Situémonos a fines del siglo XII. Están surgiendo los primeros Studia Generalis (Estudios Generales) o Alma Mater (Madre Nutricia), lo que hoy conocemos como Universidades: Bolonia, Palencia (trasladada a Salamanca en 1214), París, Oxford. Están en construcción grandes catedrales de un nuevo estilo arquitectónico: el ojival (llamado despectivamente gótico –es decir: bárbaro- por los refinados renacentistas italianos, en contraposición con el sólido y sobrio estilo románico). En la Península Ibérica el panorama es…complejo: se detuvo el avance de los cristianos hacia el Sur; en Al-Ándalus las taifas (pequeños reinos independientes) guerrean continuamente unos con otros; los más importantes pagan parias (tributos) a Castilla.
Ya son 5 los Reinos cristianos del N: León-Galicia (que empezó siendo Asturias, Asturias-Galicia, Asturias-Galicia-León); el antiguo y pequeño reino de los vascones (“populorum vasconum”, decían los romanos), primeramente llamado Reino de Pamplona y después Navarra; el Reino de Aragón, con sus Condados Catalanes; el cada vez más poderoso Reino de Castilla (“Castella Terrae”), y uno muy reciente: Portugal, la antigua provincia romana de Lusitania, (con capital en Emerita Augusta, la actual Mérida), el cual -habiendo echado a los moros- se erigió en Reino independiente en 1139, cuando Alfonso, hijo del Duque de Borgoña, pero nacido en el mismo Portugal, se autoproclamó Rey, con el nombre de Alfonso I, y fue aceptado por la nobleza lusitana (extraño, ¿no?).
León, continuador de la gesta inicial de Don Pelayo (Pelagium) en Covadonga en el 722, es un Reino fuerte, pero está en problemas: son éstos Portugal, en su pujante juventud, y Castilla, poderosa y extensa, y deseosa de serlo más aún.
Un rey fundador
En 1188 sube al trono de León Don Alfonso IX, hijo de Fernando II y Dña. Urraca de Portugal. Encuentra el panorama antes dicho y…otro interno no menos preocupante: el poderío de los ricos señores feudales y las arcas reales poco menos que vacías. Hay ciudades importantes: León, Zamora, Oviedo, Salamanca, Santiago de Compostela…; algunas de ellas son arzobispados, que también son señoríos territoriales poderosos. Desde el III Concilio de Toledo (589), presidido por el gran Isidoro, arzobispo de Hispalis (Sevilla) –el hispanorromano más docto de su tiempo en todo Occidente- se logró la unificación religiosa del Regnum Visigothorum, pues Recaredo, hijo y heredero del gran Leovigildo, se convirtió de arriano a la fe católica, y con él toda la nobleza visigótica.
Desde entonces, Realeza e Iglesia serán una sola realidad: los Concilios toledanos (que llegaron hasta el IX) legislarán para lo político-civil y lo eclesiástico (concilios mixtos).
En el siglo VII, Rescesvinto, Rex Hispania, promulgó el Liber Iudiciorum (“Libro de los Jueces”), una adaptación del Ius Romanum, adaptado a la realidad de la Península, y -después del descalabro del 711 y posterior restauración del “orden visigótico” por Dn. Alfonso II, el Casto, Rey de Asturias- vuelve a regir, modificado, el Liber, ahora en formato de fueros(derechos, privilegios).
Y los Fueros de León son puntales en los Reinos cristianos de la Península Ibérica. Pero los tiempos cambian las realidades, y Dn. Alfonso IX es inteligente y está en apuros, y quiere el bien para su Reino y sus súbditos. Entonces convoca a Cortes, fenómeno bastante “normal” en los Reinos cristianos que están recuperando los territorios de sus antepasados.
Parlamento democrático
Las Cortes estaban compuestas por el Rey y la Curia; ésta era el conjunto de la nobleza, la jerarquía eclesiástica (arzobispos, obispos y abades de los numerosos monasterios del Reino), “ricos homes”, poseedores de señoríos territoriales, pero sin títulos de nobleza (el Cid, en el siglo XI, era Señor de Vivar pero ni siquiera tenía el título de Conde…). Ahora Dn. Alfonso convoca a los fijosdalgos (hombres libres, de buenas familias, pero no ricos) y -primer caso en el Occidente cristiano- “et cum electis civibus ex singulis civitatibus”:“y algunos ciudadanos electos por las ciudades”, entendiéndose por tales aquellos que más adelante fueron llamados burgueses –ricos o medianos-, o simplemente vecinos honrados, “bones homes”, pobres: el estado llano.Hasta la segunda revolución industrial (siglo XIX) no se habla de “clases sociales”: hasta entonces la sociedad era estamentaria, jerarquizada.
El claustro del monasterio de San Isidoro de León, donde reposan los restos de aquel Isidoro de Sevilla, muerto en 636, llevados por los cristianos que huían al N por causa de los moros, se llenó con toda esa jerarquía de personas. ¿En pie de igualdad? Sí: todos tuvieron voz y voto, y se avanzó notoriamente en la legislación, dando varios pasos adelante en los Fueros de León, que ya habían avanzado bastante con Alfonso VIII años atrás; de modo que es opinión bastante generalizada entre los estudiosos que éste fue el primer Parlamento verdaderamente democrático de Occidente.
¿Qué resultó de las Cortes de León de 1188? Nada menos quela primera formulación de los derechos humanos en Occidente –rudimentaria pero real- y obligaciones, por supuesto, del Rey para con los habitantes del Reino. ¿Algún documento? Sí: los “Decreta”, en latín; pero la lengua usada en los debates fue el astur-leonés, una de las tantas lenguas romances de la época en la Península Ibérica, de la cual apenas quedan testimonios dialectales: el castellano predominó.
Jesús de Tacuarembó, maestro.
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