Los economistas nos preocupamos mucho por la eficiencia. Por eso, cuando vemos que los políticos toman decisiones políticas claramente ineficientes, nos desconcierta. ¿Cómo explicamos todo esto? Nos refugiamos, una vez más, en los intereses creados. Los sistemas políticos están atascados en situaciones subóptimas, argumentamos, porque poderosos intereses especiales bloquean cualquier avance hacia la obtención de mejores resultados. Por suerte, esta es una imagen muy incompleta de la política. Deja de lado el papel de las ideas como innovación política. Los intereses establecidos pueden ser superados con nuevas ideas políticas que ayuden a quienes desafían el orden existente a que puedan sortear las trabas políticas.
Los esquemas de economía política que “explican” la ineficiencia de las políticas se basan en una serie de fundamentos: (1) las preferencias políticas de los actores están determinadas por sus intereses; (2) el equilibrio del poder político determina qué intereses son más importantes; y (3) las instituciones políticas predominantes (o “reglas del juego”) determinan el equilibrio político específico resultante. Estos tres postulados pueden explicar la redistribución de los grupos menos poderosos a favor de los más poderosos. Pero no explican la ineficiencia per se. La ineficiencia implica que podríamos aumentar los ingresos de los que no tienen poder sin reducir los ingresos de los poderosos, o incluso aumentar los ingresos de ambos. Si todo lo que buscan las élites es extraer ingresos de la sociedad y son lo suficientemente poderosas como para salirse con la suya, ¿por qué tienen que lograrlo generando ineficiencia? Para explicar la ineficiencia es necesario añadir a nuestro esquema uno o dos factores adicionales, cada uno de los cuales restringe las opciones políticas disponibles para la élite política; (4) las transferencias u otros mecanismos redistributivos eficientes no se encuentran disponibles; y (5) el propio poder político requiere inmovilidad, y cualquier resultado que acerque la economía a la frontera de eficiencia puede resultar en una reducción del poder de las élites.
Dani Rodrik, en “Hablemos claro sobre el comercio mundial” (Princeton University Press, 2018)
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