El presidente del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu) conversó con La Mañana sobre la actualidad del sector y planteó que las pymes deberían tener los mismos beneficios fiscales que se les brindan a las grandes inversiones. Por otro lado, advirtió que la apertura de fronteras puede generar “un problema muy importante para los comercios de esas zonas”.
¿Cómo describe la situación del comercio minorista en la actualidad? ¿Cuáles son los principales problemas y desafíos en el mundo pospandemia?
Nosotros tenemos dos grupos del comercio minorista: la parte gastronómica y la de almacenes o alimentos. En lo que respecta a los almacenes y supermercados de cercanía, hay una tendencia a la baja del consumo, pero hay que mirarla de manera más amplia, ya que aparecieron nuevos negocios pequeños.
A su vez, la gente comenzó a consumir en los lugares gastronómicos que el año pasado, en esta época, estaban prácticamente con consumo cero. Igualmente, en la parte gastronómica la recuperación viene muy lenta; es un sector que antes de la pandemia ya venía con problemas, entre ellos, la falta de turismo proveniente de la región.
Luego, en la pandemia, todos sabemos lo que pasó, y la recuperación no se ve satisfecha en los lugares tradicionales. Hay un cambio de formato en los mercados, en distintas formas de consumo, y está faltando el turista, que es el que gasta.
¿Cómo va a repercutir la apertura de fronteras en el comercio minorista? ¿Cuáles son las expectativas en ese sentido?
Tenemos que esperar a ver cómo se va a dar esta apertura, supuestamente no va a ingresar un turismo masivo porque hay que hacer hisopados y porque los costos de Uruguay son altos para la región; la diferencia cambiaria está muy fuerte, especialmente con Argentina, que es nuestro principal consumidor.
Estamos con mucha expectativa, pero también con cautela, debido a que el año pasado, en estas fechas, Uruguay estaba muy bien y después hubo un retroceso importante, y en diciembre se decretaron aquellas restricciones de horarios. Pero tenemos la esperanza de recuperar ventas.
La apertura tiene sus beneficios para un sector, porque falta turismo, pero puede haber un corrimiento de compra hacia Argentina por la diferencia cambiaria. Por eso los negocios de cercanía de las fronteras están trabajando de otra forma. Sería bueno que la población pudiera comprar más barato y que se generaran puestos de trabajo, pero entendemos que (por la apertura de fronteras) puede haber desocupación y un problema muy importante para los comercios de esas zonas.
¿Cuál ha sido el impacto de medidas del gobierno como el SIGA sobre el sector? ¿Cómo lo evalúa?
Permanentemente se presentaron solicitudes al gobierno. Lo primero fue la refinanciación de adeudos, porque la gente, al cerrar su negocio y no ingresar facturación, no podía pagar en ese momento, y los intereses son exponenciales en la parte de BPS y DGI; y se lograron financiaciones a largo plazo. Se estaba trabajando a un 30% y con eso las personas mandaron al seguro parcial o total a su personal y siguieron adelante. Acá nunca hubo restricciones totales como en otros países, y eso les permitió a muchos negocios seguir en el sistema.
El SIGA fue uno de los elementos, también hubo rebajas en las tarifas fijas de los comercios y aportes patronales que fueron postergados. Algunos apoyos se fueron quitando, otros se mantienen, pero sin facturación es todo paliativo, o sea, no es que se pueda solucionar el problema, sino simplemente para sostener los negocios. Necesitamos empezar a facturar y esa es nuestra preocupación. Esperamos que en esta temporada se den esas condiciones y que podamos salir adelante.
¿Cuál es el efecto de la acumulación de deudas en las empresas del sector? En algún momento estas deudas se volverán exigibles, y sin un rápido crecimiento de la economía no será fácil hacer frente a las mismas. ¿No habría que estar preparando planes de contingencia?
En la primera instancia se hicieron a plazos de 72 cuotas, con 12 cuotas que ya están venciendo –ahora se empiezan a pagar las primeras-. Lógicamente, el impacto de deuda es grande; muchos usaron recursos propios o fueron sacando créditos blandos que tendrán que pagar. Justamente, si vemos una recuperación en la facturación, todo eso es sostenible; sin facturación, eso es muy complicado.
Del análisis de los proyectos que obtienen grandes exenciones fiscales por la Comap, se aprecia que muchos de ellos son otorgados a cadenas de supermercados, shoppings y cadenas de farmacias. ¿Considera que las pymes tienen igual acceso a este mecanismo? ¿Es adecuado para la realidad de las pymes, o se debería pensar en un régimen de exenciones destinado a las “pequeñas inversiones”?
Uruguay es un ejemplo en la parte de alimentación, en cómo se ha reinvertido, por eso representamos la mayoría de la facturación en este momento, por suerte. Si sumamos todas las inversiones que han hecho las pymes, que no se cuantifican porque están divididas, es mucho más que la que puede hacer un jugador extranjero, que muchas veces aparece como una inversión muy cuantiosa. Entonces, tendríamos que tener esos beneficios. El libre mercado es muy bueno, pero hay normativas que se deben cumplir no solo en Uruguay, sino en el mundo, para proteger la diversidad de oferta y que no se produzcan monopolios.
Volviendo a la pregunta, ¿podría pensarse entonces en un régimen de exenciones más adecuado a la realidad de las pymes?
Totalmente. Tendríamos que tener un régimen de ese tipo. La competencia tiene que ser una insatisfacción para el cliente, es decir, cuando hay zonas insatisfechas de un rubro, está bien la instalación, pero se está dando que se están instalando en zonas muy satisfechas, porque hay inversiones con intenciones de quedarse con un mercado que no tienen, entonces, esos apoyos a veces no son buenos. Primero hay que pensar en el consumidor final, porque tomar poder en zonas que tienen una sola marca, por ejemplo, no es bueno para la competencia ni para el mercado.
¿Cuál es el impacto relativo del teletrabajo en el sector en relación a las grandes superficies?
La particularidad del negocio de cercanía es la atención directa al público, por lo cual se necesita a todo el personal en los locales. Es muy poco lo que se puede hacer a distancia.
En una reciente entrevista con La Mañana, el presidente de la Cámara de Comercio y Servicios, Daniel Sapelli, resaltó que la pandemia hizo que se acelerara el proceso de digitalización en varios sectores. ¿Cómo fue en el caso del comercio minorista?
El comercio minorista tiene muy buena digitalización. El sistema de Scanntech es muy tecnológico, es un sistema de facturación muy conveniente y hace que cualquier negocio pequeño pueda tener las características de una gran superficie. La tecnología ya estaba bastante avanzada en nuestro sector.
La venta online creció, pero no hubo un crecimiento exponencial. Es muy difícil vender productos frescos a través de aplicaciones; hubo un salto en la pandemia, pero luego hubo un retroceso a la cercanía, incluso creo que favoreció al negocio, porque quedó demostrado que es muy eficiente y tiene resultados muy buenos. La velocidad es algo que aprecia mucho el cliente, por eso las grandes superficies están poniendo locales de 500-600 metros, acercándose a los barrios, porque es la forma de consumo por la que la gente está optando.
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