Se ha analizado mucho el comportamiento de los mercados internacionales y sus perspectivas, y también los efectos tanto de apalancamiento como de retroceso que las cadenas agroexportadoras tienen sobre las diferentes realidades económicas. Pero muchas veces se omite estudiar cómo las tendencias sectoriales se trasladan a los diferentes eslabones que las conforman y sus consecuencias netas tanto a nivel de la economía nacional como local. Poder profundizar en esta línea es de suma relevancia a los efectos de poder definir medidas de políticas económicas como de contribuciones reales a las cadenas productivas y sus externalidades, más allá de los valores en términos de montos y volúmenes exportados.
Algunos elementos a destacar tienen que ver con cómo los diferentes actores y eslabones de las cadenas captan los beneficios y asumen los riesgos de la producción. Cualquiera de estos dos aspectos tiene su centro en cómo se comporta el mercado o la compra-venta de la producción entre productores y exportadores. En esta oportunidad hacemos referencia a estos dos eslabones ya que nos interesa analizar el mercado de la soja y las posibilidades que tienen los mismos de captar beneficios o asumir riesgos.
Rendimiento y precio
Dentro de los principales riesgos de la producción de soja podemos destacar el clima, dado que es un cultivo de secano y por lo tanto el efecto en el rendimiento le confiere mucha volatilidad en relación a otros cultivos como por ejemplo el arroz. Y por otro lado, las tendencias en los mercados internacionales que dependen más de los movimientos bursátiles a la alza o la baja de la Bolsa de Chicago, más que del comportamiento de los grandes productores y compradores.
Las tendencias
Durante el segundo semestre de 2020 y los primeros meses del 2021, la soja volvió a recuperar su tendencia al alza, según los principales indicadores del mercado como son los futuros de Chicago. Los valores que a la misma altura el año pasado rondaban US$ 320 llegaron en mayo de este año a US$ 605 en Chicago.
En las últimas semanas se dio una importante baja, la soja llegó a niveles del entorno de US$ 491 en Chicago y US$ 445 puesta en Puerto de Montevideo. La tendencia negativa se explica por mejoras en la expectativa de oferta de grandes productores como EE.UU., con buenos niveles climáticos y repercusiones en el cultivo de Brasil. Cabe recordar que el año pasado a la misma altura de la campaña la soja no superaba los US$ 320 por hectárea.
Se estima que el área total de cosecha en esta zafra 2021 es 1.100.000 ha con rendimientos promedios a nivel nacional que no alcanzan los 1700 – 1800 kg/ha, según declaración a La Mañana de Jorge Andrés Rodríguez de la Sociedad Rural de Soriano.
Quién se beneficia cuando los mercados internacionales están al alza
Pero nos interesa considerar algunos elementos que dan peso a la afirmación que el sector anda bien ante un alza de los precios internacionales, ya que la recuperación del mercado a niveles históricos comparables al 2012 no significa que el conjunto de los que integran la cadena productiva puedan capitalizar estas mejoras.
En primer lugar, cabe destacar que los mercados tienen tendencias globales que se comportan de acuerdo a determinados factores que le son específicos. En el caso del agro estos son por ejemplo el clima, las políticas gubernamentales y otros factores que afectan tanto la oferta como la demanda. Poder captar una mejora en los precios tiene que ver con el momento de venta de la zafra. La soja es un cultivo de verano que se siembra entre los meses de octubre y noviembre y se cosecha entre marzo y abril, siendo casi en su totalidad de secano con lo cual su rendimiento se encuentra sujeto al comportamiento climático.
Tiene un componente importante de venta a futuro, con lo cual el momento de comercialización es clave a los efectos de los resultados. Comparando con la zafra anterior, en la actual tendencia al alza de esta campaña 2020/2021, muchos de los que vendieron a futuro no pudieron aprovechar los precios más elevados. A su vez, a nivel país los rendimientos fueron muy por debajo de los esperados con resultados a nivel de la media nacional que no se cree que superen los 1700 kg y que a su vez presentan una disparidad muy importante entre las diferentes zonas sojeras del país. De esta forma la situación del sector nacional y de los productores se ve en muchos casos muy comprometida.
El mercado de soja: productor y acopiador
La soja que los productores le venden a los acopiadores o los traders no tiene una única forma de comercialización y de precio. Esto básicamente depende del momento en que se firma el contrato. Una forma es la compra-venta de futuros, modalidad que fue introducida en nuestro país por el cultivo de cebada y que se extendió con la soja. Un contrato de futuros es un compromiso de entregar o recibir un producto en el que la cantidad y/o la calidad están especificados, y el lugar, la fecha estimada de entrega, y el precio están determinados.
