La orfebrería es un oficio muy antiguo que consiste en hacer objetos artísticos con oro, plata u otros metales preciosos. Perú, Egipto y México, por citar algunos, son países de culturas milenarias que nos han legado piezas de perfecta ejecución y extraordinario valor artístico.
Siempre se ha apreciado la realización de este oficio en el que se conjugan creación, destreza y sensibilidad.
De Uruguay a Argentina y a Europa
Claudio nació en Montevideo en 1973. Su padre, Washington Pereyra, era un librero de la Ciudad Vieja, dueño de Librería Colonial en la calle Ituzaingó 1419. En 1979 tiene la oportunidad de comprar en Buenos Aires la biblioteca de José Oría, investigador y escritor argentino, profesor de la Universidad de Buenos Aires y coleccionista de libros, que contaba con más de 600.000 volúmenes. También compra la biblioteca del biólogo Alberto Fesquet, fundador de la Revista de la Sociedad Ornitológica del Plata, “El Hornero”. Como era muy complicado el traslado de tantos libros a Uruguay, abrió un establecimiento en Buenos Aires con el mismo nombre que el de Montevideo – Librería Colonial en Talcahuano 440– especializada en libros antiguos, que llegó a ser un centro de referencia del libro en América latina. Ante tal proyecto la familia se trasladó a Buenos Aires, cuando Claudio tenía 6 años de edad.
En Buenos Aires, Claudio cursó los estudios primarios y estudió bellas artes en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y luego el profesorado en la Escuela Prilidiano Pueyrredón, centrándose en el estudio de la escultura.
Su madre, Teresita Girardi, anticuaria y decoradora, le ayudó a conocer de primera mano las alhajas antiguas y las esculturas refinadas europeas. Desde niño tuvo una inclinación a la manualidad, a crear cosas con las manos. Vivió en un ambiente cultural entre libros y objetos, que le ayudó a desarrollar una sensibilidad que le posibilitó acercarse al mundo del arte.
Un estudioso de la escultura y la orfebrería
Su primer taller personal de escultura es en Buenos Aires y trabaja con diferentes materiales, marfil, mármol, madera, alabastro, además del modelado en arcilla. Tiene renombrados clientes, pero en 2003 –con 30 años– viaja a Europa y se radica en España, concretamente en LLoret de Mar en Catalunya, donde sabe de talleres de gran tradición en el trabajo de la fundición y de joyería. Será un período largo de casi 10 años en el que definitivamente encauza su vocación de trabajar modelando hacia una faceta más concreta de la orfebrería. Allí aprende el oficio de orfebre en el taller de Manuel Ángel Piñeiro, en donde trabaja durante los años de su estancia allí.
Regresa a Uruguay en 2011 y establece su taller en la Ciudad Vieja.
Hace 10 años crea piezas de joyería por encargo, actividad que permite fluir su capacidad artística. Además, se dedica a la restauración de joyas antiguas de la mano de los mejores joyeros y anticuarios de Montevideo que aprecian la gran destreza y sensibilidad de su trabajo.
Otra faceta de su trabajo es la microfusión, una técnica en la que confluyen la vocación de escultor y de orfebre.
En sus propias palabras
En entrevista con La Mañana, nos permitimos hacerle algunas preguntas al respecto.
¿Qué es la microfusión?
Es la fundición a la cera perdida o vaciado a la cera perdida; un procedimiento escultórico que permite obtener figuras de metal por medio de un prototipo de cera; una vez fundido se elabora el molde en caucho. Ya con el molde se pueden repetir las piezas en el número que se quiera.
Esto me abrió un gran panorama de diseñadores y clientes del país. El diseñador crea una pieza, pero la ejecución pasa a otras manos. Se deriva la fundición, el engarzado de piedras y el grabado, a profesionales del sector. Son etapas del proceso que necesitan de maquinaria especial, un conocimiento de los materiales y de su reacción ante los diferentes procesos por los que atraviesa la realización de la pieza. La fundición y la terminación las realizan los orfebres a mano.
Hoy me he convertido en un solucionador de problemas a la hora del tema de la microfusión, grosores, dimensiones, alimentador de piezas, temperaturas de fundición y escalas de los procesos del quemado de la cera.
Todo lo que sé, me lo han enseñado, y me siento obligado a compartirlo. No tengo secretos en mi oficio, y siempre estoy dispuesto a ayudar con mi conocimiento y experiencia a quien me lo solicite.
¿Qué ha supuesto para ti volver a Uruguay?
Mi país me acogió sin reservas y me ayudó a seguir con mi vocación. Hoy estoy dedicado de lleno al oficio, y la vida me llevó por este camino que de escultor terminé siendo orfebre, pero que en la realidad hago las dos vertientes artísticas, y soy muy feliz porque puedo vivir de mis manos que es lo anhelaba desde niño.
*Catedrática de Sociología – UB, Dra. Historia del Arte, Crítica de Arte, Miembro de AICA y ACCA.
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