Joaquín Suárez. El héroe silencioso. Luis Hierro López. SUDAMERICANA. Setiembre 2021. 163 págs., $590.
Luis Hierro López, vicepresidente de Uruguay (2000-2005), periodista e investigador, está definido antes que nada por su pasión docente. El presente trabajo está claramente enmarcado en esa vocación de compartir el saber, especialmente cuando ese conocimiento ha estado soterrado, soslayado. Y pocas historias han sido tan dejadas de lado como la del magnífico republicano que fue Joaquín Suárez.
La mayoría tan solo tenemos una idea difusa sobre el “héroe silencioso”. Quizás tengamos presente que sentenció “A la madre no se le llevan cuentas” cuando surgió la posibilidad de conciliar cuentas en función de los ingentes aportes que había realizado durante la Cruzada Libertadora y el Gobierno de la Defensa.
Pero Joaquín Suárez fue mucho más que un héroe de la Defensa o de la divisa colorada. Un gran acierto del presente ensayo es claramente rescatar el perfil estoico de alguien que no hubiese desentonado en la República romana en su momento de mayor pujanza.
“Don Joaquín no era un caudillo, ni un jefe militar, ni un parlamentario brillante. Su liderazgo se basó en las condiciones de su hombría de bien y en su integridad moral. Suárez era un pragmático del derecho, de la ley y el gobierno. No era un pensador que pudiera proponer una visión del porvenir ni un jurista que formulara grandes cambios institucionales… Despojado de las ambiciones políticas y personales que muchas veces motivan la acción pública, nunca buscó las posiciones a las que accedió, a las que fue promovido por voluntad de sus vecinos. Hasta sentía cierto disgusto por las tareas de su cargo, lo que explicó en una de sus cartas familiares, en las que, refiriéndose a la presidencia, dijo: “que nada me importa el lugar que ocupo, sino en cuánto pueda ser útil a mi país. Como empleo, lo desprecio, desde que me ponga en la alternativa de sujetarme a las pasiones de los hombres. Pertenezco a mi patria, a la justicia y a la razón, estos son mis principios a que he de ser consecuente”.
El presente texto, breve pero intenso, encierra algunos pequeños tesoros. La “insistencia del límite” (mucho más que un prólogo de Aldo Mazzucchelli) amerita ser releído.
Repensemos, entonces, a Joaquín Suárez como el arquetipo del hombre que cumple su deber, no pide nada, y se va tranquilo para su casa.
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