¿Tu pasión?
La vida, la familia. Y los caballos. No puedo entender la felicidad y el compromiso de estar vivo sin la pasión. Cultivar y atender mis vínculos con la familia me permiten entender mejor a la vida y sus vicisitudes. Convivir con los caballos me ha permitido crecer y a partir de ese amor convertido en pasión he podido mejorar como persona.
¿Tu primer trabajo?
Crecí en campaña en un hogar rural. Mi vida siempre ha transcurrido en campaña, con mi familia y trabajando con animales. Los caballos siempre me gustaron y con veinte años comencé a domar para el establecimiento de mi familia. Y desde entonces no he podido despegarme por mucho tiempo del trabajo con ellos.
Un consejo para alguien que está empezando y quiere hacer lo mismo que tú.
No me gusta dar consejos, es un tema delicado intentar intervenir en la vida de otro. Pero ante la posibilidad de poder compartir con alguien que tiene los mismos intereses puedo afirmar que lo más importante es mantenerse en la huella, no abandonar. Superar las frustraciones que supone, como cualquier otra actividad, el tener que interactuar con otro ser vivo. En el camino podrá haber sabores amargos, pero todos vendrán acompañados de aprendizaje. Poder dedicarse a los que nos apasiona produce una felicidad constante. Y eso es, al final del día, lo más importante.
¿Cómo surge tu inspiración?
Si hablamos de caballos, puedo decirte, con humildad pero seguridad, que nací inspirado. En mi familia los caballos siempre estuvieron muy presentes y, en consecuencia, desde que tengo uso de razón he convivido con ellos, aprendido de ellos y anhelado ser lo suficientemente bueno como para trabajar con ellos. Recuerdo, creo que fue en el año 1998, la película El señor de los caballos. Me impresionó y entonces descubrí que había otra forma de interactuar con ellos, por ejemplo, la doma natural. Ese flash me llevó, casi de inmediato, a buscar información y estudiar. Y luego pasa el tiempo que nos madura y nos conduce hacia ese momento en el que todo cae por su peso. Siempre entendí que la manera de interactuar con los caballos no demandaba violencia y sí, mucha ternura y humildad.
¿Contra qué defecto luchas?
La soberbia, la falta de paciencia, la intolerancia. El ego nos suele jugar malas pasadas y nos tienta constantemente. Resulta fácil creerse bueno y mejor, cuando en realidad todos los días descubrimos las carencias y la necesidad de escuchar, observar, tomar nota y aprender.
¿Tu lugar en el mundo?
Espero me creas, en realidad cualquier paisaje, cualquier lugar, donde esté rodeado de caballos.
¿Un referente en tu vida?
Ariel y Silvia, mis padres. Definitivamente ellos han sido el faro referente. Y continúan siéndolo. La vida también debe ser asumida como una cadena en la que la familia, los padres, son un eje que no condiciona, pero sí señala. Enseña.
¿Una asignatura pendiente?
Crecer como humano, tanto como para ser mejor con los caballos.
¿Un valor fundamental?
La honestidad y debo sumar la solidaridad y la humildad.
¿Qué es la felicidad para vos?
Un amanecer. Un anochecer. La mirada de ella, un abrazo apretado que contiene y quiere. Una jornada plena de trabajo. El relinchar de los caballos cuando me acerco al ruedo. La mirada de ese potro que me reconoce y me permite montarle.
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