La Academia de Economía está dedicada a la generación de ámbitos de debate entre especialistas acerca de diversos temas de interés nacional, al tiempo que produce informes sobre distintos asuntos claves para el desarrollo del país. La economista que la preside dialogó con La Mañana sobre sus cometidos y los diferentes trabajos que la institución ha realizado, y explicó hacia dónde debería ponerse el foco en Uruguay en materia de competitividad.
La Academia de Economía fue fundada en 1957. ¿Cómo surgió?
Horacio Terra Arocena, que fue uno de los académicos fundadores, dijo que la academia no era un lugar de reposo, sino una militancia de inquietudes. O sea, no es que estamos allá en la guardilla estudiando los temas, sino que abrimos la cancha para que varios expongan sus posiciones, sus ideas, y rara vez tomamos posición como academia, salvo en cosas muy importantes, como fue el tema del Mercosur o la regla fiscal.
Esta no es una academia de economistas, porque en el estatuto está previsto que sean personas que hayan contribuido a la economía, ya sea en materia de investigación, como desde el punto de vista aplicado, es decir, en empresas que se hayan desarrollado en Uruguay, entonces, es muy amplio. Nosotros tenemos ingenieros, contadores, abogados, especialistas en relaciones internacionales.
Eduardo Acevedo Álvarez, Carlos Sanguinetti, Enrique Arocena y Ramón Díaz fueron los presidentes que ha habido en estos casi 64 años. Somos más de 100 académicos en Uruguay y cinco en el exterior. Hemos organizado unas 300 mesas redondas con más de 400 expositores, y más de 40 jóvenes –estudiantes y recién recibidos- han sido galardonados con el Premio Academia Nacional de Economía, que lo tenemos desde 2007.
¿Cuáles son los cometidos de la institución?
Estudiar los temas de la economía, ofrecer la posibilidad de contrastar opiniones distintas entre diferentes técnicos y realizar estudios. Para esto último, el estatuto previó la creación de una comisión especial, por lo cual en 2015 fundamos un centro de pensamiento y propuestas que se llama Pharos, que sí toma posición sobre diversos temas, como empresas públicas, acuerdos comerciales, Uruguay en la OCDE, competitividad departamental, fiscalidad y ejecución presupuestal, y encomienda trabajos que hagan recomendaciones contundentes de política pública.
La otra ala de la academia, más tradicional, que normalmente realiza la apertura o el cierre con autoridades, es un ámbito donde se exponen visiones diferentes para que cada uno saque sus propias conclusiones.
El Banco Central (BCU) está impulsando nuevamente la desdolarización. El pasado 1º de julio, los economistas Juan Carlos Protasi y Aldo Lema hicieron una presentación en la academia sobre el tema. ¿Se llegó a alguna conclusión?
El año pasado retomamos una tradición que por unos años se había perdido: el presidente del BCU (Diego Labat) anunció la estrategia de política monetaria en un evento de la Academia de Economía, lo cual nos pareció importantísimo. Básicamente, él dijo que la consistencia, la transparencia y la persistencia en políticas monetarias sanas que revaloricen el papel de la moneda nacional, van a permitir una desdolarización. En definitiva, la desdolarización es un tema de confianza en la moneda. Hay algunos técnicos que dicen: “o desdolarizamos o dolarizamos”, para ir a una caricatura de ambos extremos.
¿Cuáles fueron las diversas posiciones que surgieron?
Protasi dijo que, si no podíamos tener credibilidad y sustentabilidad fiscal, y por lo tanto tener una inflación baja y una moneda fuerte, una solución de extremo sería ir a un sistema basado en el dólar. No es que él lo estuviera proponiendo, sino que lo analizó desde el punto de vista de qué pasaría en ese caso, los pros y los contras.
