Su vínculo con la política comenzó en la niñez, y rápidamente vio en la figura de Wilson Ferreira a alguien “emblemático”. De muy joven comenzó a militar en el Partido Nacional (PN) y desde hace más de 25 años integra su directorio. Hoy, tras haber sido ratificado en la presidencia del partido en las recientes elecciones de convencionales, Iturralde se encuentra recorriendo el interior y articulando acciones en conjunto con los demás socios de la coalición en defensa de la Ley de Urgente Consideración (LUC).
Proviene de Melo, Cerro Largo. ¿Cómo fue su infancia?
Muy linda. Transcurrió allá pero también íbamos a Rocha, a la Laguna Merín, a Yaguarón, y veníamos a Montevideo. Yo iba a la escuela pública Nº 2. Mi madre era profesora de Literatura y mi padre era escribano, era el presidente del Club Unión, fue candidato a intendente por el PN y en el 71 se fue al Frente Amplio (FA). La campaña del 71 me la acuerdo como si fuera hoy. Yo iba a todos los actos (de los blancos). Mi viejo iba a los de Seregni y también lo acompañaba. Wilson siempre me resultó muy emblemático, me parecía increíble. Recuerdo mucho sus últimos dos años de vida, que era director de La Democracia y yo trabajaba ahí con él.
¿Cómo inició la militancia política?
En Montevideo, en el año 78, cuando mataron a la madre de Luis Alberto Heber con el vino envenenado y se hizo un acto en el monumento a Saravia para acompañar a Mario (Heber). Yo estaba fascinado, sentía que era de ahí.
Después vino el plebiscito del 80 y armamos las coordinadoras con una cantidad de dirigentes históricos del partido. Más tarde empezamos a militar en la universidad y participábamos de la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay) clandestina. En el 83 formamos la Asceep (Asociación Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública).
¿Por qué eligió estudiar Derecho?
Siempre me gustó el Derecho, en realidad estudié las dos carreras, pero de Notariado me faltaron las prácticas. A mí me gusta el Derecho, no el ejercicio de la profesión. Todos los tests vocacionales me daban que tenía que hacer Ingeniería o Arquitectura, pero si hoy pudiera elegir estudiaría Economía o Antropología. Me gustan todos los temas, las letras, la literatura, el arte, el cine, el teatro, la pintura, la música.
¿Llegó a ejercer como abogado?
En el 82 me recibí de procurador, era muy buen estudiante, y luego empecé a trabajar y a militar en la universidad. Dejé y estuve como cinco años sin dar exámenes, y al final mi esposa me insistió y me recibí. Me quedaban dos materias cuando ganamos el gobierno en el 89, y me llamaron para ir de inspector general de Trabajo. Mi esposa me dijo: “Para aceptar tenés que recibirte, si no, me divorcio”. Y lo hice.
Luego pasó a ser el director nacional de Trabajo, en el mismo período. ¿Cómo recuerda esa experiencia en el Ministerio de Trabajo?
Fue una experiencia divina, y teníamos un equipo excepcional, con los que todavía nos vemos mucho. Estábamos todo el día en el ministerio. Yo conocía a casi todos los dirigentes sindicales, de la época de la dictadura. Siempre tuvimos una relación muy buena, y la seguimos teniendo. Una de las cosas que cambiamos y que reconocemos que no debió haber pasado, fue haber eliminado los Consejos de Salarios, si bien se mantuvo la negociación colectiva. No fue una decisión acertada.
De 2005 a 2020 fue diputado, coincidiendo con los 15 años de gobiernos frenteamplistas. ¿Qué margen de acción tenía en ese rol como opositor?
Ninguno. Nunca te dejaban pasar un aviso. Mandaban las cosas en un expreso hacia Colonia y Ejido, ahí las aprobaban, y cuando llegaban al Parlamento no podías cambiar ni una coma. Fue un tiempo bastante complicado. Lo único que cristalizó fue mi propuesta de crear una Escuela de Gobierno en el Parlamento. Después, no te permitían sacar ningún proyecto.
Cuando yo entré armamos una iniciativa para que todas las llamadas dentro del país fueran locales, porque te cobraban larga distancia con el interior. Llamé a la presidenta de Antel, Ing. (María) Simón, se lo planteé, y al mes lo sacó como resolución del organismo, para que no saliera como proyecto mío. No te reconocían nada.
También presenté una propuesta de lucha contra la pasta base y no me la aprobaron. Logré que me la firmara (Víctor) Semproni, y así le costó. Eso pasaba con todo lo que planteábamos, ya se sabía de antemano. Yo propuse el tema del matrimonio ante notario y no me lo aceptaron, y al período siguiente Ivonne Passada lo reflotó. No lo sacaron, pero reflotaban cosas como si fueran suyas, ahora, cuando eran nuestras nos mataban.
En el FA dicen que el gobierno no los escucha, que en el Parlamento no hay diálogo con la coalición.
