La crisis puede suponer un aumento de las “empresas zombi”, es decir, empresas no rentables con un escaso valor patrimonial y con dificultades para pagar sus deudas. El aumento de este tipo de empresas puede pesar sobre la productividad general de la economía a través de los efectos de congestión, impidiendo la reasignación de capital hacia usos más productivos. Teniendo en cuenta los diversos planes de ayuda proporcionados por los gobiernos durante la crisis de covid –incluyendo la reducción de los tipos de interés y la flexibilización de las condiciones financieras en general, las facilidades de liquidez de emergencia y la tolerancia regulatoria–, esta crisis puede haber creado muchas más empresas zombis. Por ejemplo, el Instituto Económico Alemán de Colonia estimó que existían 4.300 empresas zombi más como resultado de la relajación de las leyes de quiebra por parte del gobierno alemán.
En general, los apoyos estatales probablemente impidieron que muchas más empresas –que de otro modo serían viables– quebraran durante el colapso inicial de la demanda, en comparación con el número de empresas zombis que siguen en funcionamiento. Sin embargo, a medida que la economía se recupera y se reorienta a los nuevos hábitos de producción y consumo, es importante que se habilite la reasignación de recursos y que las políticas fomenten este proceso en lugar de impedirlo. La mejor manera de garantizar esta reasignación eficiente de recursos puede ser mediante políticas expansivas que toleren períodos de inflación por encima del objetivo. De hecho, en nuestra opinión, una política de apoyo insuficiente a la demanda es el mayor riesgo para la recuperación y la fuente más probable de daño sostenido para el lado de la oferta de la economía.
Extraído de “El impacto duradero de la crisis del Covid en el potencial económico”, artículo de Luke Bartholomew y Paul Diggle, publicado por Vox EU
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