En general, en el caso de los productores sojeros uruguayos, el 70% son arrendatarios y los contratos de compra-venta futura son utilizados en general con prudencia como forma de conocer los costos de producción. Generalmentese evita comprometer más de 1000 k/ha.
La realidad es que todos aquellos que pueden evitar contratos de futuro de volúmenes exagerados lo hacen, ya que buscan eliminar el riesgo que les impone su incumplimiento ante problemas de rendimientos que les impida alcanzar la cantidad acordada.
Los contratos a futuro tienen lo que se denomina una cláusula de “washout”, que implica que ante la no entrega de los volúmenes comprometidos, el productor debe pagar la diferencia de precio, aparte de la mercadería comprometida no entregada.
Esto se incorpora como un resguardo ante la eventualidad de incumplimiento asumiendo que el exportador tiene otra venta o contrato a futuro comprometido y que si no recibe el producto la tiene que salir a comprar más cara. De esta forma el exportador traslada el riesgo al productor y es quien termina siendo penalizado o asume el mayor costo en caso de incumplimiento.
En la mayoría de los casos el productor común requiere el mecanismo de futuros como forma de acceder a alguna forma de financiamiento, generalmente suministrados por parte de los propios traders y termina asumiendo la mayor parte de los riesgos del negocio.
Varios elementos a considerar, y algunas observaciones que interesa destacar. Los mercados de futuro son una importante herramienta a nivel de los sistemas agrícolas y los mismos aportan previsibilidad al mercado y mejoras en el acceso a la información. Pero existe un conjunto de factores que operan que hacen que el productor y en particular el más comprometido sea el que carga con los mayores riesgos y restricciones.
En primer lugar, el propio riesgo que implica la cláusula “washout” se asume, no como opción, sino como necesidad, ya que el productor en casi todos los casos opta por esta cláusula por su falta de recursos financieros para invertir y por las restricciones que tiene de acceder al crédito.
Una baja de rendimiento por el clima lleva a las pérdidas asociadas a la baja en los resultados en la producción, más un costo adicional que se debe incurrir por esta cláusula. En la casi totalidad de los casos, cuando se aplica la cláusula, los productores requieren más de una zafra para recuperar el costo de este incumplimiento.
Asimetrías de la cadena productiva
A su vez, si bien los futuros son instrumentos que aportan seguridad e información, en los hechos existen asimetrías entre las partes intervinientes; algunas que nos gustaría destacar.
El productor firma con un acopiador o trader un compromiso de entrega de una determinada cantidad a un determinado precio con un estándar de calidad establecido a nivel del contrato. Lo hace cada productor de forma individual con un conjunto acotado de empresas exportadoras que captan un porcentaje importante de mercado, siendo algunas de carácter nacional y otras multinacionales. Al momento de fijar el precio en base a la cotización del día de la bolsa de Chicago, el comprador tiene mucha más información de mercado que el vendedor sobre tendencias, perspectivas, situaciones particulares de los mercados internacionales o locales.
En segundo lugar, en general el productor elige el instrumento ante la necesidad de acceso al crédito, con lo cual cuenta con pocas o nulas condiciones para la negociación que se realiza a nivel individual y no en forma de asociaciones de productores con capacidad de nuclearlos y generar información y peso en la propia negociación.
El acuerdo también implica condiciones de calidad de entrega que exigen un sistema de análisis que en general y en situaciones muy puntuales solamente las puede evaluar el comprador, sin que exista de parte del vendedor una garantía o un sistema de testigo de resultados de análisis de calidad. Esta última situación en general está contemplada por el propio sistema ya que el exportador tiene intereses propios de llegar a determinados niveles de calidad y generar un vínculo de continuidad y confianza con los productores.
Los diferentes riesgos se trasladan en la cadena al productor, el que termina asumiendo y a su vez se le suman las asimetrías de información y la falta de opciones en los casos donde no cuentan con financiamiento propio. La búsqueda de mayores niveles de estabilidad en los rendimientos, el mejor acceso a la información y los instrumentos que apoyen su capacidad de organización y negociación resultan elementos claves a los efectos de salvar el conjunto de restricciones y hacer que este tipo de cláusulas, como el “washout”, o determinadas condiciones de negociación no hagan tan vulnerable la situación del productor.
(*) Economista
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