Entre 2021 y 2026 Italia recibirá 69.000 millones de euros, o cerca del 4% del PIB, en subvenciones de la Unión Europea para financiar inversiones ecológicas, digitales y en infraestructuras. Esta cifra es significativamente mayor, en porcentaje del PIB, que el 2,6% que recibieron los países europeos en el marco del Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial. Pero Draghi ha decidido redoblar la apuesta, combinando estas ayudas con otros 13.000 millones de euros de subvenciones de la UE y 191.500 millones de euros en préstamos, también en su mayoría de la UE, de modo que el programa completo asciende a la friolera de 248.000 millones de euros. Alrededor del 70% se destinará a nuevos proyectos. España, en cambio, también recibirá unos 69.000 millones de euros en subvenciones de la UE, pero no tiene previsto gastar ni un centavo más.
La elección de Draghi puede parecer extraña a primera vista. Los préstamos de la UE son solo un poco más baratos que el coste al cual Italia accede a los mercados de deuda. ¿Por qué debería el gobierno comprometerse a recurrir a ellos de forma tan significativa? La respuesta es que Draghi pretende que Italia cambie de rumbo, y por ello ha anunciado una estrategia de impacto que pretende acabar con el estancamiento que sufre su país desde hace dos décadas. Actuando con tal contundencia, Draghi espera cambiar las expectativas y, por tanto, el comportamiento de empresarios, trabajadores y consumidores. En 2012, cambió el destino de la eurozona al decir que el BCE haría “lo que fuera necesario” para preservar el euro. El enorme plan plurianual equivale a otro “cueste lo que cueste”. Pretende señalar que el Gobierno está decidido a garantizar una recuperación sostenida y a situar la economía en una trayectoria de crecimiento duradera.
Esto es exactamente lo contrario del enfoque fiscal tradicionalmente conservador que prevalece en la UE, donde los gobiernos han actuado repetidamente como si el mayor riesgo fuera hacer demasiado y poner en peligro la estabilidad macroeconómica. La estrategia de Draghi se acerca mucho más a la del presidente estadounidense Joe Biden, que también considera claramente que el mayor riesgo es hacer demasiado poco. Ciertamente, Draghi no es el primer dirigente europeo que piensa así en los últimos tiempos, pero sí el primero que actúa en consecuencia.
Jean Pisani-Ferry, en Project Syndicate
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