El técnico analizó el comportamiento del invierno que dijo fue “benevolente” con la agropecuaria, observó la necesidad de un equilibrio en las precipitaciones de primavera y advirtió sobre la posibilidad de concreción de La Niña.
Las probabilidades de ingresar en los próximos meses en una fase de año Niña supera el 70% dijo el técnico meteorólogo Gabriel Labrador, el fenómeno se daría particularmente a partir de octubre y hasta enero de 2022 con lo cual cabe esperar lluvias por debajo de lo normal y temperaturas del aire levemente superiores.
Consultado sobre cómo evalúa el comportamiento del invierno en precipitaciones en relación a años anteriores, Labrador dijo que “para hacer una evaluación primaria del comportamiento de las precipitaciones durante el invierno 2021 respecto a años anteriores tenemos que comparar los valores registrados y su distribución espacial en el trimestre junio, julio y agosto, con los valores normales y la distribución espacial estadística que surge del análisis climatológico”.
De esa forma y partiendo de “un conjunto de datos de 35 años (entre 1982 y 2016) de estimaciones satelitales de las precipitaciones suministrados por la NASA”, Labrador elaboró un mapa (figura 1) “donde se puede visualizar que normalmente durante el invierno las lluvias presentan un sesgo creciente de oeste al este con mayores valores hacia la cuenca de la Laguna Merín y la cuenca del Cebollatí”.
Luego, “con datos obtenidos también del programa de Medición Global de las Precipitaciones (GPM)” realizó un mapa sobre “las lluvias registradas este invierno (figura 2) donde observamos una distribución de valores acumulados en el trimestre que oscila aproximadamente entre 150 mm y 650 milímetros y su distribución geográfica se aproxima a la que marca el análisis climatológico”, dijo.
Pero al realizar “una comparación más ajustada a través de un mapa de anomalías (variaciones respecto a los valores normales) podemos visualizar claramente dónde hubo valores de lluvias acumuladas por encima o por debajo de lo normal”.
En el mapa (figura 3) se muestran las anomalías de las precipitaciones invernales, donde “las áreas en verde y azul indican las zonas donde las precipitaciones fueron excesivas, y en rojo donde se registraron valores acumulados en el trimestre por debajo de lo normal”.
“Pero como el sistema agropecuario desde el enfoque ambiental no depende solo de las precipitaciones, este procedimiento de diagnóstico situacional y análisis comparativo debemos realizarlo también para otras variables meteorológicas como son la temperatura del aire, la humedad relativa, la insolación (cantidad de horas efectivas de sol), escorrentía superficial y la evapotranspiración”, expresó Labrador.
Y aunque aún no ha realizado un análisis sobre el resto de las variables añadió que “si salimos a la campaña y vemos los desarrollos de los cultivos en las chacras y el estado de las haciendas en los campos podemos percibir que este invierno ha sido benevolente con la agropecuaria nacional”.
La primavera y la necesidad de precipitaciones
Respecto a la primavera el meteorólogo dijo que “es la estación en la que los cultivos de invierno están en etapas de floración y llenado de granos”, por lo cual “se precisa que se mantenga cierta frecuencia de lluvias ya que las plantas para el desarrollo del tejido vegetal tienen una gran demanda de agua y de energía solar”.
“Es necesario que llueva para mantener la demanda hídrica, las aguadas, tajamares y represas, pero no puede llover mucho ya que eso traería problemas de tipo sanitario para animales y plantas”, subrayó.
La producción a cielo abierto “no es fácil” y “requiere de una atmósfera en equilibrio con el sistema natural, pero justamente si hay algo que caracteriza a la atmósfera y al sistema climático en nuestra región es el desequilibrio y lo que realmente ocurre es que hay una constante tendencia al equilibrio ya que el sistema climático terrestre se calienta y enfría diferencialmente en el tiempo cronológico y en el espacio geográfico, explicó.
Las probabilidades de un año Niña con reducción de precipitaciones
Sobre qué cabe esperar para los próximos meses, Labrador dijo que “el clima tiene componentes astronómicos, geográficas y de circulación general del aire atmosférico”, todo lo cual “influye de alguna forma sobre Uruguay cuyo territorio está en latitudes medias en una zona de interacción entre masas de aire cálidas y frías, y además propenso a los cambios que se producen por efecto de otras forzantes climáticas a escala planetaria como son el fenómeno de El Niño, la Oscilación del Sur (ENOS) en el Océano Pacífico, y más cerca nuestro la Oscilación Antártica”.
“En estos momentos una enorme región del Océano Pacífico ecuatorial central presenta temperaturas de la superficie del mar por debajo de lo normal, de persistir esta situación quedará definida una fase fría de ENOS, la cual es más conocida como La Niña”, señaló, y cuando eso sucede “se alteran a gran escala los movimientos del aire y por lo tanto la circulación general atmosférica que es una de las componentes del clima del Uruguay”.
Si efectivamente se confirma el evento de La Niña, su desarrollo “puede durar varios meses y las lluvias en el sureste de América del Sur, suelen ser inferiores a lo normal, por lo que se sigue con mucha atención el fenómeno”.
En cuanto a los pronósticos más recientes dijo que estos “determinan una probabilidad de La Niña del 73% en el trimestre setiembre, octubre, noviembre; 78% octubre, noviembre, diciembre; 79% noviembre, diciembre, enero; y 72% diciembre, enero, febrero” (figura 4).
Por otra parte, “los modelos de predicción climática estacional y mensual de los centros meteorológicos mundiales de referencia, concuerdan en general en mostrar previsiones de lluvias por debajo de lo normal y temperaturas del aire levemente por encima a partir de octubre y hasta enero 2022 inclusive”, concluyó.
TE PUEDE INTERESAR