El secretario del CVU dijo que si todo sigue igual le van a “sobran los dedos de una mano para contar la industria que quedará de pie” ya que es “muy difícil sobrevivir frente a lo caro que es producir e industrializar”.
El secretario ejecutivo del Centro de Viticultores del Uruguay (CVU), Aramir Silva, dijo que la situación de sector “merece un análisis profundo” y que mantiene diálogo a nivel político y del Poder Ejecutivo en búsqueda de soluciones para la “crítica situación a la que está siendo empujada la pequeña y mediana empresa. Necesitamos coordinar con el Gobierno para poder destrabar la situación. Desde el ámbito productivo como del industrial se ha perdido muchas empresas”.
En el marco de esas acciones desarrolladas a nivel político recordó que a fines de julio el CVU fue recibido en el Palacio Legislativo “por los principales o destacados dirigentes políticos de la coalición” y allí “planteamos que se estudie con profundidad la ley de Inavi (Instituto Nacional de Vitivinicultura), y poder armar una salida para el sector a través de distintas propuestas que puedan surgir desde el Poder Ejecutivo analizando con nosotros la parte productiva e industria”.
La alternativa es “dejar que esto siga en el tren que va, y de esa forma van a quedar cada vez menos productores y muy poca industria, un tres, dos o uno por ciento de la industria va a quedar de pie, más de eso no”, y de ahí la urgencia de “establecer reglas de juego distintas para que el sector pueda caminar”, dijo a La Mañana.
Pero si dejamos que toda siga igual “me sobran los dedos de una mano para contar la industria que quedará de pie, porque es muy difícil sobrevivir frente a lo caro que es producir, lo caro que es industrializar. Hay mucho costo que nos aterrizan como pequeña y mediana empresa” además de que “no tenemos posibilidades de salir afuera y atender el mercado internacional que tiene precios muy por debajo de los nuestros, eso nos deja sin posibilidad de competir”.
Respecto al mercado interno, “que es donde está la defensa de la pequeña y mediana industria, no hay posibilidades de sostener 140 bodegas y 700 u 800 productores familiares. Para eso hay que hacer un análisis mucho más profundo de todo el sector”, resumió.
Son muchos los factores que inciden en la ecuación de las empresas además del combustible
Los costos que se deben mejorar son muchos. El gasoil es uno de ellos: “El granjero llena el tanque de 45 litros y no nos da para el día. Pero aunque mucho se hable del combustible no es el único” factor que incide con fuerza en la ecuación: “Los tributos, los impuestos subieron, los costos de producción también, una bolsa de remedios que valía algo más de 100 dólares hoy vale 400 dólares, no solo subió el dólar sino que se multiplicó el valor del producto con lo que el alza es mayor. Así es muy complicado producir, nos regimos por el dólar pero vendemos el vino en pesos flacos”, expresó.
No obstante, también ha habido señales positivas por parte de los gobernantes, “este año tuvimos la suerte de que la industria tuviera una exoneración en la parte eléctrica y eso fue algo muy positivo que logramos a través de Julio Luis Sanguinetti que es el vicepresidente de UTE”.
“La industria lo contactó y pudo bajar el costo, y aunque se diga que fue una baja menor, lo que sucede es que un poquito de un lado y otro poquito del otro, en el conjunto ayuda para poder sostener la empresa y caminar hacia adelante”, evaluó.
“En una conversación y en menos de 30 días se logró una baja de los costos y eso nos dio oxigeno para seguir. Es solo un ejemplo, como dice la poesía: ‘Cosas pequeñas para el mundo, pero grandes para mí’. Para la pequeña y mediana industria cualquier baja o exoneración puede ser de mucho valor”.
La autocrítica no faltó en los comentarios de Silva: “Vemos que hay voluntad, pero creo que a nosotros nos falta estar más organizado para poder encarar temas que se pueden puntualizar y sobre los cuales se pueden encontrar soluciones, que permitan a los más pequeños seguir trabajando”, apuntó.
El impacto de la pandemia
“La pandemia incrementó el consumo de vinos, para eso contribuyó que las personas tuvieron que quedarse en sus casas, salieron poco; las familias aprovecharon la menor movilidad para compartir un vaso de vino”, dijo, y agregó que el cierre de fronteras “también fue un factor positivo porque el contrabando se paró”.
La exportación también favoreció, porque se pudo “exportar el vino en stock que no se podía vender en el mercado interno. Con el apoyo del Inavi se sacaron volúmenes importantes, eso estabilizo el stock” interno “lo que estabilizó y tranquilizó al sector. El problema ahora es cómo seguir hacia adelante”, advirtió.
Cero alcohol
El cero alcohol “no golpeó el consumo” y “somos conscientes que después de ponerlo es difícil estabilizar en 0,3 o 0,2 como hay en otros países”.
“Lo que si tenemos claro es que el cero alcohol perjudicó al tomador responsable que toma un vaso de vino en su casa con su familia o en un cumpleaños, no toma para quedarse dormido en la mesa sino para disfrutar de la bebida como tiene que ser. Pero el que toma y se cae de borracho sigue haciéndolo”.
A diferencia de este último, “las personas por lo general consumen con responsabilidad y se cuidan”, saben que un vaso de vino “no es perjudicial ni es un consumo problemático, hasta se organizan y cuidan entre los grupos de amigos o de familia, turnándose y ordenando para tomar y no manejar, hoy le toca a uno y en la próxima al otro”.
Datos de la vendimia 2021
En 2021 se cosecharon 99,5 millones de kilos de uva, más del 90% de la producción se dio en la zona Metropolitana (Canelones, Montevideo y San José), según datos publicados por la sommelière Gabriela Zimmer en el documento “Informe Vendimia – Uruguay 2021”.
“Podemos afirmar que Uruguay es un país productor de vinos tintos. Le sigue la producción de vinos rosados, aunque hay que tener en cuenta que la producción de vinos de mesa y vinos finos no se informan por separado en la actualidad”, detalló.
El tipo clarete es el que “se produce a partir de la mezcla de uvas blancas y tintas o de sus mostos. La fermentación se hace en presencia de los hollejos tintos y de forma parcial por lo que se obtiene un grado de alcohol bajo. También la maceración es corta y eso da como resultado el color pálido, semejante a un rosado”.
Inavi no permite utilizar el término “clarete” para los vinos VCP (Vino de Calidad Preferente).
Del total producido, el 53% es tinto, 33% rosado, 10% blanco y 4% clarete.
Canelones es el departamento de mayor producción (60,55% del total), seguido de Montevideo (31,04%), Colonia (3,04%) y Maldonado (2,67%). San José, Paysandú, Soriano, Rivera, Lavalleja, Durazno, Salto y Tacuarembó, representan todos juntos el 2,70%.
Más del 90% de la producción de vinos ocurre en la zona Metropolitana que incluye los departamentos de Canelones, Montevideo y San José. “Esta es la región vitivinícola uruguaya con más incidencia en la totalidad de producción, donde se concentra la mayoría de los productores uruguayos y la que tiene mayor extensión de viñedo”, destacó.
Asimismo, menciona que “adicionalmente, se están desarrollando nuevos proyectos vitivinícolas en lugares donde antes no había viña, por ejemplo, en zonas de Artigas, Lavalleja, Durazno, Tacuarembó, Rocha, Maldonado”.
En 2020 había 6.002 hectáreas dedicadas a viñedos, en 2021 ese total cayó a 5.991 hectáreas en todo Uruguay, pero “los datos indican que se cosechó más uva, o al menos, que esa uva tuvo un mayor peso con respecto al pasado año”.
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