“La envidia del español no es conseguir un coche como el de su vecino, sino conseguir que su vecino no tenga coche”. La frase, que encierra un sentimiento perverso, es del agudo escritor y periodista nacido en Pontevedra, muy leído en su tiempo, Julio Camba, y viene al caso cuando se observa la actitud política asumida por el Frente Amplio que –día a día y en todos los temas– se opone, critica y embiste contra el limpio y transparente gobierno de la coalición republicana, interpelando y ahora tratando de quitarle su arma jurídica y política para concretar los cambios que el país pide a gritos, que es la LUC.
Esa abierta y desafiante oposición demuestra su deseo de que al gobierno le vaya mal, lo que es prueba palmaria de que no se sienten identificados con el destino nacional, que es uno solo. Prefieren el fracaso del gobierno actual, aún a costa de acentuar la crisis que dejaron, porque les mantiene la esperanza de recuperar el poder que perdieron por la ineficiencia, las corruptelas, el descarado nepotismo y la increíble torpeza y falta de aptitudes para el manejo de la cosa pública. Sin preparación adecuada por falta de aprendizaje y formación, pero con la soberbia del poder que investían y la arrogancia del ignorante, aventuraron emprendimientos millonarios que en su fracaso arrastraron al país al colosal endeudamiento que hoy soporta.
No obstante, como si hubieran gobernado honesta y maravillosamente bien, ahora se presentan como un cerrado frente opositor que ha creado una grieta visible en nuestra sociedad, que hoy enfrenta claramente dos modelos de país, dos conductas de gobierno y dos sistemas de valores.
No alcanza con que Mujica diga que “podemos caer” en una grieta o que el doctor Lacalle Pou no la pueda reconocer, pues antes que nada es el presidente de todos los uruguayos.
La grieta existe, los hechos la demuestran, algunos politólogos, historiadores o analistas la fomentan y el poder sindical –que junto al Partido Comunista han sido los dos principales movilizadores en la recolección de firmas– la profundiza.
La falta de acuerdos, la resistencia a los cambios –aún en las áreas cuya mejora es indiscutible como la seguridad pública–, la terca negativa al reconocimiento de la necesaria modificación en el sistema educativo y las abismales diferencias en la política internacional en la que brindan su apoyo entusiasta a Venezuela, Cuba y Nicaragua, son muy elocuentes ejemplos de diferencias irreconciliables.
Todo ello, sin que los frentistas miren hacia adentro de su propio partido o, mejor, aglomeración de partidos, que aún sin analizar o discutir su “Balance, autocrítica, crítica y perspectivas” que han preparado para su Plenario o Congreso en voluminoso texto, acaban de despedir a su presidente Javier Miranda con recriminaciones, groseros insultos y rechazo a su gestión por violar los reglamentos, amordazar sus críticos, actuar sin imparcialidad, provocar una microfragmentación de las corrientes partidarias y desatender el estado de finanzas de la coalición.
Como desahogo, el propio Miranda en el reportaje en un semanario días pasados, le tira con chumbo grueso a Cabildo Abierto y pone cara de malo, que para nada le sale; se queda en caricatura.
Y se hace el olvidado que poco tiempo atrás, pidió con tono suplicante al senador Manini que lo recibiera. Y se le concedió la entrevista en la sede central de Cabildo Abierto con participación de toda la prensa.
Pero seguimos sin comprender las razones que pueda tener contra un partido que nunca se ocupó de su trayectoria y en cambio deja pasar por alto los insultos y las injurias que recibió, con groseros calificativos.
Bien pudo rechazar los desastres en los que posiblemente no tuvo arte ni parte, comenzando una seria autocrítica y revisión de temas como la Regasificadora, Aratirí, el Fondes, Pluna, Alur, Ancap y toda la retahíla de acciones de sus pares, demuestran a cabalidad el fracaso del Frente Amplio para gobernar un país correcta y eficientemente. Y sobre todo el arrogante desdén con que encubren sus purulentas disensiones.
TE PUEDE INTERESAR