SARU es una asociación civil sin fines de lucro fundada en el año 1955, cuyo objetivo principal está enfocado en ayudar a los niños del medio rural para brindarles oportunidades de estudio secundario al finalizar la Escuela Rural. Durante sus 64 años de trabajo ha mantenido intacto su espíritu de voluntariado y, al mismo tiempo, se ha aggiornado adaptándose a los tiempos que corren con el cambio de siglo.
La asociación está formada por más de 45 mujeres voluntarias cercanas al medio rural y sus problemáticas, y ha desarrollado diversos proyectos que cambiaron rotundamente el diario vivir de algunos jóvenes del campo uruguayo. En este sentido, La Mañana dialogó con Ana Fernández, vicepresidente de la institución, sobre el trabajo realizado, sus metas y sueños más cercanos.
Una de las principales dificultades que afrontan las personas que viven en el medio rural es la distancia que los separa entre su hogar y los distintos centros estudiantiles. En otro tiempo, tanto el tren como el reconocido ómnibus de Onda conectaban pueblo con pueblo, formando una ramificada ruta de transporte. Pero el tiempo y la modernidad llegaron de manera dispar a la capital y al Interior. Hoy quienes viven en la campaña uruguaya deben, en la mayoría de los casos, valerse por sus propios medios o por el paso de algún ómnibus interdepartamental de escasos horarios, para poder llegar a los centros poblados y así acceder a los estudios secundarios. Es, asimismo, un factor que desestimula y/o impide a jóvenes de escasos recursos a continuar sus estudios, quienes, en ocasiones de no existir una ayuda, se ven obligados a quedarse en sus hogares o aceptar un empleo menos calificado
Así fue que en 1953 SARU en acuerdo con la Congregación de Franciscanas del Verbo Encarnado, crean dos pensionados estudiantiles, uno ubicado en Carlos Reyles, en el departamento de Durazno, que es mixto, y otro en Guichón, en Paysandú, femenino. En ambos conviven durante el año liceal más de veinte estudiantes, respectivamente, que provienen del área rural circundante. Pero no se trata sólo de brindar un apoyo logístico. “Además de darles alojamiento de lunes a viernes, ya que el fin de semana vuelven a sus hogares, se trata de que en los centros se les brinde el apoyo que cada uno de ellos necesite, que puede ser tanto psicológico y/o de un profesor que los oriente con alguna dificultad en las diversas materias, contando con bibliotecas y salas de informática”, describió Fernández.
“Cada vez que empezamos el año debemos estar seguros que podemos cumplir con los objetivos que nos proponemos. Nunca hemos dejado algo por la mitad y cuando asumimos un compromiso de ayuda realmente lo cumplimos”, dijo Fernández.
La presencia de la Asociación Hermanas Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado es una de las manos fundamentales en este proyecto. “Para nosotros su presencia es invalorable porque nos da seguridad y continuidad a la obra”, reconoció Fernández. Hoy en día estos Hogares Estudiantiles del Medio Rural tienen convenio con INAU y son gestionados por las Franciscanas del Verbo Encarnado.
Sin embargo, la obra de SARU no se limita a ello. En el caso de Carlos Reyles, además de este pensionado, colaboran con A Todo Ritmo -un centro juvenil que acompaña a los liceales de bajos recursos y con muy poco apoyo familiar, para que retomen los estudios o que no los abandonen, brindándoles en horas de la tarde talleres y una merienda-cena. En el Carmen apoyan al Colegio Madre Carmen, con becas para niños de escasos recursos. En Guichón, además del Hogar San Francisco colaboran con la obra para personas de capacidades diferentes Valoremos la Vida, donde una o dos veces por semana se reúnen con voluntarios y técnicos que procuran apoyarlos en su desarrollo y en el disfrute de un momento agradable. En Cerro Largo apoyan un hogar de ancianos en la localidad de Fraile Muerto y en Melo se colabora con la institución Fazenda de la Esperanza Femenina, que recupera a jóvenes con problemas de drogadicción. En Vergara, departamento de Treinta y Tres, impulsan el Club San José, donde concurren 57 niños de 5 a 13 años de edad, de contexto crítico, a quienes se les proporciona dos meriendas, apoyo escolar y este año se ha creado un espacio multisensorial relacionado con la tecnología. En Tacuarembó se les brinda becas a estudiantes para que puedan sostenerse en el Hogar Estudiantil Municipal, comprar sus materiales de estudio y uniformes.
“También hemos ayudado económicamente para que algunas jóvenes hayan podido estudiar y concluir sus estudios de magisterio y retornar a trabajar a sus pueblos de origen,” comentó Fernández.
La obra de SARU ha sido ininterrumpida, se trabaja con la misma alegría y entusiasmo desde hace décadas para ayudar a los jóvenes de la campaña uruguaya en su formación educacional y su crecimiento en valores.
Al principio su financiamiento se consiguió explotando stands de comidas de diversas sociedades en la Rural del Prado. Pero es en el año 1978 que la ARU les otorga un predio y allí inauguran una parrillada que, en el principio, se valía solamente de fardos como asientos y de techo los árboles, que ha ido progresando ediliciamente a lo largo de los años. También en la Expo formaron un kiosco que se mantiene hasta nuestros días. En sus comienzos sólo vendían panchos, ya que no existía otra posibilidad, pero gracias al apoyo de la Asociación Rural del Uruguay (ARU) en 1996 lograron construir el Kiosco SARU con los estándares requeridos.
Estos dos locales, Parilla SARU y Kiosco SARU a los que también se podrá acceder en la actual edición N° 114 de la Expo Prado, están atendidos por las voluntarias de la asociación y cuentan con precios accesibles, pensando en poder requerir los fondos necesarios para continuar con la obra.
Consultada por el motor que mueve esta extensa obra, Fernández confesó que las impulsa saber que “hay jóvenes que por carencias económicas no pueden formarse en un mundo competitivo como el de hoy para lograr un trabajo digno”. No obstante, las expectativas no se encuentran sólo en conseguir una mejora económica, sino también en incorporar la formación en valores a los adolescentes uruguayos. “Más allá del sistema de educación formal, sentimos que nuestro cometido es también ayudarlos a enfrentar las situaciones problemáticas que muchas veces se les presentan en lo familiar, lo afectivo o emocional”, remarcó. Fernández dijo, con sentida emoción, que el equipo humano de la asociación se enriquece cuando tienen la oportunidad de apoyar a otros a que sean mejores en algún aspecto. “Sentimos que es mucho más lo que recibimos que lo que damos”, manifestó. Agregó, además, que cada equipo que egresa formado es para ellos un logro y que su meta es promover a más gente, aunque reconocen que no se trata de una tarea fácil puesto que los recursos económicos son limitados.
En la actual edición de la Expo Prado 2019 los asistentes podrán colaborar con la obra del Servicio de Ayuda Rural del Uruguay, acercándose a la Parrillada SARU ubicada contigua al local del MGAP o al Kiosco SARU, frente al local de Eventos.
Por información: www.saru.org.uy
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Verdaderamente ha sigo una mision compartida la cual ha beneficiado a tantas familias del medio rural. Compartimos los mismos ideales,sueños y conquistas. Gracias !!!