Uruguay tiene la posibilidad de ser uno de los actores lácteos más relevantes a nivel mundial. Ello se sustenta en su actual participación en las exportaciones, las condiciones agrometeorológicas para la producción de leche en base a pasto y un know-how lechero de gran nivel, que permitirían en el largo plazo al menos duplicar su producción actual. Sin embargo, para ello deberíamos replantearnos qué modelo de lechería pretendemos y definir qué medidas son necesarias tomar para desarrollar una lechería más dinámica y diversa, en especial si nos miramos en el espejo neozelandés que tanto nos gusta reivindicar.
El principal desafío que enfrenta Uruguay es la reducción de su cuenca lechera y la creciente concentración industrial que ha erosionado la competitividad de las pequeñas industrias generando enormes dificultades para retener a los productores lecheros.
Este problema también se le presentó a Nueva Zelandia en 2001 cuando resolvió aprobar la fusión de las dos industrias lácteas más importantes, concentrando el 96% de la remisión de leche, dando lugar a la creación de Fonterra. Para ello, el gobierno neozelandés resolvió aprobar una importante legislación antimonopólica (DIRA) con el objetivo de promover un mercado competitivo, defender al productor y en última instancia, proteger al consumidor.
A Fonterra se le exigió lo siguiente:
- Obligación de suministrar leche a otras industrias
- Permitir el libre ingreso y egreso de productores
- No discriminar entre productores
- Permitir a sus proveedores suministrar hasta 20% de su producción a otras industrias independientes
- Fijación de precio mínimo
Los requerimientos inicialmente aprobados fueron muy exigentes, pero a pesar de ello, Fonterra no se vio mayormente afectada y Nueva Zelandia desarrolló uno de los complejos lácteos más importantes del mundo. Ello incluyó el desarrollo de una importante cantidad de nuevas empresas de menor porte amparados en un marco regulatorio más benigno.
Si bien se descarta la posibilidad de importar un paquete de medidas tan extenso, algunos aspectos de dicha reforma pueden ser adaptados a la realidad uruguaya con la intensión de corregir algunas distorsiones en el mercado local que nos han llevado por el camino opuesto del exitoso caso neozelandés.
Encaje Lechero
Uno de los principales problemas que deben enfrentar las pequeñas industrias y los nuevos emprendimientos industriales es la posibilidad de contar con una cuenca lechera estable. Para ello se sugiere implementar un “encaje lechero”(donde un % mínimo de la remisión de leche debe quedar afectada para ser potencialmente comercializada entre industrias).
El objetivo es contar con un instrumento que permita suplir la coyuntural falta de leche que tienen las industrias instaladas en algunas épocas del año. De la misma forma que el sector financiero mitiga el riesgo de liquidez mediante préstamos interbancarios, el sector lechero podría beneficiarse enormemente con un sistema más fluido de comercialización de leche entre industrias.
La estacionalidad de la producción en Nueva Zelandia es mucho mayor que en Uruguay, sin embargo a nivel local se han registrado faltantes puntuales en algunas plantas, que podrían verse beneficiadas de contar con un “encaje lechero”. Las plantas instaladas podrán acceder a dichos volúmenes de leche a precios de mercado (pagando una bonificación tal como ocurre con la tasa de interés interbancaria). Por otra parte, dado que es imposible invertir en el sector lácteo sin contar con una cuenca lechera estable, los nuevos emprendimientos lácteos podrían acceder a dicho encaje lechero hasta crear nuevas cuencas y lograr estabilizarse, promoviendo inversiones que de otra forma no considerarían instalarse en el Uruguay.
A diferencia del sector financiero, en el sector lácteo no existe un efecto contagio que ocasione un problema sistémico y la falta de leche de los competidores suele percibirse erróneamente como una ventaja. Sin embargo, a nivel país esto debe preocuparnos ya que ha sido una de las principales causas de cierre de industrias y pérdidas de fuentes laborales. La creación de un “encaje lechero”permitiría compensar las diferencias de escala existentes entre industrias y reducir la capacidad ociosa industrial, aportando mayor estabilidad en el suministro de leche, promoviendo industrias sostenibles en el largo plazo.
Libre movimiento de productores remitentes
El objetivo de esta medida consiste en liberalizar la remisión de leche flexibilizando la entrada y salida de productores. Ello permitiría atender las actuales distorsiones del mercado, creando los incentivos adecuados para competir por leche.
La posición dominante de Conaprole y su estructura sólida respaldada en el capital lácteo limita el ingreso y salida de productores permitiendo absorber algunas de sus ineficiencias. Ello causa un deterioro de la posición de sus competidores y su capacidad de mantener sus cuencas activas, donde se acentúa la tendencia al monopsonio en el suministro de leche.
Remisión no exclusiva
Finalmente, otra importante normativa que compone el DIRA habilita a los productores de Fonterra a remitir hasta un 20% a industrias independientes. A nivel local, las restricciones impuestas por Conaprole obligan a los productores a remitir la totalidad de la leche a la cooperativa, limitando la posibilidad de las industrias de competir más libremente por leche y obstaculiza cualquier proceso de elaboración de productos de mayor valor agregado que viabilice las unidades productivas más pequeñas.
Ante el escenario reciente que ha deteriorado la cuenca lechera, dejando como resultado el cierre de innumerables tambos, se entiende que algunas de estas medidas permitirían dar aire a un sector encorsetado por grandes jugadores y fallas regulatorias que obstaculizan la posibilidad de desarrollar una lechería más diversa. Liberar la remisión promueve la competencia y fortalece al productor otorgándole un abanico más amplio de herramientas para decidir el destino de su leche.
En definitiva, el principal desafío de implementar una reforma como la neozelandesa consiste en adaptar las mejores prácticas que han permitido descollar a su industria láctea. Para ello es crítico identificar los verdaderos cuellos de botella del sector y realizar un análisis desapasionado y objetivo que no se tiña de corporativismos.
Resulta clave encontrar un equilibrio entre un marco regulatorio benigno con las pequeñas industrias, que incentive el desarrollo de las cuencas lecheras y que al mismo tiempo permita dar el salto de calidad a toda la industria láctea como exitosamente logró Nueva Zelanda.
*Ingeniero agrónomo, MsC en Agronegocios.
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