Llevamos poco más de un año y medio de gobierno multicolor, y son varias las cosas buenas que la coalición republicana tiene para exhibir. Un manejo impecable de la pandemia y una notoria mejora en la seguridad de los ciudadanos son quizás los aspectos más visibles, pero podría enumerar varios más. Sin embargo, debo admitir que advierto cierta falta de audacia a la hora de tomar varias decisiones relevantes para lograr reencaminar a nuestro país en la dirección de la cual nunca se debería haber salido. Veo con pesar que hay mucho Twitter y mucha foto, pero pocos planes concretos.
La pandemia detuvo una cantidad importante de actividades que requerían presencia física. Pero podríamos haber aprovechado el tiempo para discutir los temas de fondo, lo que nos hubiera permitido ahorrarnos mucho tiempo.
La discusión de colonización vs asentamientos es francamente lamentable. ¿Hace 18 meses que la coalición gestiona ese organismo y recién ahora detectamos que existen problemas? Un senador muy conocedor del mercado de tierras reclama cambios, ¿pero a quién? Algo similar ocurre con ASSE, cuyo presidente el Dr. Cipriani parecería haber descubierto ahora que existen problemas con los procesos de compra de medicamentos y la logística de los mismos, ofreciéndolo como lastimosa excusa ante la falta de medicamentos en el interior. ¿Le parece Cipriani? Del ANTEL Arena ni hablemos. ¿A quién no le queda claro lo que ocurrió? ¿Qué ganamos con seguir detectando lo obvio, más que distraer la opinión pública?
Algo similar ocurrió el día de ayer, cuando se anunciaron las medidas del Ejecutivo para enfrentar los problemas de los comercios de frontera. Hace más de un año que senadores de los tres principales partidos de la coalición vienen trabajando y colaborando sobre el tema. Sin embargo, poco de las medidas anunciadas tiene que ver con los planteos hechos, desnudando en algunos casos un desconocimiento problemático sobre el problema, y en otros una manifiesta falta de sensibilidad hacia los afectados. Los proyectos referidos presentaban alternativas que hubieran permitido una baja sustancial en los precios de ciertos ítems de consumo, contribuyendo a bajar la inflación, la preocupación principal del BCU. ¿Qué opina la autoridad monetaria al respecto? ¿No hay un autoridad de competencia interesada en que se produzca mayor competencia en bienes de la canasta de consumo?
Menos comprensible resultan las idas y vueltas respecto al precio de los combustibles. Los subimos tres veces en menos de dos meses, supuestamente atados a una regla impuesta por la LUC que ofrecería mayor “transparencia”. Pero ahora el MIEM nos dice que el balance de Ancap es lo suficientemente “fuerte“ como para que el ente absorba la suba en el precio del petróleo sin subir las tarifas. ¿Para que hicimos tanto ruido entonces con todo esto? Daría la impresión que hemos caído en la trampa de las discusiones bizantinas y que poco contribuyen a resolver los problemas reales. Es necesario retomar el rumbo, mostrando al mismo tiempo un poco más de arrojo frente a la adversidad y no dejarse envolver por la frustración. Eso es justamente lo que desean los que no quieren que cambie nada.
Jaime Buchanan
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