Hace pocos días, Uruguay ingresó en la categoría denominada “zona gris” de la Unión Europea junto a Costa Rica, Hong Kong, Malasia y Qatar. El haber sido incorporados en dicho listado implica que -a juicio de la UE- estos países fueron ubicados en una especie de limbo, al no cumplir con los estándares tributarios europeos. Encontrándose, no obstante, en condiciones de cambiar su legislación para adecuarse a estos.
De esta manera, la UE marca las políticas tributarias de los países del tercer mundo, pero se olvida de sendos paraísos fiscales existentes incluso dentro de sus tierras, como lo es el Principado de Andorra -el favorito de los youtubers y streamers-, entre tantos otros que todos conocemos y en los que no es necesario adentrar. Más allá de esta clásica hipocresía europea, de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio; lo que realmente sorprende es la posición de los “peores americanos”, los cuales se rasgan las vestiduras por la supuesta imagen que tiene que dar el País a nivel internacional. Sin embargo, nada dijeron cuando el entonces presidente francés Sarkozy, tachó a Uruguay de paraíso fiscal en la cumbre del G20 en el año 2011. Pareciera ser que en dicho momento la imagen internacional no era tan importante.
Según la oposición, una de las supuestas causas por las que la UE decidió incluir al Uruguay en esta zona gris, fue la medida introducida por uno de los 135 artículos que se pretenden derogar de la LUC, donde se aumentaron los topes de pago en efectivo. Cualquier profesional que tenga conocimientos sobre el tema de Prevención de Lavado de Activos y Financiamiento al Terrorismo (PLAFT), sabe que estas modificaciones suponen un riesgo bajo de lavado de activos, por lo que esta medida difícilmente podría lograr que el país dejase de ser considerado transparente.
Otro argumento alegado por parte de la oposición, refiere a la eliminación de la inclusión financiera, como otro elemento que coloca al Uruguay en la lista gris europea. Inclusión financiera que el país ha adoptado pensando en la comodidad, seguridad, e interés de sus ciudadanos, pero al aplicarse, quedaron en evidencia sus efectos negativos.
El primero, es el costo que tienen las tasas cobradas por los bancos para que el pequeño comerciante pueda estar dentro del sistema.
En segundo lugar, la libertad, que se encuentra coartada al estar bajo el “Gran Hermano” financiero, donde se viola la libertad individual y la privacidad directamente desaparece.
Pero, el tercer y más importante punto, implica que, al obligar a los empleadores a pagarle a sus empleados mediante el sistema financiero, se le regala una masa fabulosa de dinero a los bancos a tasa cero. Esto hace que los mismos, buscando su mayor lucro, lo coloquen en créditos sociales y créditos al consumo, dejándolos “timbear” con los sueldos de todos los uruguayos. Por esto, en vez de dejarlos jugar con nuestra plata, se podría limitar los ingresos que recibe el sistema bancario, haciendo que lo utilicen en distintos proyectos de inversión en la economía real, con menores tasas, a largo plazo y que, de esa forma, se genere trabajo.
Quizás, en este rincón de América, las cosas empiecen a cambiar cuando se le reste importancia a cómo nos miran desde el extranjero, se deje de endulzar al capital financiero y se comience a discutir modelos de producción y trabajo para todos los orientales.
*Daniel Nuñez, Integrante del Espacio Tercerista Nacional y Popular
TE PUEDE INTERESAR