Decenios de competencia fiscal han provocado una “carrera hacia el abismo”, que ha privado a muchos países de los recursos necesarios para realizar inversiones vitales en salud, educación, infraestructuras y políticas sociales. La pandemia trajo consigo nuevas presiones para las políticas fiscales, lo que dificulta la inversión en la transformación verde y digital. Por lo tanto, aprovechemos este momento crucial para construir un sistema tributario internacional más justo y eficaz de acuerdo a las realidades del siglo XXI. Nos complace mucho el histórico acuerdo alcanzado por 130 países en el contexto del Marco Inclusivo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el G-20. El acuerdo prevé un impuesto mínimo mundial a las sociedades que contribuirá a garantizar que las empresas muy rentables tributen en proporción a sus beneficios en todo el mundo. A partir de nuestros propios estudios, sabemos que los regímenes de impuestos mínimos pueden ayudar a los países a preservar su base del impuesto de sociedades y a movilizar ingresos, algo que ahora es más importante que nunca.
Kristalina Georgieva, en Diálogo a Fondo, blog del FMI (8 de julio)
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