos” en Uruguay, aunque admitió que aún no se manejan los datos suficientes y que la temática requiere de estudios. “Desperdiciar alimentos no es solamente un problema moral, sino también muestra una ineficiencia económica y ambiental porque se desperdicia agua, energía, mano de obra y otros insumos”, remarcó.
Manos a la obra
Para hacerle frente a esta problemática mundial y local, y con la fuerte premisa de que los alimentos no se desperdician, es que la organización Plato Lleno hace de nexo entre aquellas personas que deben deshacerse de comida en buen estado y quienes necesitan un plato caliente. De esta forma los alimentos en buen estado son aprovechados y no culminan en la basura.
La iniciativa surgió en Buenos Aires en junio del año 2013 y pronto se replicó por otros rincones de Latinoamérica, como Costa Rica, Brasil, San Martín de los Andes, Córdoba y Montevideo.
En nuestro país tuvo su surgimiento hace dos años y hasta el momento ha rescatado 50 mil kilos de alimentos. Sólo en el pasado mes de julio el proyecto recogió 4.854 kilos de comida, a través de 225 rescates solicitados por parte de 15 empresas, que fueron destinadas a 50 organizaciones receptoras y donde participaron 63 voluntarios. El destino de los alimentos lo constituyen los merenderos, comedores, hogares de ancianos, refugios, centros juveniles, entre otros. En tanto, las empresas que brindan el alimento sobrante oscilan, cada mes, entre 10 y 15.
En conversación con La Mañana, Adriana Cristante, una de las coordinadoras del proyecto en nuestro país, recordó con emoción los siete kilos de bizcochos que constituyeron el primer rescate realizado en Montevideo y señaló que fueron tan importantes como los diez mil kilos de jugos que recogieron días atrás.
Es que, explicó, el trabajo de la organización cuenta con tres pilares fundamentales. Por un lado, se encuentra la repercusión social que genera, por otro, el componente económico y, por último, el medioambiental. De esta forma, a través de la valorización del alimento, se apela a la dignidad de las personas y a una economía circular. “Estoy segura de que este proyecto es bueno para todos. Hay mucha gente con ganas de hacer, mucho desperdicio de alimentos y muchas personas que lo precisan”, observó.
“Plato Lleno quisiera que se tome conciencia del valor de la comida, pero para ello sería fundamental que pudiese haber alguna ley que apoye el aprovechamiento de alimentos, como sucede en otros países de Europa”.
Dentro de la red se encuentran “los solicitantes”, es decir, las empresas o personas que tienen un excedente y no cuentan con forma de comercializarlo. Por otro, se encuentran las instituciones que lo precisan –quienes reciben los alimentos sin ningún costo- y en el medio los voluntarios –personas que trasladan los comestibles- quienes, mes a mes, van en aumento, aunque no así los donantes.
El método de trabajo es articulado y fue guiado por las experiencias anteriores de Plato Lleno en Buenos Aires, quien los instruyó no sólo en el cuidado que deben tener a la hora de manipular alimentos –la organización no entrega mercadería vencida y sus integrantes cuentan con las habilitaciones necesarias para realizar la labor- sino también en redes y en la operativa, que debe suceder en forma apresurada ya que la organización no entrega alimentos vencidos. Además, como Plato Lleno no maneja dinero todos los insumos necesarios para cumplir con la misión, como combustible para los vehículos, guantes, delantales, cofias y tapabocas para el manejo de los alimentos, son costeados por sus propios integrantes.
Por otra parte, en todo momento se salvaguarda el anonimato de las empresas donantes y quienes reciben los comestibles con el fin de lograr el mayor grado de confianza posible en quienes tienen excedentes de alimentos.
“Plato Lleno quisiera que se tome conciencia del valor de la comida, pero para ello sería fundamental que pudiese haber alguna ley que apoye el aprovechamiento de alimentos, como sucede en otros países de Europa”,
señaló. Pero hay experiencias más cercanas a nuestro país. Este mes se aprobó una normativa en Colombia, que entrará en vigencia a mediados del año entrante y que estimula a las organizaciones el no destruir alimentos al tiempo en que sanciona a quienes insistan en el desperdicio. Para Cristante, Uruguay debería basarse en estos ejemplos para impulsar sus propios estímulos. “El camino está marcado y es sentarse a ver cómo lo hacen los demás. No podemos seguir cerrando los ojos”, expresó.
Plato Lleno rescata desde alimentos no perecederos hasta comida en eventos. Quienes estén interesados en donar pueden contactarse con la organización a través del mail:
[email protected]