La reducción del 10% del Arancel Externo Común del Mercosur definida por Brasil genera una “indudable” mejora para los consumidores del país vecino, posibilitándoles el acceso a bienes transables más baratos, según expresó Licandro a La Mañana. Además, aseguró que una rebaja arancelaria por parte de Uruguay implicaría más eficiencia y competitividad para su población.
¿Cómo analiza la reciente medida que tomó Brasil de bajar el Arancel Externo Común? ¿Qué implica esta decisión?
Entiendo que es una medida que va en el mejor sentido para la sociedad brasileña. Es un incremento genuino del nivel de apertura de ese país, lo que permite reducir el desvío de comercio en favor de productores ineficientes de socios del Mercosur. Desde el punto de vista del bienestar de la sociedad la mejoría es indudable, permitiendo a los consumidores acceder a bienes transables a menores precios. Desde el punto de vista de la asignación de factores productivos, capital y trabajo, se logra una producción más competitiva. Si bien la decisión se anunció “a término”, si se vuelve permanente será de innegable impacto positivo para Brasil.
Esto es algo similar a lo que en su momento hizo el gobierno de Lacalle Herrera, cuando usted se desempeñaba como subsecretario de Economía. ¿Considera que Uruguay tiene que seguir los pasos de Brasil? ¿Lo cree viable?
Es verdad. Cuando en el Mercosur estaba en plena negociación el tema del Arancel Externo Común, el gobierno blanco que tuve el honor de integrar resolvió reducir las barreras arancelarias (con recargos máximos del orden del 140% que pasó a una tasa máxima del 20%), en dos tramos trimestrales. Fue así que Uruguay bajó unilateralmente sus barreras arancelarias sin el consentimiento de los países socios, que protestaron, pero nada pudieron hacer. Los grandes beneficiados fueron los consumidores, que accedieron a precios increíblemente menores para la mayoría de los bienes, por la competencia fuerte de los productos importados. De hecho, luego el Arancel Externo Común máximo también fue del 20%, pero Argentina y Brasil demoraron una década en llegar a ese nivel.
Uruguay podría seguir los pasos de Brasil o incluso ir más allá, bajando aún más el arancel máximo de importación. Eso es consistente con un discurso aperturista en materia comercial y pensando en beneficiar al conjunto de la sociedad con precios más competitivos. Aquella reforma comercial del gobierno del Dr. Lacalle perdura hasta el día de hoy. Baja arancelaria, eliminación de mecanismos no arancelarios, eliminación de prohibiciones y cupos de todo tipo son la base del país moderno que hoy disfrutamos. De hecho, el decreto vigente es aquel mismo, y recuerdo muy bien la adrenalina de los días de su aprobación y firma. Para abrir la economía en serio, no en la retórica, es necesario estar convencido, tener voluntad y decisión para avanzar. Brasil parece estar en ese camino.
¿Cuál es la importancia de la rebaja arancelaria para nuestro país en términos económicos y en lo que respecta particularmente a la competitividad y el consumo?
El principal impacto sería mejorar el bienestar de la sociedad, de los consumidores en general, reduciendo artificialidades en la economía. Se accedería a precios menores y cada vez más cercanos a los precios internacionales. Reduciríamos el desvío de comercio que hoy existe en favor de Brasil y Argentina, que nos lleva a importar bienes cuyo costo de producción en esos países es mayor al que podríamos acceder en otros países del resto del mundo, más competitivos. Esto implica más eficiencia y más competitividad para Uruguay. Un Arancel Externo Común elevado genera un coto de caza para empresas que no son competitivas con el resto del mundo. Por eso mismo es que no todos los acuerdos comerciales tienen similar impacto sobre el bienestar de un país. Pero esa ya es otra cuestión.
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