El medio pelo en la sociedad argentina. Arturo Jauretche. PEÑA LILLO EDITOR. 1982, decimocuarta edición. 388 págs.
Don Arturo Jauretche fue uno de los más lúcidos observadores de la realidad política y de la naturaleza humana de las riberas del Plata. Integrante de FORJA, su estilo coloquial y cuasi plebeyo hizo posible que su fértil pensamiento político demoliera numerosos mitos en una Argentina “esterilizada por una oligarquía” que hacía imposible la comprensión de la realidad social.
Un texto no aconsejable para espíritus timoratos o signados por lo políticamente correcto…Un manual muy alternativo de “sociología”, en el que desde el principio queda claro el escepticismo de las tradiciones científicas cuantitativistas de la sociología norteamericana en boga en los años ´60, época de la primera edición (noviembre de 1966) y mucho más de los hipotéticos marcos teóricos que garantizarían objetividades asépticas.
Pasa a reivindicar otras estrategias de aproximación a lo social, propuestas mucho más cercanas a la mirada humana y compenetrada con los procesos sociales que se difuminan ante el escrutinio directo. Y en esa línea recupera una anécdota registrada en “El S.O.S de mi pueblo”, un libro de otro integrante de FORJA, Manuel Ortiz Pereyra, editado en los lejanos años veinte del otro siglo. Cuando trata el tema de la información que se maneja en los medios de comunicación lo hace en un capítulo titulado “El chico de la bicicleta”.
“Comentaba allí la apariencia técnica con los que los diarios presentan una página llena de cuadritos con letras y números diminutos, donde se habla de cotizaciones de la producción en mercados de los que el chacarero nunca oyó hablar y en medidas y precios de los que no tiene la menor idea. El chacarero, decía, se hace una imagen borrosa donde se embarullan Winnipeg, Ontario, Yokohama, Rotterdam, con dólares, libras, yens, rupias, florines, toneladas y bushels, todas palabras misteriosas para él. No entiende, pero está muy agradecido a los grandes diarios que se preocupan por ilustrarlo para la defensa del precio de su cosecha, y supone que estos sostienen grandes oficinas llenas de peritos de toda clase, que le proporcionan la información”.
No hay nada de eso, decía Ortiz Pereyra. Lo único que hay es un chico con una bicicleta que va a buscar la página a lo de Bunge y Born o a lo de Dreyfus, es decir, que la aparente información para el vendedor la proporciona el comprador. ¡Y hace tanto tiempo que vamos al almacén con el “Manual del Comprador” escrito por el almacenero!
Pero el objetivo central era desnudar las características de los sectores medios renuentes en la construcción de una patria realmente soberana. Los medio pelo. En principio, decir que un individuo o un grupo es de medio pelo implica señalar una posición equívoca en la sociedad, la situación forzada de quien trata de aparentar un status superior al que en realidad posee. Con lo dicho está claro que la expresión tiene un valor históricamente variable según la composición de la sociedad donde se aplica.
“Cuando la Argentina cambia la estructura de la sociedad tradicional por una configuración moderna que redistribuye las clases, el medio pelo está constituido por aquella que intenta fugar de su situación real en el remedo de un sector que no es el suyo y que considera superior. Esta situación por razones obvias no se da en la clase alta porteña que es el objeto de la imitación, tampoco en los trabajadores ni en el grueso de la clase media. El equívoco se produce en el ambiguo perfil de una burguesía en ascenso y sectores ya desclasados de la alta sociedad”.
Pasan las décadas y cada día más vigente.
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