El enjambre humano. Cómo nuestras sociedades surgen, prosperan y caen. Mark W. Moffett. DEBATE. Febrero 2021. 672 págs., $1190
Un fascinante ensayo que combina etología y sociobiología. Mark W. Moffett es biólogo e investigador del Instituto Smithsoniano. Cuando no está explorando algún remoto rincón de la Tierra en busca de insectos, es profesor en el Departamento de Biología Evolutiva Humana en la Universidad de Harvard.
Con un estilo de escritura amena, conocimientos enciclopédicos provenientes de disciplinas disímiles y anecdotarios de los más diversos lares, Moffett inmediatamente nos recuerda la lectura de Colapso de Jared Diamond o de Sapiens de Yuval Noah Harari.
“He pasado años reflexionando sobre el concepto de lo que llamamos “sociedad” al tiempo que exploraba tribus y naciones. Siempre me ha cautivado el fenómeno de lo extraño a una sociedad, de lo foráneo, la forma de convertir lo que objetivamente son diferencias menores en brechas entre individuos con ramificaciones que se extienden a todos los ámbitos de la vida… (…) por incómodo que pueda parecer, las sociedades humanas y las de insectos se asemejan más de lo que estamos dispuestos a creer”.
“Mas, por poderosa que pueda ser la pertenencia a una sociedad en su capacidad para exaltar la imagen colectiva que los ciudadanos tienen de sí mismos, no es a sus miembros a los que ve más distintos, son los extranjeros los que sufren la transformación más radical y a veces terrible. En la mente de cada persona, grupos enteros de extranjeros pueden convertirse en algo menos que humanos, y hasta una especia de plaga. El hecho de que los extranjeros puedan ser considerados lo suficientemente despreciables para aplastarlos cual insectos es la base de la historia”.
En un mundo que se presenta como la panacea grandes soluciones globales desde centros distantes para ser aplicadas a personas equiparadas a insectos incontables, es pertinente leer sobre enfoques legitimantes de dicho paradigma.
Pero los que tenemos una visión de trascendencia de la naturaleza humana problematizamos perspectivas en las que las personas son equiparadas crecientemente a insectos. Entre otras razones, la historia enseña que las experiencias fundadas en estas visiones han devenido en pesadillas. Y también porque, si bien amamos nuestra tierra y a nuestra gente, creemos en un mundo que tiende puentes al otro, al distinto.
Un texto para pensar, para polemizar.
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