El grupo de entusiastas de la aviación se define como un grupo “para la discusión, divulgación y conservación del patrimonio histórico aeronáutico uruguayo e internacional en poder de nuestro país”
Cerca del 2005, un pequeño grupo de amigos se reunieron en torno a un interés en común, la aviación, y comenzaron a realizar actividades como visitas a aeródromos del país donde conformaron un registro de las aeronaves existentes en el territorio nacional con fotos e información. De esa manera surgió Ratones de Hangar, grupo cuyo nombre proviene de los tradicionales “ratones de biblioteca”, en referencia al trabajo de “hurgar” en los registros para tratar de recomponer la historia de la aviación uruguaya.
La correspondencia, el foro y el museo
Ricardo Varela es el actual vicepresidente de la Asociación Amigos del Museo Aeronáutico –asociación civil sin fines de lucro que nuclea a los Ratones de Hangar–. Es ingeniero agrónomo, y aficionado de la aviación, actividad en la que nunca se desempeñó profesionalmente. En conversación con La Mañana, contó: “Soy un aficionado a la aviación y además me atrae mucho lo que es la parte histórica. Me acerqué a este grupo fortuitamente en el año 2009 a raíz una búsqueda que estaba haciendo en internet sobre la formación de una nueva aerolínea uruguaya (BQB), y en ese momento se hablaba de que iban a venir unos aviones ATR, modelo que antes había operado Pluna. Buscando información en internet me apareció la página Ratones de Hangar, que es donde llevamos un relato de las actividades que hemos venido desarrollando todos estos años”.
En un primer momento, los pocos integrantes se fueron reuniendo a través de correos electrónicos que se iban transmitiendo la información que cada uno obtenía por su lado. Luego entendieron que para poder tener una comunicación más fluida y permitir la participación de más gente se podría recurrir a la apertura de un foro en internet.
Así es como Varela comenzó a formar parte del grupo, “al principio eran unos pocos, a los que se fueron juntando otros interesados, todos tenemos actividades de las más diversas, de hecho, son absoluta minoría los que son pilotos. Luego de conformado, se empezaron a hacer contactos con el Museo Aeronáutico, porque sin duda era el lugar donde estaba la fuente de mucha información, y las autoridades del museo empezaron a abrir sus puertas para que este grupo de aficionados –que ellos vieron que tratábamos de hacer un buen trabajo de recomponer esa historia–, empezar a poder tener participación en las actividades del museo”, recordó.
Actualmente el número de socios supera los cien, aunque hay varios de carácter honorario, como por ejemplo las autoridades de la Fuerza Aérea, “los tomamos siempre como socios porque sin dudas es en gran medida gracias a lo que ellos nos permiten que nosotros podemos llevar adelante parte de la actividad”, comentó Varela.
“Pero somos alrededor de 20 los que tenemos una actividad más estable y continua. Sin embargo, en el foro participa mucha gente que no está en nuestro país, uruguayos que están en el exterior o extranjeros con los cuales hemos ido haciendo contacto en todos estos años, desde donde dan su opinión o incluso en muchas oportunidades su colaboración con elementos, información, todo lo que pueda servir para reconstruir la historia aeronáutica de nuestro país”.
Rescatando aviones perdidos
El grupo se reúne en encuentros semanales los días sábado en instalaciones que la Fuerza Aérea les ha cedido en la Base Aérea N°1, donde se encuentra actualmente el Museo Aeronáutico. “Ahí llevamos adelante distintas actividades, algunas que tienen que ver con lo que es la parte documental, hemos hecho una digitalización muy importante de todo lo que pueda ser material fotográfico que llega a nuestros medios, ya sea material que está en el Museo Aeronáutico o material que hemos conseguido a través de particulares que por su aficiona a la aviación han registrado durante su vida”, dijo Ricardo.
En ese sentido, también trabajan en la parte de documentación escrita, documentos que datan desde los orígenes de la aviación, hasta la actualidad. Es material que está en poder del Museo, pero que exige un trabajo de sistematización y clasificación para que sea accesible.
Y luego están las actividades materiales, “lo que tiene que ver con la preservación de elementos aeronáuticos, incluso la restauración de aeronaves. Hemos llevado adelante en estos años la restauración de varias aeronaves que estaban en distinto grado de deterioro, no en condiciones de que puedan ser operativas porque eso exige unos conocimientos técnicos y una cantidad de recursos materiales con los cuales no contamos. Pero el trabajo nuestro se hace de forma de preservar y mantener los equipos y los elementos para que si en un futuro existe la posibilidad de que eso pueda llegar a un grado mayor de restauración que le permita ponerlo en orden de vuelo eso se pueda conseguir”, aseguró.
