La gente antigua de campo, era de pocas palabras, y su sabiduría solía estar acuñada en frases que actuaban como un decálogo destinado a protegerse de las sorpresas de la vida. Una de esas expresiones sentenciosas, era aquello de que el valor más importante en una estancia, es el vecino.
Para aquella gente que se desplazaba sin apuro, que no disfrutaba ni de medios de transporte rápidos, ni de caminos, ni gozaba de la sobre oferta electrónica al servicio de las comunicaciones, agudizaban la atención en conocer las reacciones del prójimo.
Pensamos que las mismas normas que regulan la buena convivencia en los establecimientos rurales, son aplicables a los estados y sus vecinos. Y más, cuando se trata de un país pequeño como el nuestro.
Dentro de pocos días se va a cumplir 60 años del acercamiento que hizo Eduardo Víctor Haedo, como presidente del Consejo de Gobierno, con Brasil. Eran tiempos que en nuestra región comenzaban a soplar vientos de agitación. Si bien faltaban unos años para que la Conferencia de Olas de la Habana consolidara la teoría del foco armado y la guerrilla, ya se percibía una sensación de inestabilidad.
Brasil, o gigante que dorme, como se gustaba denominarlo en aquellos tiempos, había dado un salto hacia adelante con la presidencia de Juscelino Kubitschek, un médico emprendedor que retomó la senda industrializadora de Getulio Vargas y fundó la nueva capital en el centro del país, que denominó Brasilia. La inesperada -y misteriosa- renuncia de su sucesor Janio Quadros, una exótica figura de raigambre popular, que llegó al gobierno con la bandera de la lucha contra la corrupción, usando como emblema una escoba, provocó una gran conmoción. Asumió el vice João Goulart que era de otro partido.
Más oportuna no podía ser la decisión de Haedo de agendar un viaje oficial al país norteño acompañado de su esposa y su hija Beatriz.
En todas las épocas tuvimos dirigentes políticos agudos -con sus claros y oscuros- que se percataron de la importancia de los gestos que apunta a componer situaciones y a buscar estrechar vínculos de vecindad.
El diario La Mañana con fecha 7 de diciembre de 1961 en primera página publicaba un cable de la agencia AP: “El jefe de Estado uruguayo Eduardo Víctor Haedo llegó esta noche aquí para realizar una visita oficial a Brasil. Haedo, su esposa e hija fueron recibidos en el aeropuerto militar por el presidente João Goulart y su señora. Los dos estadistas se abrazaron e intercambiaron frases informales después que la Banda Militar brasileña interpretó el Himno Nacional de ambos países”.
Al día siguiente, el medio de prensa donde el político mercedario había iniciado sus primeras armas en el periodismo, anunciaba: “Los jefes del Estado de Brasil y de Uruguay firmaron hoy un acuerdo de consulta reafirmando su fe en lo que llaman ‘los principios básicos del americanismo’ con la no intervención, la autodeterminación y la democracia representativa”. Los principios medulares que con la firme determinación de Luis Alberto de Herrera y Pedro Manini Ríos habían logrado consolidar con motivo de la séptima Conferencia Panamericana en Montevideo en diciembre de 1933.
A su vez el presidente brasileño, João Goulart en su discurso de acogida a su visitante expresaba “…Insistimos en que la mejor manera de defender la democracia y nuestras tradiciones cristianas está en la movilización de los recursos en una amplia escala para hacer frente a la miseria, para acercar a las clases sociales y para disminuir las grandes distancias que hoy separan a las naciones desarrolladas de las subdesarrolladas…”.
“Mañana Haedo visitará varios sitios de esta capital y luego pondrá la primera piedra en el sitio donde se construirá la Embajada uruguaya. Por la tarde almorzará con Neves, visitará a la Corte Suprema y al Congreso y después partirá para Río de Janeiro a las 17 horas”.
Previo a su viaje a Brasilia, el presidente del Consejo Nacional de Gobierno del Uruguay, Eduardo Víctor Haedo firmó un tratado con el Gobernador del Estado de Río Grande do Sul, Leonel Brizzola en busca de soluciones a problemas comunes, en el marco de la misma, mantuvieron una larga conferencia, durante la cual se acordó:
1) La construcción de un puente entre Quaraí y Artigas, ligando así al Uruguay y al Brasil con una red caminera.
2) Recuperación de la región limítrofe conocida con el nombre de Baixada Riograndense, para lo cual solicitarán ayuda a las Naciones Unidas.
3) Apertura de un canal para la navegación que una a las laguna Merín y Dos Patos, con el océano Atlántico.
Haedo hasta el final de su vida tuvo claro la importancia de prestar atención al vecindario de la cuenca del Río de la Plata. Y en su casona de Maldonado, La Azotea (construida a similitud de una estancia antigua), se dieron cita las figuras más representativas ya sea de la política, del arte o de la cultura de la región en que le tocó nacer y vivir y morir.
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