Es común observar en cada cuadra “garabatos” dibujados en las fachadas, paredes, portones o puertas de las casas, iglesias y monumentos. El vandalismo callejero provoca daños a las propiedades públicas y privadas y de alguna forma nos acostumbran al deterioro del paisaje urbano. Se trata del llamado “grafiti vandal”, extrañas formas y letras que a los ojos de los vecinos dicen muy poca cosa, pero generan en muchos casos un gasto en pintura y arreglos para los damnificados.
Consultado por La Mañana, el grafitero conocido como “Rafakncer” consideró que “la calle tiene eso de poder mostrarlo a todo el mundo, de ser una galería al aire libre, de ser efímero lo que uno hace”. Remarcó que lo que más le motiva es “ponerle color a la ciudad y tratar de ganarle terreno a las pintadas políticas”. “No soy de hacer mucha letra, pero cuando hago me gusta dibujar en 3D, mis dibujos van más por el lado oscuro, me gusta dibujar cráneos, demonios, escenas nocturnas o de caos”, señaló. Este tipo de manifestaciones es, para ellos, una manera de canalizar sus emociones.
“Si tengo un día complicado, hace que me olvide de todo”, reconoció. No obstante, afirmó que ya no se dedica a ensuciar las calles. “Me parece que daña y molesta lo visual, además de todos los problemas que puede traer con los propietarios de las paredes”.
Por su parte, el grafitero español conocido como “David de la Mano” consideró que “la ilegalidad en el grafiti callejero es un tema complejo porque el mismo acto está prohibido en un lugar y en otros no, es un tema de reglamentación, a veces multan, a veces no”. Contó, además, que hay países que penalizan con hasta diez años de cárcel a todos aquellos que grafitean en lugares públicos.
¿Qué establece la ley uruguaya?
Según el artículo 13 de la ley 19.120 de 2013 que modificó el artículo 367 del Código Penal, “será castigado con pena de 7 a 30 días de prestación de trabajo comunitario: 1) Vandalismo – el que realizare actos de deterioro o destrozos en espacios públicos o sus instalaciones tales como bienes muebles o inmuebles, monumentos, señalizaciones de tránsito, semáforos y demás elementos de ornato público”. Vale decir que la misma pena establece el artículo para el que “defecare u orinare en espacios públicos”.
Para el abogado Marcos Pacheco, según “el artículo 358 del Código Penal se lo considera un delito de daño, entonces quienes incurran en esto pueden ser penados con una multa”. Reveló que, al ser un delito menor, no entra exactamente como delito, sino como falta, “por ende, pasaría a un juzgado de faltas y ahí se imponen medidas sustitutivas a la pena, como por ejemplo trabajo comunitario, y si esto no se cumple, la pena es la cárcel”. Observó que no es lo mismo grafitear una pared que un cartel de “Pare” o de “Emergencia”, por lo que “siempre hay que tener en cuenta qué es lo que se está grafiteando, ahí queda deliberado a la decisión de la justicia”.
La otra cara, los murales y las pintadas legales
Existe, por otro lado, el arte callejero legal, los murales autorizados y en algunos casos pagos por los propios dueños de los negocios u hogares. La Mañana entrevistó a Martín Sánchez y Micaela Agrela, pintores de murales a pincel y grafiti de estilo callejero. “Nosotros elegimos el camino de la legalidad dentro del arte urbano, para pintar en espacios públicos, nos mantenemos dentro del campo de lo legal porque buscamos tener toda la tranquilidad en el tiempo que le dedicamos a esto, lo ilegal es persecutorio y elegimos evitarlo”, enfatizó Martín.
Sostienen que sus obras apuntan a “darle vida” a los espacios que pintan, y que uno de los factores que más se debe respetar tiene que ver siempre con tomar como referencia a la persona que habita el lugar, porque es quien disfruta de la pintura en el día a día, “nos gusta tener contacto directo con el dueño de las paredes”, destacan.
Martín y Micaela son estudiantes de Psicología y Comunicación respectivamente, y está en sus planes poder llevar lo que hacen a la educación. “Son proyectos a futuro que posiblemente se desenvuelvan en el ámbito de la educación formal y no formal, esa es nuestra idea”. Hace un año ya que dedican su tiempo libre a hacer murales y disfrutar del arte urbano, “hemos distribuido nuestros tiempos para poder hacerlo juntos, no sólo pintar, sino diseñar juntos, disfrutar el momento de pensar el trabajo antes de plasmarlo en una pared”. “Siempre que pasamos por algún lugar que tiene nuestro diseño, nuestra identidad, tomamos un respiro bastante importante que nos hace sentir una energía increíble”, concluyen riendo con satisfacción.