La actividad espacial aún no está regulada a pesar de un acuerdo firmado entre las Naciones Unidas y nuestro país. Esto impulsó a la Fuerza Aérea a trabajar en la elaboración de dos decretos y un proyecto de ley que permita, entre otras cosas, crear una agencia espacial, tener orden sobre los registros y desarrollar el potencial científico y tecnológico con un foco puesto en la sociedad.
Podría decirse que el sueño de explorar el espacio ultraterrestre siempre estuvo presente en el hombre. En el marco de la Guerra Fría el desarrollo científico y tecnológico de las naciones puso al hombre primero en el espacio y, más adelante, en la Luna. Pero nuevos anhelos surgieron de la mano de nuevas innovaciones tecnológicas y con ello, nuevas posibilidades y, por supuesto, nuevos intereses.
Nuestro país no es ajeno a la actividad espacial. De hecho, su actividad data desde la década del 70. Pero en los últimos años diferentes problemas y oportunidades han tenido lugar en el espacio ultraterrestre uruguayo.
A comienzos de la década de 2010, Uruguay firmó un acuerdo con Venezuela para el uso, a través de Antel, del 10% de un satélite geoestacionario para comunicaciones que ocuparía una órbita que Uruguay había conseguido anteriormente. Su localización se encuentra en el grado 78 oeste. Esta actividad, que estaba signada a través de un convenio con una ley de artículo único, regulaba el uso del satélite que se estimaba estaría hasta el año 2024. Pero un tiempo antes este artefacto se apagó, abriendo la brecha para posibles problemas.
Se comenzó entonces la búsqueda de un sustituto a través de la Unidad Reguladora de los Servicios de Comunicación (Ursec) y la Dirección Nacional de Telecomunicaciones (Dinatel), dado que existe una órbita a administrar de acuerdo al tratado del espacio que Uruguay firmó ante las Naciones Unidas. El mismo apunta a que cualquier persona se puede desarrollar en el espacio intraterrestre. Aunque aún no se ha consensuado cuál es este espacio, se toma como concepto aquel lugar donde un satélite es capaz de volar, donde una aeronave es incapaz de hacerlo y que tiene lugar, aproximadamente, a 100 kilómetros de la superficie terrestre, lugar donde comienzan las órbitas.
Podría decirse que esta habilitación provocó un boom de la actividad. Es que, hace menos de una década, empresas privadas con grandes capitales lograron poner en el espacio –apoyándose en este tratado– sus propios satélites, orientados mayormente a la producción de imágenes satelitales. En este marco es que Uruguay dijo presente a través del establecimiento de una empresa que fabrica satélites en Zona Franca. En entrevista con La Mañana, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Luis de León, dijo al respecto: “Estamos teniendo actividades que, aunque no van a nuestro costo, van a nuestro nombre”.
El problema radica en que, si bien el tratado firmado dice que el espacio ultraterrestre es de todos, también tiene cuatro convenios agregados, que tratan por ejemplo las responsabilidades que tiene el Estado por el lanzamiento de los satélites y por la basura espacial –cuando el satélite se queda sin combustible y se apaga, pudiendo chocar con otro o caer en la Tierra–.
Con el establecimiento de esta empresa sucede el primer registro de satélites uruguayos y, también, el reconocimiento de que Uruguay tiene responsabilidades en el espacio. Ante esto, la Fuerza Aérea uruguaya (FAU) mostró su preocupación y comenzó a trabajar en pos de una ley nacional de registros espaciales, para lo cual elaboró un decreto que genere una ley espacial o un control espacial de lanzamiento de satélite ante las Naciones Unidas, que ya se encuentra en el ámbito del Ministerio de Defensa Nacional (MDN) y de Presidencia.
De esta forma, Uruguay cumplirá con las responsabilidades acordes signadas hace varias décadas atrás. Pero, además, la FAU busca crear una agencia espacial que maneje este tipo de recursos. Para ello se prevén tres esferas: la política, la técnica y la educativa. Para cumplir con la misma, presentará un proyecto de ley, que ya se encuentra confeccionado y que llegará, primeramente, al MDN.
Cátedra espacial
Se prevé que en el desarrollo de la actividad espacial Uruguay cuente con la experiencia de otros países de la región. Es que el resto de Latinoamérica tiene ya un camino recorrido en este sentido. Al respecto, de León destacó el progreso de Argentina y Brasil, en primer lugar, como los más antiguos, y sumó casos interesantes como Paraguay, Colombia y Chile.
Aunque Uruguay nunca tuvo una agencia, sí realizó lanzamientos –la tarea más compleja de ejecutar– y produjo desarrollos tecnológicos, como el caso de AntelSat, un pequeño satélite en forma de cubo que dejó una estela de conocimiento a aprovechar.
En este sentido, la FAU tiene relacionamiento con la Universidad de la República (UdelaR) dado que, hace tres décadas contó con una cátedra de derecho espacial y, otra de actividad espacial.
Otro de los socios estratégicos de la FAU es la Universidad Tecnológica (UTEC), a través del cual se desarrolla un proyecto de imágenes de Uruguay. “Buscamos brindarle a la sociedad los recursos que requiera de acorde a su actividad. Estamos caminando por ahí. La FAU ya tenía una pequeña oficina al respecto, pero empezamos a ver que tenía que haber más involucramiento del poder político, acorde a lo que se habló con el MDN que es desarrollar nuestras posibilidades a otro nivel”, mencionó de León.
Acercar la actividad a la sociedad
Las órbitas espaciales se dividen en tres: bajas, medias y altas. Uruguay firmó un acuerdo que establece que dentro de la órbita baja no existe soberanía, por lo que por encima de Uruguay cruzan varios satélites por el día, la mayoría varias veces en una jornada dado que, cuanto más bajo se mueve un satélite, más velocidad requiere para mantenerse estable y no caerse. “La actividad ya existe, lo interesante es utilizarla para los intereses de Uruguay y de su gente”, dijo de León.
En palabras del comandante en jefe de la Fuerza Aérea, todos los acuerdos que se pueden realizar con las empresas privadas que ponen en el espacio estos medios, ayuda tanto a la actividad pública como privada y, tal vez, a costos diferentes. “Habría que evaluar, porque esto tiene muchísimo costo”, observó. Hoy la Infraestructura de Datos Espaciales de Uruguay (Ideuy), una agencia descentralizada del Poder Ejecutivo, brinda ciertos recursos que vierte a la sociedad y que funcionan como un apoyo, por ejemplo, para el Sistema Nacional de Emergencia (Sincae) e incluso informa sobre las temperaturas de la superficie.
“Si bien es libre, cuando quiero que sea más exacta la información, automáticamente tengo que estar asociado a empresas que estén en la actividad, porque los costos van a ser muchísimo menores y van a dar una mejor oferta tanto al desarrollo ganadero, de cualquier tipo de actividad. Hoy el efecto es enorme, pero son imágenes que hoy están en forma privada”, mencionó De León.
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