Por su parte, Aldo Lema expresó que había que tener cuidado con eso, porque en la medida que tuviéramos problemas fiscales, si no podíamos hacer los ajustes por precio, por no tener inflación, los tendríamos que hacer por cantidades, y eso implicaría desempleo.
Nos pareció muy interesante confrontar esos dos enfoques, no para sacar una conclusión, sino con esa visión que tiene la academia de generar el debate para que cada uno vea técnicos de primer nivel debatiendo y saque sus propias conclusiones. No hay una posición de la institución como tal.
¿Qué visión tiene la Academia de Economía sobre el desarrollo de Uruguay? ¿Por dónde pasa?
Ahí ya nos vamos un poco más a los trabajos de Pharos. Nosotros hicimos unas primeras publicaciones de temas muy obvios, como el funcionamiento de las empresas públicas, sobre todo, la gobernanza, que entendemos que tiene muchas cosas para mejorar; un segundo trabajo sobre la posibilidad de que Uruguay firme acuerdos comerciales con países de Asia-Pacífico y un tercero acerca de Uruguay en la OCDE.
Luego, en 2018, hicimos una pequeña cumbre moderada por Enrique Baliño y Gonzalo Noya, con unas 20 personas de altísimo nivel, donde realizamos una tormenta de ideas –con la metodología apreciativa- y vimos cuáles eran los puntos que tenía que empezar a estudiar Pharos para hacer propuestas.
De ahí salieron nuevas publicaciones: Uruguay en la OCDE, competitividad departamental, y fiscalidad y ejecución presupuestal. Todos estos trabajos surgieron de aquella tormenta de ideas, donde nos preguntamos cuáles eran los aspectos claves para que Uruguay despegara, y tienen que ver con el peso del Estado, la inserción internacional, la competitividad y las relaciones laborales.
En materia de competitividad, ¿hacia dónde tendría que enfocarse el país?
Cuando hablamos de competitividad, inmediatamente la gente piensa en el dólar, pero es un concepto mucho más sistémico que pasa por todas esas variables que te señalaba: cómo funciona la relación entre el Estado y los agentes económicos, cuán pesado es el déficit fiscal, cómo es la gobernanza de las empresas públicas, cuán abierta es la economía, cuántos tratados de libre comercio tiene y cómo es la competitividad hacia la interna del país, porque somos un país chiquito pero hay 19 realidades diferentes en esa materia. En 2018 realizamos un encuentro sobre esto en Presidencia de la República, dada la importancia que el propio Dr. Tabaré Vázquez (académico de Honor) daba al tema.
¿La institución tiene alguna propuesta sobre cómo resolver el problema del desempleo en el país?
Justamente, estamos confeccionando los términos de referencia para un estudio sobre eso, porque no se trata de crear puestos de trabajo con un jornal de emergencia –que puede ser una solución para un momento de crisis-, sino que debemos tener empleos de calidad. Para eso hay que remover barreras regulatorias que datan de principios del siglo XX. Si de algo sirvió la pandemia fue para ver que se puede trabajar mejor y de una manera mucho más flexible e integrada entre empleador y colaborador.
También vamos a llevar adelante otro trabajo sobre energías, en el sentido de que tenemos una matriz energética renovable y eso es muy bueno, pero todavía no se ha trasladado a la competitividad de las empresas, o sea, a mejorar los costos de las mismas ni el bienestar de los consumidores. Debemos plantearnos cómo podemos hacer para lograr eso.
¿Qué se puede hacer para fomentar la sustentabilidad y el crecimiento de las pymes uruguayas?
En la medida que se levanten barreras para que las relaciones laborales funcionen mejor, para que las tarifas públicas no sean prohibitivas, para que los impuestos y la burocracia no asfixien la iniciativa privada, todo eso que es bueno para el país, va a ser bueno para las pymes.
A título personal, dada la importancia que tienen las pymes en Uruguay, tomar medidas para mejorar la competitividad del país va a beneficiarlas, más que nada en cuanto a la flexibilidad.
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