“Así es como hemos llevado adelante la vuelta a la vida de algunos aviones que estaban perdidos, principalmente hago hincapié en lo que fue el incendio que sufrió el Museo Aeronáutico en diciembre de 1997, el cual hizo que se perdieran lamentablemente algunas aeronaves de forma definitiva, muchas que formaban parte no solo de la historia aeronáutica de nuestro país, sino que en algunos casos se trataban de ejemplares que prácticamente no existen en el mundo, como es el caso concreto de un Curtiss Falcon, del cual quedan solamente cuatro ejemplares en el mundo, avión que había sido seriamente dañado, pero gracias a la tenaz labor de mucha gente, incluso que no formaba parte de nuestro grupo que se interesó en colaborar, se pudo reconstruir”.
“Solemos tener más proyectos de lo que los recursos nos permiten llevar adelante”
La pandemia, como a la mayoría de las organizaciones, afectó de alguna forma la actividad de Ratones de Hangar. “Sin duda que la pandemia disminuyó la actividad, algunos de nuestros integrantes son personas jubiladas, entonces obviamente se está protegiendo su salud, aunque algunos de ellos de todas formas han mantenido una intensa actividad llevando trabajo a su casa”, reflexionó Varela.
“Hay reparaciones pequeñas que se pueden llevar los elementos a la casa y ahí se realizan. Además, el Museo contiene una colección muy importante de aviones en pequeña escala, y todo eso requiere un mantenimiento y en muchos casos reparaciones, porque son elementos muy delicados, entonces tenemos algunos maquetistas que lo que hacen es llevarse ese material y lo reparan en su casa”.
Otros, sin embargo, mantuvieron su actividad de forma presencial, manteniendo las precauciones necesarias. “Algunos hemos mantenido esta actividad de los sábados, y fundamentalmente ahora el proyecto principal que tenemos es la restauración de un biplano de los años 1930, un Tiger Moth, que es un avión de entrenamiento de hierro, madera y tela de la fábrica inglesa Havilland que formó parte de la aeronáutica militar, cuando la aviación en nuestro país era una rama del Ejercito, mucho antes de que se creara la Fuerza Aérea.
“Es un proyecto que es un ejemplo de colaboración con gente de todo el mundo, y así es que han venido alas por ejemplo de Brasil, de un coleccionista que tiene uno en orden de vuelo, y después muchos elementos han venido de Australia, Nueva Zelanda. Los contactos que se van dando con otros grupos de restauradores de otras partes del mundo permiten obtener elementos, información, planos, lo cual es imprescindible para llevar adelante un trabajo lo más serio posible”.
“Después hay otras cosas menores, siempre estamos restaurando pequeñas partes de aviones, timones. Desde hace unos meses estamos restaurando un pequeño tractor de los que se utilizan para mover a los aviones dentro de los aeropuertos, con la idea de utilizarlo el Día del Patrimonio para hacer de remolque de algún carro para llevar a la gente a hacer una visita por las instalaciones de la Base Aérea. Siempre hay muchos trabajos para llevar adelante, cosas para ir manteniendo, nuestra actividad nunca cesa, solemos tener más cosas de lo que los recursos materiales y humanos nos permiten llevar adelante”, concluyó Varela.
La aviación en Uruguay, una actividad de larga data
Como sucede en todo el mundo, la aviación es una disciplina costosa y con parámetros de seguridad muy estrictos, lo cual implica costos de construcción, operación y mantenimiento muy elevados. “En un país como el nuestro, pequeño, con escasos recursos, eso no ha permitido que la aviación tenga un desarrollo muy importante, con algunos proyectos que duraron más o menos tiempo, pero es sin dudas un rubro difícil, sobre todo a nivel privado”, afirmó Ricardo Varela.
“En lo que tiene que ver con la aviación militar, hubo épocas con distinto desarrollo, y si uno tuviera que destacar algún momento importante sin duda sería en los orígenes por el año 1913, con verdaderos pioneros que en aquellas aeronaves de tela, madera y alambre surcaban los cielos con gran audacia. Después hay algunas épocas como la posguerra, en la década del 50′, en la cual por la situación política que había en la zona Uruguay recibió un apoyo importante de EE.UU., eso fue algo que con los años no se volvió a repetir y sería prácticamente imposible que volviera a suceder. Uruguay tuvo en esa década algunos B-25, los Mustang, aviones de caza, y los aviones de entrenamiento T-6. Algunos de esos aviones se pueden observar en el museo en muy buen estado. Lamentablemente no contamos con ningún Mustang, que son icónicos en el mundo”.
Analizando la situación actual de la aviación uruguaya, Varela comentó que “es una situación de escaso desarrollo. Incluso si vemos hasta hace algunos años había algunas empresas que ensayaron algún tipo de vuelo local, fundamentalmente llevando pasajeros hacia el norte del país, pero lamentablemente son emprendimientos que tampoco llegaron adelante”.
“Lo que tenemos es fundamentalmente la aviación que está llevada adelante por la Fuerza Aérea, ahora por la Policía con sus equipos, por la Aviación Naval, y después hay algo de aviación privada, con vuelos tipo taxi, y el otro sector que tiene cierto desarrollo es la aviación agrícola, las aplicaciones aéreas, y no mucho más, porque es una actividad muy costosa, y por lo tanto es difícil mantener los equipos”.
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