Recientemente se realizaron las Jornadas Anuales del BCU y este año contaron con la destacada presencia de Thomas Philippon, economista francés y profesor de la Universidad de New York. Junto a sus colegas O. Blanchard y J. Pisani-Ferry, Philippon se ha convertido en un referente obligado del pensamiento económico, que permitió formular políticas adecuadas para hacer frente a la crisis económica que se desencadenó con la pandemia.
Medidas de política en pandemia
La paralización de actividades provocó un cierre generalizado de empresas, lo que obligó a los Estados a formular rápidamente medidas de apoyo tendientes a proteger a los trabajadores y empresas afectados. Estas medidas, que incluyeron prestaciones por desempleo, subvenciones, transferencias, préstamos a tasas bajas y aplazamientos en el pago de impuestos, generaron importantes presiones sobre las cuentas fiscales. A medida que se van levantando las restricciones, también lo hacen los apoyos fiscales, con lo que comienza a configurarse una nueva estructura sectorial, con algunos que ganan terreno y otros que lo pierden, al extremo de quedar fuera de juego.
Según explica Philippon, el desafío para los gobiernos ahora pasa a ser diseñar medidas que permitan a empresas y trabajadores transitar el inevitable ajuste, haciendo nuevamente mayor hincapié en las políticas de incentivos y de promoción que en las ayudas directas.
Esto puede analizarse en el marco de la oferta y la demanda. Por el lado de la demanda, probablemente requiera aún más estímulos fiscales, aunque estas políticas ya se enfrentan a sus límites. Por el lado de la oferta, será necesario ir poniendo más énfasis en respaldar empleos productivos y empresas viables al mismo tiempo que se empiezan a levantar los esquemas existentes que permitieron transitar la etapa de pandemia.
La inflexión debería ser gradual, porque existe un valor social considerable en la preservación de los empleos y las empresas existentes, y porque los efectos sociales se deben mitigar. Los programas y las orientaciones no pueden generalizarse desde lo público, y una experiencia de éxito no garantiza que lo sea en otra realidad.
Mecanismos de reestructuración de préstamos
El desafío en la economía posterior al cierre será combinar la protección y la reasignación de recursos en un contexto en el que la naturaleza y la duración de los choques son muy inciertos, el desempleo es inicialmente muy alto y hay pocas oportunidades de encontrar nuevos empleos, las empresas tienen dificultades para obtener crédito, muchas firmas probablemente sean insolventes o inviables, y las intervenciones gubernamentales enfrentan la realidad de recursos públicos limitados.
Una herramienta que debería mantenerse según Philippon son las garantías crediticias para nuevos préstamos. Dado el probable aumento en el número de insolvencias, debería ponerse en marcha un programa de reestructuración de préstamos con mecanismos sencillos y a tasas accesibles. De esta forma se propone diseñar procesos de reestructuración automáticos, en los cuales las pérdidas asumidas por el Estado queden indexadas a las que acepte el sector privado, como forma de que el sector público y el privado compartan los costos. Todo con el objetivo final de dar incentivos para que las empresas no cierren.
Los economistas destacan que, en tiempos normales, las políticas deberían ayudar al proceso de reasignación de recursos, permitiendo que algunas empresas fracasen y otras se expandan, ayudando a la reasignación de trabajadores en todos los sectores. Sin embargo, estos no son tiempos normales ni mucho menos. No son tiempos para experimentar con la creación destructiva de Schumpeter, ya que en este contexto gran parte de las empresas desaparecen por causas sistémicas, no por causas específicas atribuibles a sus propias decisiones empresariales.
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