La crisis del COVID-19 ha generado situaciones totalmente nuevas que han agravado problemas estructurales y ha afectado a las economías. Una de ellas ha sido el aumento de los niveles de desempleo por la caída de la actividad llevando a una parálisis total de muchos sectores de la economía. Por esta razón ha sido necesario repensar ciertas actividades y prescindir de aspectos antes considerados indispensables, como la presencialidad y la aceleración de los procesos de automatización. En un contexto de alta incertidumbre y de incapacidad por parte de los Estados de impulsar políticas activas de empleo, en algunos casos imponiendo medidas que buscan paralizar las actividades, todas las partes se han visto afectadas de diferentes maneras. Sin lugar a dudas existen sectores y actores que se han visto favorecidos, pero estos han sido los menos.
Entre los temas más sensibles y relevantes están los referidos al desempleo y el efecto que tiene sobre las generaciones actuales y futuras, como así también la capacidad y voluntad de respuesta por parte de los gobiernos. La realidad es que existen algunos que quedarán marcados y serán el producto y resultado de esta pandemia, la llamada “Generación Corona” marcada por (no) encontrar empleo y/o alejarse del sistema educativo durante la pandemia.
La afectación de los mercados de trabajo
La pandemia de COVID-19 y las medidas políticas que implementaron los gobiernos de todo el mundo para contener la propagación del virus han afectado los mercados de trabajo. Como consecuencia, la mayoría de los países han experimentado un marcado aumento en las tasas de desempleo, especialmente al inicio de la pandemia. En muchos casos el aumento en la cantidad de desempleados se debió a la contracción de la demanda de trabajo por disminución o cese de la actividad, el cierre de empresas y la reestructuración de las formas de trabajo y los contratos. El empleo joven, uno de los más preocupantes, no fue ajeno a estas situaciones.
Los jóvenes han sido muy afectados por la crisis del COVID-19
El desempleo en los jóvenes es uno de los principales problemas estructurales a nivel de los mercados de trabajo. Este problema ha sido especialmente estudiado y objeto de políticas activas de empleo. A su vez, diversos estudios muestran una alta correlación entre las tasas de desempleo en los jóvenes y el PIB. Las recesiones económicas van de la mano de un incremento mucho más alto de la tasa de desempleo específica en los jóvenes. Por ejemplo, en la crisis financiera del 2008 en la UE, fue significativo el aumento del desempleo en jóvenes, tendencia que recién se logró revertir a partir del segundo semestre de 2014 luego que la UE implementara un conjunto especifico de medidas económicas. Con el COVID-19 la tasa de desempleo vuelve a su tendencia al alza. El éxito en combatir la misma pasa por la rapidez, completitud y efectividad de las medidas. Si no se cumple con estas condiciones, el desempleo de las generaciones jóvenes se agudiza volviéndose en un problema de carácter estructural.
Las tasas
El mayor desempleo en los menores de 29 años podría haber sido mucho peor a nivel de los países europeos. Diversos estudios muestran que la política fiscal expansiva y el uso intensivo del trabajo a jornada reducida fueron herramientas relativamente efectivas en la UE para prevenir más pérdidas de empleo. Los datos confirman que el desempleo juvenil entre los de 15 a 29 años aumentó en la UE de 4,7 a 5,1 millones entre 2019 y 2020, lo que significa un aumento de unos 400.000 jóvenes desempleados. De esta forma la tasa de desempleo juvenil sigue en casi el doble de la general y aumentó de 11,9% a 13,3%, pero pueden verse diferencias muy importantes tanto entre países como entre regiones dentro de una misma realidad nacional.
Las intervenciones necesarias
Interesa destacar que la UE –con criterios similares entre los países que la componen, con niveles de solidez fiscal mejores que nuestras realidades y con programas ya probados en la materia– tiene resultados diversos en cuanto al desempeño y la efectividad de las herramientas.
En las generaciones jóvenes interesa analizar el trabajo y también su inclusión en el sistema educativo. Las estadísticas muestran que en el 2020 se llegó a un aumento significativo de los que ni estudian ni trabajan. Según los datos hubo alrededor de 9,8 millones de jóvenes en situación de no estudiar ni trabajar en el año 2020; de los cuales 5,1 millones estaban desempleados.
Es difícil evaluar si habrá suficientes puestos de trabajo disponible después de que haya pasado la crisis de COVID-19 pero está claro que se requieren y se requerirán medidas.
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