Con mucha frecuencia se habla de personas y corrientes de pensamiento “conservadoras”. Ahora bien, ¿a qué nos referimos con el término “conservador”? ¿Qué es lo que los conservadores pretenden conservar? ¿Es correcta la visión sobre los conservadores?
Empecemos por la definición que da Wikipedia. La “enciclopedia libre”, dice: “(…) se denomina conservadurismo al conjunto de doctrinas y movimientos políticos que favorecen el uso del poder político o la fuerza del Estado para conservar o restaurar tradiciones (…) de un pueblo o nación que pueden ser de tipo religiosas, sociales o políticas (en estos casos el término conservadurismo es entendido como un tradicionalismo en política o mantener intacto un orden político presente (…) o como reaccionarismo o restauración de un orden político perdido), o para (…) impedir que el cambio sea radical y solo permitir el cambio gradual (…).
Vamos por partes. Es cierto que los conservadores, por lo general, quieren conservar o restaurar el orden político vigente, y ciertas tradiciones sociales, religiosas y políticas. Y también puede ser cierto que en algún momento, ciertos grupos conservadores, se hayan valido del poder político o de la fuerza del Estado para lograr ese fin. Sin embargo, cada vez parece más evidente que lo que los conservadores buscan hoy, es que sus creencias y tradiciones no sean avasalladas por el orden político dominante. Sobre todo cuando ese nuevo orden, es capaz de llevarse por delante verdades tan objetivas como las que marcan las ciencias biológicas.
En cuanto a los cambios, no se trata –a nuestro juicio- de mantener intacto el orden político presente. Eso no sería conservadurismo, sino más bien inmovilismo. Tampoco se trata de si los cambios son graduales o radicales, sino de si son justos o injustos, necesarios o innecesarios, convenientes a la naturaleza humana, o inconvenientes a ella. Pertinentes y oportunos, o impertinentes e inoportunos.
Y es que cuando hablamos de ideas, lo que importa, no es si son nuevas o viejas, sino si son acertadas o erróneas. Por ejemplo, cuando se trata de juntar agua, y se tiene un recipiente cóncavo por un lado y convexo por el otro, parece razonable conservar la vieja costumbre de poner el lado cóncavo del recipiente debajo del grifo. Tratar de juntar agua por el lado convexo del recipiente, puede ser un cambio muy revolucionario, pero absolutamente inútil.
Por supuesto que toda sociedad, necesita cambios. Y los conservadores, no se oponen a todo cambio. Por ejemplo, cuando se inventó el lavarropas, la gran mayoría de las amas de casa conservadoras, no marcharon por las calles clamando por conservar la tradición de lavar a mano. Si hoy sus hijas y sus nietas organizan manifestaciones en contra del aborto, es porque está más que probado que la vida humana comienza con la concepción.
Los conservadores de hoy, no luchan por imponer nada. Más bien, luchan por conservar su derecho a opinar en una sociedad y en unos medios que presumen de tolerantes, siempre y cuando quien opina, no cuestione el pensamiento único…
Los conservadores de hoy, sólo quieren expresarse y decidir según su propia conciencia. Pelean por conservar tanto la vida gestante, como la vida agonizante. Se afanan por conservar el matrimonio como el ambiente más natural y adecuado para la crianza de los hijos. Y hacen lo posible y lo imposible por conservar el derecho a educar a sus hijos según sus propias convicciones… ¡y por conservar el derecho a ejercer la patriapotestad en toda su extensión imaginable!
Los conservadores de hoy, no luchan desde el Estado, ni desde posiciones de poder. Más bien, lo hacen desde el llano, por conservar para sus ellos y para sus familias, ambientes sanos, tan libres de contaminación física, de ruidos molestos y de fealdad intencional –programada-, como de contaminación ideológica.
Los conservadores de hoy, no dan sus batallas por dinero o por poder. Más bien, se esfuerzan por conservar el patrimonio cultural -la belleza arquitectónica en las ciudades-, y el patrimonio natural de la humanidad -la belleza de las selvas, de los campos, de las playas y bañados-. Pueden integrar perfectamente, movimientos ecologistas, siempre y cuando estos reclamen cosas sensatas.
Y es que en el fondo, lo que caracteriza a los conservadores en este mundo loco, es que son de los pocos que han conservado en sus conciencias, en sus acciones, en su forma de ver la vida, una pizca de sentido común.
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