En la última actualización de las Perspectivas Agrícolas publicadas por OCDE-FAO, surge información relevante acerca de las principales tendencias de producción, consumo, comercio y precios para el próximo decenio. Estos datos resultan fundamentales para la toma de decisiones en la cadena agroindustrial, al punto que pueden llegar a afectar hasta las mismas expectativas. El resultado es que tanto los gobiernos y como los agentes económicos se mantienen atentos a las instancias de presentación de información por parte de estos organismos.
Lo primero a destacar es que estas proyecciones no solo permiten distinguir tendencias futuras en la producción y la comercialización de productos agrícolas. Además de aportar información y análisis relevantes, son claves a la hora de formular políticas públicas, ya que también son construidas con el objetivo de cuantificar los avances en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En este sentido, no solo se basan en un estándar metodológico y de medición, sino que también tienen en cuenta los objetivos y la búsqueda de respuestas en pos de los ODS. Estas proyecciones son perspectivas a lo largo de los próximos 10 años para 40 productos agrícolas y pesqueros principales en diferentes planos, analizando los factores de rendimiento de los mercados agroalimentarios, lo que permite fundamentar los análisis y la planificación prospectivos en materia de políticas.
En esta oportunidad la información que aporta el informe cobra relevancia en el marco de las dificultades e incertidumbres que nos plantea la pandemia a nivel mundial, en particular en lo que refiere a la seguridad alimentaria mundial. Esto se produce en el contexto de un mundo que, ya antes de la pandemia, venía poniendo en cuestión las normas que regulan el comercio mundial y poco a poco dejando de lado el sistema OMS.
La crisis mundial reafirma el gran desafío que tiene la humanidad de garantizar la seguridad alimentaria y una dieta saludable para una población mundial creciente. Está previsto que la demanda mundial de productos agrícolas se siga incrementando en al menos 1,2 % anual durante el próximo decenio, un poco más lento que antes. Existe una población que sigue creciendo con una tendencia por encima del cambio en las conductas alimentarias que vienen marcando una sustitución por proteínas. El aumento en la población y los cambios en las conductas alimentarias determinan la necesidad imperiosa de aumentar la productividad en forma sostenible. Cada vez más está presente entre los tomadores de decisiones la importancia de aportar a la seguridad alimentaria, lineamiento clave dentro de los ODS. La seguridad alimentaria como tal es un concepto amplio y tiene múltiples definiciones. Por un lado, la obligación de las naciones soberanas de garantizar la oferta de alimentos a su población, lo que las motiva a producir domésticamente. Por otro, la necesidad de comerciar con el mundo para complementar su oferta doméstica –que por razones climáticas o de puras ventajas comparativas, no es suficiente para alimentar a la población–, y para colocar los excedentes exportables y obtener divisas. Pero la seguridad alimentaria exhibe también una dimensión importante en el sentido del cuidado de los recursos que permiten producir alimentos y de la inocuidad y calidad de los propios alimentos.
- El crecimiento sostenible de la productividad, fundamental para alimentar de forma sostenible a una población mundial cada vez mayor, pudiendo llegar a 8 500 millones de personas que se prevén en 2030.
- De los incrementos de la producción mundial de cultivos previstos para 2030, se estima que el 87% procederá del aumento del rendimiento, mientras que el 6 % se deberá a la expansión del uso de las tierras y el 7 % al aumento de la intensidad de los cultivos.
- Se estima que aumenta la extensión de la producción, la intensidad y la productividad en forma conjunta.
De los conceptos más importantes a considerar es la idea que el aumento en la productividad va de la mano del cuidado del medio ambiente, aspecto que cobra especial relevancia al momento de exportar, ya que los procesos de certificación operan como garantes de los adecuados procesos de producción.
En lo que refiere a precios, el aumento que se viene dando en los últimos tiempos ya está cediendo. Un aspecto no menor es que los precios de los productos agrícolas son afectados por factores como el clima, los rendimientos y las decisiones de producción y estoqueo de los grandes productores y compradores mundiales. Otros factores que operan son las definiciones de políticas de los grandes jugadores mundiales, los comportamientos de los mercados energéticos y la volatilidad de los mercados de cereales, entre otros.
Parecería que nos encontramos ante una situación de estabilidad de precios, reafirmándose la idea que el auge de las materias primas sería de un alcance temporal más limitado que en instancias anteriores. Las estrategias para capitalizar estos precios dependerán de la fortaleza que exhiban los sectores para capturar estos precios temporariamente altos y fortalecer sus propias cadenas productivas. De lo que no existen dudas es que las condiciones son heterogéneas entre los diferentes productos.
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