El oficio de periodista siempre ha sido peligroso. A veces, hay que toparse contra un gobierno intolerante, o algunas corporaciones o intereses que no toman a bien el manejo de ciertos temas y reaccionan con violencia.
En otras ocasiones los enfrentamientos son con otros periodistas. En marzo de 1910 una polémica entre Guillermo Arronga, director de El Nacional, y Alberto Mazzeo, directorde La Prensa, –ambos medios de Soriano– tuvo un resultado fatal. En medio de la plaza se cruzaron disparos entre ellos y Arronga cayó muerto.
En 1912, en Dolores, el periodista Ricardo Paseyro atacó a tiros a Ricardo Péndola –gerente del BROU–, lo mató e hirió a varias personas más. El Amigo del Obrero, en su edición del 23 de diciembre de 1914, informa escuetamente que Paseyro «ha obtenido beneficio absolutorio».
El diario El Día, fundado en Mercedes en 1907, inició sus notas con una «desorbitada agresividad», dice Washington Lockhart, que llegó a su expresión física en 1908 cuando Roberto Mendoza, su director, mataba –también en la plaza– «al escribano Chans, quien terminaba de leer un artículo de El Día y se le acercaba con ánimo agresivo».
En esa época de prensa bravía le tocó actuar a Julio Alberto Lista. También tuvo sus encontronazos en 1913 con el director de una repartición pública y en 1922 estuvo a punto de batirse con Ricardo Paseyro.
Intentar una semblanza nos obliga a armar un pequeño puzle. Recogimos el testimonio de un familiar, don Julio Lista Clericetti –autor de Historia política uruguaya 1938-1972– a través de su hijo Juan Pedro, actual director general del Senado de la República.
Julio Alberto Lista «era hermano menor de Ramón Lista Ures, nacido en Pontevedra (Galicia) y avecindado en Montevideo alrededor de 1870. Julio Alberto nació en Uruguay». Ramón tenía una tienda de géneros y confecciones en el 257 de 18 de Julio, con sucursal en la misma avenida casi Magallanes. Y en algún momento trató de involucrar a su hermano en un negocio similar. «Pero no era lo suyo. Escribía sobre el mostrador continuamente».
Bohemia
Concebida en el círculo del Polo Bamba, alumbra a mediados de 1908 la revista Bohemia. El primer número contiene una poesía de Julio Alberto dedicada a su hermano –y anunciante– Ramón, «A don Quijote»¡Oh, Caballero de la Triste Figura!/¡Apóstol sublime de la gentileza!/Alma generosa llena de ternura/Y ánimo esforzado, todo fortaleza./¡En ti yo me inspiro, noble creatura!/¡Yo soy un Quijote de pies a cabeza!/Yo admiro y bendigo tu sin par locura./Que es el heroísmo de tener nobleza./Soy un caballero andante de la Idea,/Y desfago entuertos, y amo a Dulcinea/Y de la locura los dinteles toco./Que cordura llaman al vil egoísmo,/Y yo, que en mi alma siento tu altruismo/No puedo ser cuerdo, prefiero ser loco.
La publicación nucleaba colaboradores de la talla de Julio Herrera y Reissig, Ovidio Fernández Ríos, Alberto Lasplaces, Carlos Sabat Ercasty, Ernesto Herrera, Leoncio Lasso de la Vega, Angel Falco, Fernán Silva Valdés, José Santos Chocano y Rubén Darío entre otros.
El tercer número cuenta con la bendición de Rodó: «Bohemio, dice, es el que vive su juventud con un exceso de entusiasmo […] que en tiempos de acción y de heroísmo, empujaba a las aventuras y las cruzadas, pero en tiempos de monótona prosa, sólo tiene salida en los simulacros de la imaginación, en las campañas incruentas del arte, y en esa terrible vocación de las paradojas y las irreverencias, que, aún en los casos en que son desatinadas o injustas, permanecen siendo simpáticas, porque llevan el perfume de la juventud».
Lista dirigió la publicación desde el segundo número hasta 1909 cuando se radicó en Buenos Aires e integró el cuerpo de redactores de la exitosa revista El Hogar, fundada por Alberto Haynes en 1904.
El Día
En 1912, ya de regreso de su experiencia bonaerense, se radicó en Mercedes asumiendo la dirección del periódico El Día. También en la capital de Soriano fue director de la Biblioteca Municipal, del Museo de Bellas Artes y también profesor de Literatura en el liceo departamental.
El diario El Día mantuvo activa militancia colorada, apoyando a los riveristas -anti-colegialistas- de Manini, señala Lockhart. Julio Alberto «era riverista y opinaba que ese sector del partido colorado tenía figuras más destacadas: los Manini Ríos, Terra, Baldomir, Blanco Acevedo…», recuerda don Julio Lista Clericetti.
En 1926 publicó su libro Jornadas Líricas. «Mi obra, dice en un breve introito, que siempre fue espontánea y nunca metódica se esparció como la flor del cardo a los vientos de la primavera y germinó o no germinó, donde pudo y sin cultivo». De su Jornadas Líricas tomaremos algunos pasajes de sus poemas recogidos por Serafín J. García en su Panorama de la poesía gauchesca y nativista del Uruguay desde Bartolomé Hidalgo hasta nuestros días, publicado poco después de la muerte del periodista y poeta.
Retobos
¡Yo no quiero que me hablen de tristezas!/¡La tristeza es un daño que me mata!/¡Yo quiero oír el trino del boyero/q’entre los ceibos sus amores canta/y no el lúgubre aullido de las penas/clavando sus lloronas en el alma!/¡Yo quiero flores, alegría, luces,/y arrullos de calandria!/¿Q’e el patrón lo ha retao? ¡Que se retobe!/¡Es ancha la campaña!/Con plantarle las pilchas al sotreta y alzar tuitas las garras…/¡No ha’e faltar un churrasco en ningún lao,/ como no falta nunca una guitarra,/ con que espantar las penas que se vienen/a hacer nido en el alma.
Charlas de fogón
«¿En mis tiempos? ¡Había’e pasar eso!/¡Cualquier día mis jefes se entregaban/mientras quedase medio taco’e pólvora/y se hallase un bagual en la campaña!/¿Q’en Tupambay y en Masoller quedaron/panza arriba unos cuantos?/¡Vaya… vaya…!/¡En el Sauce estuvimos cinco días/ recogiendo los muertos, a carradas,/ y entuavía con tantos que sobraron, se rellenaron tuitas las barrancas!».
«El gauchaje en mis tiempos, se reía/ del alboroto que arma la metralla;/¿los cañones? Servían…¡pa’enlazarlos/ y tráirlos a tirones, como rastra!».
«Ansí, en la rueda del fogón, de noche,/ en la cocina grande de la estancia/ un viejo nos habló. Y lo escuchamos/con rispeto y callaos, que su palabra/tenía el prestigio de catorce heridas/ganadas en el campo de batalla,/cuando los años no le habían dejao/cáidos los brazos y la barba blanca!».
«…Y es que entonces/él de cerquita veía las hazañas,/y aura se queda en el fogón, matiando,/ mientras los nuevos hacen las hombradas».
Recuerda don Julio Lista Clericetti que Eduardo Víctor Haedo afirmó en más de una ocasión que Julio Alberto fue su amigo más apreciado y que le enseñó política nacional e internacional. «Pudo haber dicho que Luis Alberto de Herrera lo había sido, pero tuvo la grandeza de citar a Julio Alberto, ya olvidado, modesto y sin fortuna».
Falleció en el montevideano Palacio Salvo en 1941. Hizo el pasado mes de mayo ochenta años.
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