Resulta curioso que eso lo diga gente de Mujica y sobre todo de Tabaré Vázquez, que no recibía a nadie, que en los últimos cinco años no recibió a Lacalle, que se burlaba de Jorge Larrañaga y hasta lo imitaba hablando. Es más difícil hablar de Vázquez porque no está. Mujica te recibía, pero era todo a modo de bolazo, no podías tomar en serio nada de lo que dijera.
¿Qué representa para usted haber sido ratificado en el cargo como presidente del PN luego de 25 años integrando el directorio?
Es un reconocimiento muy especial porque es donde me siento más a gusto. Conozco a la gente del partido, las distintas regiones, las lógicas de pensamiento de los diferentes estamentos, cómo razonan los ediles, concejales, alcaldes, intendentes y legisladores. Ahora que estamos en el gobierno, haber estado en el Poder Ejecutivo me ayuda a entender muchas cosas.
Me parece que puedo hacer una tarea de articulación positiva y me siento útil. Destaco el proceso de elección de jóvenes, que es muy importante, y el año que viene vamos a hacer la cuarta elección. Aprendí a convivir con los gurises, ayudé a pensar cómo armar una juventud. Hoy recorremos el interior haciendo cursos.
¿Cómo van a convencer a la gente de que vote por mantener vigentes los artículos de la LUC que el FA pretende derogar, en caso de que el referéndum sea realizado?
Vamos a hacer una discusión a fondo de cada uno de los artículos, aunque el FA ha renunciado a eso desde el momento en que impugnó una cantidad de artículos que sus legisladores han votado. Han transformado esto en un tema mucho más político que jurídico. Nosotros queremos dar un debate de calidad. Nuestros legisladores están en la primera línea de batalla, muchos de ellos están recorriendo el país y debatiendo.
¿Cuál es la importancia de que esos artículos no sean derogados?
¿Queremos seguir dejando la educación en manos de los sindicatos y que sean ellos los que gobiernen? Esa es una discusión bien importante. Si querés volver a que gobiernen los sindicatos y que el poder político no incida, votá por derogar la ley. Ahora, si estás de acuerdo con que el gobierno de la educación sea a través de mecanismos republicanos, no votes la derogación.
Esto es muy importante, sobre todo, porque nosotros tuvimos una educación pública que era la mejor de Latinoamérica y hoy es una educación residual, donde los niños van porque sus padres no pueden pagar un colegio privado. Estaría bueno que fueran a la educación pública por elección, no porque no pueden pagar la privada. Eso es igualdad de oportunidades. La defensa de la educación para los que más necesitan se da mejorando la calidad, no con paros ni con marchas. Si se deroga, vamos a perder muchos de los instrumentos; le estarías devolviendo un gran poder a las corporaciones para que frenen los cambios de la enseñanza.
Por otro lado, la gran mayoría de las normas de seguridad que fueron incluidas le han dado una cantidad de herramientas a la policía para poder funcionar mucho mejor. Los índices delictivos han mejorado y eso va de la mano de esa normativa. Si te gusta la seguridad de Bonomi, votá la derogación; si te gusta más el modelo de Larrañaga, que ahora sigue adelante Heber, votá por mantener la ley. Es así de sencillo.
El Partido Colorado lanzó su campaña “No vuelvas atrás” en defensa de la LUC. ¿Deberían hacerse acciones en conjunto con el resto de la coalición?
Lo primero que hice cuando me ratificaron en el cargo fue reunirme con los presidentes de los distintos partidos para conversar esos temas, y parte de lo que hicimos fue fijar criterios porque tenemos que tener una mesa de coordinación para actuar en conjunto.
Una reciente encuesta de Equipos determinó que un 47% del electorado votaría por mantener la LUC tal como está, mientras que un 33% optaría por la derogación. ¿Es una señal positiva?
Los datos buenos siempre son positivos. Las encuestas suelen ser una fotografía de un determinado momento, y hay que tomarlo como tal y no dormirse en los laureles. Si hay un 47% que está dispuesto a votar, tenemos que hacer que sea un 60%-70%, porque los instrumentos han sido buenos para el país. Tenemos que salir a dar la batalla y alentar para que la gente sienta que tiene gobernantes que se hacen cargo. No hay nada ganado. Hay un gran debate que se está abriendo y, de juntarse las firmas, vamos a tener que profundizarlo.
En junio, el PN felicitó al Partido Comunista Chino por su centenario, ante lo cual algunos dirigentes frenteamplistas han dicho que es una actitud contradictoria con respecto a la que tienen con otros regímenes de la región, que también son autoritarios.
El FA sale a decir eso porque no quiere hablar de cómo sostiene dictaduras como la de Nicaragua, la de Venezuela, la de Cuba. China tiene un régimen en el cual el Partido Comunista es una clave dentro de su Estado. Ellos son parte de la institucionalidad del gobierno chino y como tal nos han invitado a dialogar muchas veces y lo hemos hecho, como lo hacemos con todo el mundo. Si mañana a mí me escriben del Partido Comunista de Cuba y me dicen que quieren dialogar, ¿cómo no vamos a aceptar? Vamos a hacerlo y a fondo. Negarse a eso es una tontería.
