Luego de un extenso período en el que las exportaciones de carne argentinas estuvieron restringidas, al punto que en algunos períodos fueron inferiores en volumen a las uruguayas y paraguayas, cuando años atrás ocupaba el tercer lugar entre los exportadores, en los últimos tres años retomaron la senda de crecimiento a un ritmo que ha ido incrementándose aceleradamente. En el correr de este año ya superan los registros uruguayos, tanto en volúmenes como en recaudación. En términos generales, existen numerosos factores similares entre ambas ganaderías, pero también se constatan diferencias de relieve.
Veamos algunas: cómo surge de los cuadros adjuntos, los volúmenes exportados por Argentina en los 7 primeros meses del año superan en un 37 % a los nuestros, mientras la diferencia en dólares es algo mayor, un 39 %, debido a que los precios promedio que logran sus ventas son ligeramente más altos que los uruguayos.
Los productos que exportan son básicamente los mismos que Uruguay: carne congelada con hueso 70 % del total en toneladas, carne desosada y enfriada 30 %, y partidas mínimas de carne procesada y congelada con hueso.
El mercado hegemónico para los dos países es China, que incluso es más determinante para Argentina, ya que llega a captar el 73 % de las toneladas que exporta, mientras Uruguay se acerca actualmente al 61 % (ver cuadro). La diferencia a favor de Uruguay es la consolidada posición que tiene en la cuota 481 con la UE, en la que Argentina recién ensaya sus primeros pasos, y también en EEUU, donde tenemos desde hace muchos años una cuota de 20 mil toneladas sin aranceles que cumplimos todos los años, mientras Argentina recién está entrando. Pero, en sentido inverso, Argentina tiene 29.500 toneladas de cuota Hilton, el negocio cárnico de más valor, casi 6 veces el volumen disponible para Uruguay, que tiene 6.300 toneladas. Y por supuesto que la carne argentina tiene una fama formidable en todos los mercados y su cadena productiva exhibe actualmente una competitividad imbatible, potenciada actualmente por la reciente devaluación.
Historia reciénte
En la última década y media, el rodeo vacuno se fue reduciendo, hasta perder 12 millones de cabezas en el período: un rodeo uruguayo entero. La caída no se debió exclusivamente al entorno político adverso, sino que se conjuntaron una serie de factores: el principal fue el boom de precios agrícolas, con la soja a más de 500 dólares la tonelada. Tal como ocurrió en nuestro país, la soja corrió a la vaca de los mejores suelos, de los campos cultivables.
El otro factor de fuerte incidencia en la caída de la exportación tiene que ver con los sistemas productivos, que continuados en el tiempo inciden incluso en la orientación genética: el malacostumbrado consumidor argentino se come la frutilla de la torta, lo demás no le interesa. Así es que los animales de faena argentinos pesan de promedio 20 o 30 kilos menos de carne en gancho que los nuestros y 100 kilos menos que los de EEUU. Son terneros, novillitos, vaquilloncitas, mayoritariamente de raza Angus, engordados en corrales, que producen muy eficientemente carne de alta calidad, en terneza y en todos los factores organolépticos que se pidan.
No son estos los productos que se transan internacionalmente. La carne de exportación la proveen más bien animales grandes, de cruzas continentales, o incluso cebuinas, que dan cortes más magros y pesados que los preferidos por el exigente consumidor local.
A toda marcha
Este año, las exportaciones argentinas de carne vacuna ya superan a las nuestras en volumen y en recaudación. En los últimos 12 meses exportaron por valor de US$ 2.326 millones.
Podrían producirse los dos, pero si se eligen opciones apuntadas a producir animales pequeños, y se matan cuando son terneros, no llegan a ser novillos. Para exportar queda poco: los cortes de menor interés para el consumo, las vacas de descarte, los ganados rústicos de campo de las zonas más pobres.
Con el paso de los años, la orientación productiva hacia la exportación fue retrocediendo hasta un mínimo, afectando gravemente las finanzas de productores e industriales de ese perfil.
La exportación
Con un nuevo marco, más amigable con la exportación, los dinámicos empresarios argentinos volvieron sin tardanza a la cancha. No sólo en los campos, sino también en la industria frigorífica y en la logística de exportación. Se realizaron inversiones en todas las áreas, se construyeron o reciclaron plantas de faena que estaban volcadas al mercado interno y no estaban habilitadas para exportar, se volvió a hacer ganadería pastoril con todas las variantes de utilización de granos y otros subproductos de la agricultura, los productores pisaron el acelerador a fondo, al estilo argentino.
A partir de esas condiciones, la exportación de carne vacuna creció a los saltos: en los últimos 12 meses exportaron por valor de US$ 2.326 millones de carne.
Y como vimos, este año, las exportaciones ya superan a las nuestras en volumen y en recaudación.
El escenario más auspicioso se refleja incluso en indicadores que requieren más tiempo para su expresión, como el aumento del stock: este año ya cuentan 54 millones de vacunos en sus campos, cuando habían llegado a bajar de los 50 millones.
Vuelta la carne argentina a los mercados del mundo, se acabó el recreo para nuestro país: ahora hay que competir con otro gigante, que agrega calidad y prestigio a los enormes volúmenes que puede ofrecer. Para mejor, o peor para nosotros, como vimos más arriba, los quebrantos financieros que llevaron a la devaluación le aporta a Argentina una competitividad agregada en esta coyuntura. Puede verse en el cuadro la diferencia de precios de los ganados de faena en Buenos Aires y en Montevideo; y la hacienda representa algo así como el 80 % de los costos industriales.
El dólar.
Desde que se desató la última tormenta cambiaria en la región, luego de las elecciones en el vecino país, el peso argentino se devaluó alrededor de un 22 %: el dólar pasó de 45 a 55 pesos (promedio de compra y venta, hasta el 26 de agosto). Este episodio provocará un aumento de la inflación del orden del 10 % en los dos primeros meses, según estiman los analistas.
Brasil, por su parte, también devaluó el real, que cotiza ahora a $ 4,14 por dólar, acumulando un 5 % de suba en 15 días. En este país la inflación no es relevante.
Mientras tanto, en Uruguay, con intervenciones del Banco Central para frenarlo, subió un 3 %, alrededor de 1 peso, hasta los $ 36,50, al cierre de esta nota. Este valor implica una devaluación del 15% en un año, con una inflación de 7,5 %, lo que implica una cierta recuperación, pero arrancando de un piso muy bajo.
Si todo permanece como está, habremos perdido algo más de competitividad cambiaria en este proceso.
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