El día 2 de noviembre se celebra según la tradición cristiana el Día de los Fieles Difuntos, precedido por el Día de Todos los Santos y la víspera de este último, que devino en celebraciones importadas donde lo ritual ha devenido en festejos con otras connotaciones. A pesar de ello, es una fecha donde el recuerdo a los seres queridos se mantiene firme en la cultura uruguaya.
Elena y Yolanda, tías abuelas de quien escribe esta crónica, fueron quienes institucionalizaron en mí el hábito de visitar a los familiares que ya no se encuentran entre nosotros en fechas como el día de los difuntos. Hoy tienen 91 y 93 años, respectivamente, pero la tradición de visitar y mantener el panteón familiar en el cementerio local se mantiene intacta.
Tranqueras amaneció con cielo despejado y un calor agobiante, que anunciaba la inminente llegada del agua, por lo cual como era de esperar el cementerio se encontraba con gran afluencia de público cercano a las diez de la mañana.
Junto a Elena, al igual que en cada fecha significativa, ya sean cumpleaños, 2 de noviembre o simplemente para arreglar el panteón de la familia, nos acercamos al cementerio. “Considero importante visitar a mis seres queridos. Siento que al cerrar los ojos, los veo allí. Acá hace muchos años venía gente de todas partes a visitar a sus muertos el 2 de noviembre, aunque ahora eso ya no se estila”.
“Recuerdo que con tu hermano cuando eran chicos siempre nos decían que al crecer continuarían viniendo a traernos flores, pero no te comprometas”, me dijo sonriendo, lo cual hizo aflorar los recuerdos de las visitas a nuestros bisabuelos (que no llegamos a conocer) periódicamente, cuando pasábamos largos ratos limpiando y manteniendo las flores en sus canteros y macetas, y aunque quizá no era su intención, me hizo que me diera cuenta de la importancia de mantener vivo el recuerdo de quienes nos hicieron felices.
El calor del recuerdo
Por los caminos del cementerio de la ciudad de Tranqueras deambulaban familias, adultos y jóvenes, en horas de la mañana, movimiento que resulta atípico para la cotidianeidad del pueblo en días tan calurosos, pero acompaña a una tradición que se mantiene vigente y donde el denominador común es el recuerdo.
Allí estaba Sonia junto a su esposo e hija. Mientras caminaba rumbo a la salida, contó: “Venimos siempre en familia, me motiva recordar lo importante que fueron para nosotros nuestros antepasados, estar presente junto a ellos”, al tiempo que aseguró que “tiene una motivación religiosa y de tradición familiar. Yo acompañaba a mi abuela, y hoy tengo 58 años y sigo haciéndolo. Aunque no sé si en estos tiempos continuará a las siguientes generaciones”. Belén, hija de Sonia y que acompañaba a sus padres, aseguró que probablemente continúe viniendo, aunque “probablemente solo los 2 de noviembre”.
Juan es el único funcionario del Municipio que trabaja a tiempo completo en el lugar, y el feriado no fue la excepción. “Acá en el cementerio estamos trabajando continuamente, yo lo hago desde hace diez años. Trabajo cómodo y alegre, y trato con la gente de la mejor manera. El 2 de noviembre es el día de reencuentro de las personas con sus familiares y seres queridos, vienen a tener de alguna forma un encuentro con los que ya no están”.
Es el día que más gente se mueve, pero también en días cómo el día de la madre, del padre o del abuelo se nota un incremento en las visitas, afirmó. “Es un paseo de recordar a los seres queridos”, aunque Juan aseguró que “son en su gran mayoría personas de edad avanzada, los jóvenes ya no vienen tanto, aunque se acercan muchas familias. Considero que es importante para todos el acto de recordar”, concluyó.
“Siento que me acerca mucho a las personas que ya no están el hecho de venir al cementerio”, aseguró Pedro, mientras visitaba el panteón familiar, al que asegura visita con asiduidad. Clara, su hermana, contó que le gusta visitar a sus familiares fallecidos, “me emociona mucho venir, y aprovecho para rezar por ellos”, a lo que Pedro acotó: “estoy seguro que a mamá y tía Gloria les gusta mucho que vayamos a visitarlas allí”.
Laura, hermana de Pedro y Clara, que también visitaba el cementerio, dijo: “Yo pienso, en mi concepto de vida, que lo más importante para los muertos es la oración. ¿Por qué voy a dónde están? porque es una manera de homenajear a los que se fueron. Hoy sigo viniendo por mis tías, porque para ellas es muy importante, y por esa razón pretendo continuar haciéndolo”, concluyó.
Trabajo mancomunado para una jornada especial
Desde el Municipio local, y en el entendido de que el 2 de noviembre es una fecha especial donde muchos tranquerenses que residen en la ciudad y que vienen de otros lugares visitan el cementerio, se procedió a realizar tareas de mantenimiento y acondicionamiento del lugar para la ocasión.
Para ello, además de los funcionarios de la cuadrilla municipal, se ha contado con el apoyo de los funcionarios del programa Jornales Solidarios. Al respecto, el funcionario Juan Silva mencionó que “el trabajo con los jornales solidarios ha sido muy bueno para darle el mantenimiento que el cementerio necesitaba, se pintó, arregló los canteros, y aunque son pequeñas las modificaciones da otra impresión a todas las personas que visitan el lugar en este día de los difuntos”.
“La gente lo nota, y me lo han dicho en varias ocasiones. El Municipio a través del alcalde ha apostado a mejorar el estado de la necrópolis local, construyendo nichos y columbarios nuevos, y realizando estas tareas de mantenimiento, y es importante porque es un lugar de reencuentro de la familia, tanto para llorar y despedir a sus familiares como para volver a la memoria los lindos recuerdos de los que no están”, concluyó.
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