No le veo ningún inconveniente a saludar a un partido con el que tenemos relaciones institucionales. Lo más importante de todo es mejorar las relaciones entre los países, porque si derivan en mayor comercio –no hay que olvidarse de que China es nuestro principal comprador–, eso quiere decir más riqueza para el país y más trabajo para la gente.
¿No hay una contradicción en criticar el régimen autoritario de Cuba, pero no el de China?
Que la izquierda explique por qué ha defendido el régimen cubano, con sus atrocidades, violaciones a los derechos humanos y presos políticos. Cuba lo que hace es hambrear a su gente, mientras que China saca a 250 millones de personas por año de la pobreza.
Además, está aplicando un régimen de libre mercado en lo económico. En definitiva, hay un reconocimiento al sistema que permite el mejoramiento de la calidad de vida de la gente. Eso no pasa en Cuba ni en Venezuela, que se mueren de hambre.
Nosotros tenemos un régimen de muchos partidos, en China no lo hay, ellos son parte de la estructura del Estado y lo tomamos y dialogamos.
¿Cuál es su visión sobre la ideología de género? Es un tema que ha generado controversia a la interna del PN. Hubo señales que no fueron bien recibidas por algunos dirigentes, como haber puesto banderas de la diversidad en la sede del partido.
La ideología de género es un concepto muy ambiguo para definirlo. Si hay compañeros que reivindican el derecho de los LGBT, a mí me parece bien. ¿Cuál es el problema? ¿Por ser LGBT tenés que ser de izquierda? Y si no sos de izquierda, ¿tenés que ser un homofóbico? Ni soy homofóbico, ni tengo problema con las minorías sexuales.
A mí me da la sensación de que toda esa gente que cuestiona tanto eso, tiene inseguridades. Los que estamos muy seguros… ¿A mí qué me importa? Yo puedo convivir con gente LGBT siendo heterosexual, sin ser homofóbico. ¿Qué tiene de malo poner una bandera para decir “este partido es abierto, tiene un espacio para la libertad en todos sus aspectos, también para la libertad sexual”?
¿Qué hacemos? ¿Hacemos campos de concentración, como en Cuba, que durante 50 años persiguió a los homosexuales, o en Rusia, que los mataban? Todos los regímenes totalitarios han tenido una actitud de perseguir a los homosexuales. Vivimos en un mundo muy libre. La gente tiene derecho a vivir la sexualidad como tenga ganas. No es obligatorio. No es que vamos a poner una bandera y va a ser obligatorio ser homosexual.
Tenés que mostrar que tenés la apertura a la diversidad y aceptar que hay gente que tiene otras opciones que son diferentes, que son bienvenidas, no porque me gusten a mí, que estoy seguro de mi opción, pero no me voy a meter con la opción de nadie. En el fondo creo que la homofobia y los ataques son parte de las inseguridades de alguna gente.
¿Por qué cree que se generan esas resistencias dentro del partido?
Es el fascista que tenemos adentro, que se manifiesta en todos los partidos. Yo conozco muchos locos de izquierda que en el discurso público tienen una actitud de tolerancia, y son tremendos homofóbicos, y también conozco locos de derecha que manejan su sexualidad en forma reservada porque no logran superarlo. Antes, encerrarse en el placar era lo común y la gente vivía esas cosas con dolor, pero uno tiene que sentirse libre.
Hace poco circuló un video de un discurso suyo y alguna gente interpretó que había dicho “bienvenides”, lo que no cayó bien en ciertos dirigentes.
No lo dije. No uso el lenguaje inclusivo. Así como tengo una actitud muy abierta con relación a la agenda de derechos y no me niego a discutir ningún tema, tampoco me subo a cualquier carro. El que quiera usarlo, que lo use, pero a mí no me gusta. ¿Qué te voy a decir, compatriotas y “compatriotos”?
Entre el interior del país y los gobernantes del futuro
El trabajo en el directorio blanco es lo que más disfruta. Actualmente se encuentra llevando adelante una planificación estratégica que incluye una serie de visitas al interior, para conocer la opinión de los militantes de los diferentes puntos del país.
“Eso lo hacíamos siempre, pero nunca había pasado que el partido tuviera gente únicamente pensando en eso. Fue la idea de Lacalle Pou poner un presidente que se dedique solo al partido, lo que te da la posibilidad de poner la cabeza exclusivamente en temas partidarios”, explicó Iturralde.
Asimismo, remarcó que el principal desafío del PN en este rol como partido que encabeza la coalición, es “que no nos trague el gobierno” y, de esa manera, que la fuerza política no quede en un segundo plano.
“El seguimiento de toda la temática del gobierno en lo cotidiano hay que hacerlo. A su vez, tenemos el Centro de Estudios del PN, que permite planificar cómo seguir hacia adelante y formar a los gobernantes del futuro”, destacó.
TE PUEDE INTERESAR