República mortal. Cómo cayó Roma en la tiranía. Edward J. Watts. GALAXIA GUTEMBERG. 320 págs., 2018.
El presente ensayo del historiador norteamericano Edward Watts surge como respuesta a la inquietud de sus estudiantes frente a la posibilidad de extraer lecciones del pasado. Y la respuesta es categórica.
“Ni el pasado es un oráculo ni los historiadores son sus profetas, pero eso no significa que sea un error acudir a la antigüedad para intentar comprender el presente. Las repúblicas que sufren hoy tantas tensiones no surgieron plenamente formadas, como Palas Atenea de la cabeza de Zeus en el siglo XVIII. Sus fundadores las construyeron siguiendo el modelo de otras prósperas repúblicas que las precedieron. Roma era el ejemplo más antiguo y triunfante de república y marcó la pauta a muchos estados modernos. La República romana antigua, por supuesto, era muy diferente a un Estado moderno, pero su reparto de poder y sus procesos de decisión política influyeron profundamente en sus descendientes modernos. Los éxitos y fracasos de la República romana pueden mostrar de qué forma podrían reaccionar las repúblicas construidas a partir de su modelo ante tensiones concretas”.
El tema central es, más que la caída de la república de Roma, por qué los ciudadanos romanos cambiaron la libertad por la dictadura. Durante siglos, al tiempo que Roma se convertía en la principal potencia militar y política del Mediterráneo, sus instituciones de gobierno, reglas parlamentarias y tradiciones políticas lograron fomentar la negociación y el compromiso.
Sin embargo, a partir del año 130 a.C., dirigentes romanos como Sila, Pompeyo, Marco Antonio o Julio César empezaron a usar cada vez más las instituciones para buscar el lucro individual y obstaculizar a sus rivales, hasta que los enfrentamientos entre los políticos dieron paso a la violencia política en las calles. El terreno estaba abonado para unas guerras civiles destructivas y, al final, el reinado imperial de Augusto.
Por encima de todo, la República romana enseña a los ciudadanos de nuestros días los peligros de consentir la obstrucción política y coquetear con la violencia. La historia de Roma demuestra con claridad que, cuando los ciudadanos miran hacia otro lado para no ver que sus dirigentes tienen comportamientos corrosivos, su república está en peligro de muerte.
Una lectura absolutamente recomendable.
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